Estatuas de golf
A veces ir a un campo de golf es como ir a un museo. Y no me refiero a los venerados links. Una de las cosas que más solera da a un campo es vestirlo con una placa conmemorativa, un cartel o incluso una estatua; en esta generación selfie, donde todo el mundo tiene un móvil en el bolsillo, las estatuas son mucho más fotogénicas que un prado verde con una bandera al fondo. Así que, señores responsables de campos, pongan una estatua junto al green del 18.
Por ejemplo, en Tralee, un gran links irlandés, ¿Quiere usted que se sepa bien claro que Arnold Palmer ha diseñado el campo de golf? Nada mejor que una estatua en tamaño real, para dar la oportunidad del selfie de turno.
En Ballybunion, otro links de los mejores, se recuerda la partida de un gran jugador, un caballero dentro y fuera del campo y que falleció trágicamente y se convirtió en una leyenda.
Waterville, un campo links muy activo en esto del marketing, es un festival de placas y estatuas. ¿Se muere usted por comunicar que en su campo también jugaba regularmente Payne Stewart? Una placa sería poca cosa: estatua al canto.
La más famosa estatua de Payne Stewart, recreando la celebración de un putt, es la que preside la entrada en el campo de Pinehurst, que fue donde ganó su US Open en 1999.
Sigamos en Waterville: ¿Y que pasa con el diseñador del campo? ¿Acaso no merece otra estatua? Pues se pone otra y punto.
¿Cómo se puede hacer recordar al jugador que pisa un terreno sagrado? Explicando la historia del hoyo más famoso del campo. La historia es estremecedora.
¿Hay proezas que deben ser recordadas? No hay problema: otra placa más.
Y otra placa más recordando el punto más escénico del campo.
En Killeen Castle hay una estatua icónica del diseñador del campo haciendo un swing.
Aunque el gesto más recordado de Jack Nicklaus lo podemos ver inmortalizado en el Salón de la Fama de Georgia.
O en Muirfield, Ohio, el campo del Oso Dorado, enseñando a un niño.
O en Valhalla, en Louisville, Kentucky, como diseñador, con Dwight Gahm, el fundador del campo.
La estatua más fea que he visto nunca es la de Pete Dye en la entrada del Teeth of the Dog, en República Dominicana. La verdad es que él nunca fue un adonis.
En España, obviamente rendimos homenaje a Seve Ballesteros con dos estatuas: Una en Santa Marina que recrea su swing.
Y otra en Pedreña donde se recrea, quizá con menor fortuna, su triunfo en el Open Championship.
Añado la estatua más fea, extravagante y ridícula que he visto nunca. Está en el campo de golf de Las Matas (el Nuevo Club de Campo). Un tipo sin ropa haciendo un swing.
Un amigo me envía una placa del Glen Abbey Golf Club, en Ontario, Canada, con la hazaña del jugador más ilustre que ha pisado sus calles.
Lo curioso de la placa es que no recree el golpe con el que ganó el torneo, uno de los más famosos de su carrera, golpe del año en el PGA Tour del 2000; desde un bunker de calle Tiger dispara un hierro 6 de 195 metros.
Pete Dye, el diseñador diabólico
Pete Dye es un diseñador de campos americano a quien conocemos, sobre todo, por sus brutales diseños. Tuve la fortuna de jugar uno de sus campos, Pound Ridge, en Nueva York. Se dice que los campos de Dye son «dye-bolicos», es decir, retos temibles para el jugador más experimentado. Campos donde los pros sufren de verdad. Dye ha firmado muchas joyas famosas: el Ocean Course de Kiawah Island (sede de una Ryder y del PGA 2012 que ganó McIlroy), Casa de Campo (el más famoso es el Teeth of the Dog, aunque luego diseñó más en este complejo de la República Dominicana), Harbour Town (inconfundible su faro, ver foto más abajo), Whistling Straits (donde Kaymer ganó su PGA), Mission Hills en China y por supuesto el TPC de Sawgrass, con quizá el par 3 más famoso del mundo. Este hoyo es portada del libro «Pete Dye Golf Courses» que acabo de leer.
Una frase resume bien su alma de sádico torturador: «El golfista apasionado jugaría en el monte Everest si alguien pusiera una bandera en su cima… el golf no es un deporte justo, así que por qué construir un campo justo».
Para dar una idea de su dureza, la primera vez que se jugó el The Players en 1982, el TPC de Sawgrass acogió un plantel espectacular de jugadores, entre ellos 6 ganadores de grandes: Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Lee Trevino, Johnny Miller, Lanny Wadkins y Hal Sutton sumaban 35 majors. Ninguno pasó el corte del torneo. La opinión de los jugadores tras el torneo no tiene desperdicio: «Nunca fui bueno parando un hierro 5 en el capó de un coche», dijo Nicklaus. JC Snead remató: «Este campo es un 90% estiércol de caballo y un 10% de suerte». A raíz de esta debacle, Dye suavizó el recorrido. Lo primero que hizo el ganador de aquella edición, Jerry Pate, fue tirarle al agua junto con el comisionado del PGA Tour Deane Beman. En la icónica foto, el momento en que Jerry se tira al agua.
Una breve reseña biográfica: nacido en 1925, lo primero que hay que decir es que Pete Dye se llama Paul D. Dye. Pero para diferenciarlo de su padre, se le llamó PD, que luego fue Pede y al final Pete. Fue un jugador amateur notable, y esto le permitió jugar el Old Course de St Andrews un British Amateur de 1963 (con 38 años). Su primera impresión del campo fue que era «un prado de cabras». Sin embargo fue progresando en el torneo y después de 7 vueltas empezó a entender la grandeza del campo. Desde ahí visitó todos los grandes campos clásicos escoceses, de donde copió muchas de sus ideas: los pot bunkers, por ejemplo, o el uso de traviesas de ferrocarril para limitar bunkers. (Pete Dye escribió un libro titulado: «Enterradme en un pot bunker«). En realidad Dye ponía bunkers de todos los colores y tamaños.
Pete Dye empezó su carrera profesional en el mundo del seguro, pero dejó la misma para hacerse diseñador de campos, junto a su inseparable mujer Alice (que colabora con él en todos sus diseños). Su primer campo data de 1961 (Dye tenía 37 años). Su método de trabajo es siempre el mismo: sin contratos, planos, maquetas en 3D o dibujos por ordenador. Dye trabaja con un apretón de manos y andando la finca durante innumerables días hasta que el campo se va formando en su mente. Es un artista meticuloso, con enorme atención al detalle, y que siempre presta una enorme atención a la estrategia de juego y a la estética del campo. Sus campos son un puzzle para el jugador: exigen rigor en el juego y precisión en cada golpe. Cada hoyo debe ser memorable.
Su primer gran éxito fue Harbour Town, uno de los campos más respetados de Estados Unidos. Dye se enfrentó a una finca plana y algo sosa y diseñó un campo memorable. Utilizó las encinas para bloquear entradas al green. En una época donde el gran Robert Trent Jones diseñaba campos con tees, bunkers y greenes enormes, Dye trazó greenes pequeños y pot bunkers (aunque en el 13 el bunker abraza casi completamente al al green).
Desde los 60 Dye ha diseñado más de 100 campos, casi todos en Estados Unidos.
La filosofía de diseño de Dye está explicada en su web. Transcribo sus ideas.
- Los campos deben ser jugables por todo tipo de jugadores, desde principiantes a profesionales. Hay que introducir jugadores nuevos y hay que retar a los que saben. Para ello Dye suele emplear hasta 5 tees de salida. Aunque hay que adaptarse al cliente: si el promotor quiere un campo difícil, Dye afilará el lápiz de diseño para crear un campo de pesadilla.
- La experiencia de golf debe ser memorable. El jugador debe ser capaz de recordar los 18 hoyos al terminar la vuelta. Hay que evitar hoyos vulgares o repetidos.
- Las calles deben de ser anchas. Un famoso arquitecto dijo: «Calles estrechas y hierba alta son los malos remedios a un diseño pobre». Dye sobre todo piensa en campos públicos, donde el juego lento es un problema. No basta con coger calles: hay que tirar el drive a una zona determinada de la calle para ir a por birdies.
- El golf se juega más agradable cuando es cuesta abajo. Da una mejor perspectiva del golpe.
- Dye también es acreditado por rediseñar de nuevo pares 4 cortos.
- Los greenes grandes reducen el stress sobre los mismos cuando hay mucho jugador. Eso al final favorece un uso reducido de fertilizantes y pesticidas, lo que redunda en un daño menor al medio natural.
- Dye también dice que trabaja de cerca con los greenkeepers y responsables de mantenimiento para que éste sea mínimo (en realidad todos los arquitectos dicen esto). Las caras de los bunkers deben poder favorecer la entrada de máquinas.
- También Dye deja amplias áreas nativas que no exijan mantenimiento. Son muy típicas sus «waste areas».
En el año 2008 Pete Dye ingresó en el Salón de la Fama de golf.
Robert Trent Jones, el arquitecto estrella del siglo XX
Acabo de terminar un libro de Robert Trent Jones titulado «Golf’s Magnificent Challenge«sobre su vida y obra. RTJ (1906-2000) fue el primer arquitecto de campos de golf vivo que entró en el Salón de la Fama de Golf, en 1987. Fue nombrado por la revista Golf Magazine como uno de los 100 Héroes del Golf del siglo XX. Un nombre muy conocido y no por nada: más de 500 campos de golf por todo el mundo, en al menos 40 estados de los Estados Unidos y 35 países, entre ellos España. Se dice que el sol no se pone en un campo de RTJ. Arquitecto, artista, agrónomo, enormemente prolífico, creo que fue el Karajan del diseño de campos.
Cuenta su hijo Rees que el día en se su padre descubrió la aviación, desapareció de su casa. Se pasó la vida en un avión: hacía 300.000 millas al año, y en toda su vida voló más de 8 millones de millas. Tomaba aviones como quien toma un taxi. Si perdía un vuelo, tomaba otro a algún otro sitio donde poder hacer algún negocio. Un vendedor nato, en cualquier punto del planeta. Para conseguir esto tenía una estupenda habilidad: era capaz de dormirse en cualquier sitio.
RTJ tenía bastante claras sus ideas sobre lo que era un buen campo. Por ejemplo: los tees y greenes más grandes posibles, que admitían más posiciones de bandera, además de tener un mantenimiento más sencillo. Incluía siempre lagos en sus diseño como hazards y como fuente de agua de riego. Antes de que Deane Bemman inventara los «Stadium courses», con gradas naturales para el público, RTJ abogó por ellos. El primero en instalar tees variables que permiten adaptar el campo a la habilidad del jugador, los llamados tees aeropuerto.
Sus campos, definidos como terrenos mitad de ajedrez mitad campos de tiro con arco, son campos estratégicos, donde normalmente tendremos varias alternativas para llegar a green, y donde la línea más corta siempre tendrá más riesgo. Algunos le atribuyen haber inventado el «target golf». Siempre encontraremos bunkers en la calle y bunkers en el green protegiendo los tiros del golfista. El golf, para RTJ, es un deporte donde la recompensa viene de la mano con el riesgo. Se dice que RTJ te deja el bogey fácil, par difícil.
Durante la era de RTJ la construcción de campos empezó a poder emplear grandes máquinas y movimientos de tierra. Aún así, RTJ pensaba en mantener la belleza del territorio, y en que sus campos fueran estética y paisajísticamente preciosos. Son obras de arte moderno a gran escala. Un campo de RTJ anima el espíritu más que las obras pictóricas de muchos artistas modernos.
Aunque nació en Inglaterra, su familia se trasladó a Estados Unidos cuando él tenía 5 años. Fue el primer profesional de golf en el campo de Sodus Bay Heights, cerca de Nueva York. Problemas de salud le apartaron de la alta competición. Solía decir que hay muchos arquitectos que no saben jugar y muchos jugadores que no pueden diseñar. Para ser un buen diseñador de campos, tienes que tener ambas habilidades.
Jones estudió en Cornell University diversos cursos relacionados con la que sería su profesión de arquitecto: arquitectura de paisajes, agronomía, horticultura, hidráulica, estadística, economía e incluso oratoria. Durante el curso diseñó los 9 hoyos del campo de Cornell (abiertos en 1941; en 1954 volvería para construir los 9 hoyos restantes; hoy el campo lleva su nombre).
Tras la universidad, se asoció durante 8 años al arquitecto canadiense Stanley Thompson y trabajó en ese país, y más tarde también en USA. Después de la guerra, trabaja con Bobby Jones en el Peachtree Golf Club de Atlanta. Para evitar que pensaran que eran parientes, fue entonces cuando empezó a firmar como «Trent».
Desde aquí hasta su retiro, RTJ firma más de 500 campos de golf por todo el mundo. Entre los más famosos del mundo: Eugene Country Club en Oregon, Spyglass Hill en Pebble Beach, California, o Hazeltine National Golf Club en Minessota. También ha trabajado en el rediseño de algunos campos extraordinariamente famosos: Augusta National (1947 y 950), Congressional Blue Course (1959 y 1964), Oakland Hills (1950, 1972 y 1984), Baltursol (1952) o el Olympic Club (1954).
En España trabajó en la Costa del Sol (junto a Cabell B. Robinson) y nos ha dejado varias muestras de su obra: Valderrama, Sotogrande, Marbella Golf & CC, Los Naranjos, Las Brisas, La Cañada o los dos campos de Mijas Golf (Los Lagos y Los Olivos).
A finales de los 80 RTJ diseñó el proyecto de golf más grande de la historia (en esa fecha, luego los chinos lo han superado). El sueño del empresario David Bronner, que quería impulsar el turismo en Alabama y atraer a los jubilados para su retiro. El macroproyecto consistió en diseñar y construir 18 campos de golf, y en total 468 hoyos de golf en 11 localizaciones diferentes: el Robert Trent Jones Trail.
Finalmente y tras unos problemas de salud, se retira a vivir a su casa en Fort Lauderdale, Florida, donde fallece con casi 94 años en el año 2000.
Sus hijos Rees Jones y Bobby Jones Jr. también son arquitectos de campos de golf.
Karsten Solheim, el inventor del palo de golf moderno
Hablar de Karsten Solheim (1911-2000) es hablar de Ping y de la Solheim Cup, la Ryder Cup femenina. Un torneo que proyectó y patrocinó desde 1990. Pero Solheim, miembro del Salón de la Fama de Golf, llegó hasta ahí porque fue un inventor y emprendedor absolutamente decisivo en la historia de los palos de golf. Le debemos todos muchos birdies. Leí sobre él en un libro de David Owen, «My Usual Game». Su historia es fascinante.
En esta foto vemos a Karsten Solheim en su almacén de putters de oro. Cada vez que un jugador gana un torneo profesional importante con un putt de Ping, se fabrican dos putters bañados en oro: uno se lo mandan al jugador y otro lo guardan en este almacén. Si uno gana un major con un Ping, los putters son de oro macizo. Llama la atención su barba de chivo: ha sido llamada la «octava maravilla de Arizona». Solheim se la puso en los 70 despues de un accidente de trafico en India y ya se convirtió en su seña de identidad.
Solheim era noruego aunque su familia emigró a Estados Unidos cuando Karsten tenía 2 años, en 1913. Empezó trabajando como zapatero en el taller de su padre. Después de graduarse como ingeniero, consiguió un empleo como vendedor de bobinas de aluminio. Luego trabajó en una fábrica naval y en Ryan Aeronautica, donde colaboró en el diseño del primer jet. También pasó por General Electric donde participó en el diseño de los primeros televisores portables. Y no tocó un palo de golf hasta que tenía 42 años.
En 1954 unos amigos suyos de General Electric le propusieron jugar al golf, y se enganchó en seguida. Solheim jugaba de manera aceptable pero siempre estaba muy frustrado porque no metía un putt. Como buen ingeniero, se dio cuenta de que los putters de aquella época tenían el peso totalmente repartido sobre la superficie del putter y eso tendía a complicar su estabilidad. Decía que patear así era como jugar al tenis con una raqueta de ping pong. En lugar de quejarse, se embarcó en el diseño de un putter diferente.
Solheim añadió unos pesos a su putter en las puntas y pronto empezó a enchufar muchos más putts. Jugando un partido en su club con un pro, éste le sugirió que explotara su idea y sacara al mercado un nuevo putter. Esa misma noche trazó el diseño de un putter y lo llevó a un soldador, que le fabricó el primer putter más o menos serio de su vida. Cuando puso una bola en el green y pateó, escuchó un sonido agudo, nítido y diferente: PING. El putter ya tenía nombre. Mucho más comercial que «Karsten Manufacturing». Lo llamó «Ping Anser»; él quería «Answer» pero no cabía en el putt así que su mujer le quitó una W.
El primer putter que desarrolló fue en 1959. Durante los primeros ocho años de su vida como empresa, la sede de la empresa fue el garaje de su casa de Phoenix, Arizona. No tuvo mucho éxito comercial hasta que Julius Boros lo metió en su bolsa y gano el Phoenix Open en 1967. Otros profesionales como Gary Player o Jack Nicklaus empezaron a usar putters de Ping y a ganar torneos.
Solheim diseñó en 1961 su primera línea de hierros y en 1969 empezo a fabricarlos. Eran palos feos y caros pero tiraban la bola mas recta y con mejor control. En tres años capturó un 40% de cuota de mercado. Sus ideas y su perseverancia le llevaron desde un garaje a convertirse en una de las marcas más vendidas del circuito.
Se habla mucho de los emprendedores de Sillicon Valley y sus garajes. Pues también en el golf tenemos emprendedores de éxito: genios que desde un garaje han revolucionado una industria y han construido un imperio a base de curiosidad, innovación, trabajo y mucha persistencia.
PGA Catalunya Resort (Stadium Course), Gerona
PGA Catalunya Resort es un complejo de golf situado en Caldes de Malavella (Girona), a unos 50 minutos de Barcelona. Cuenta con dos campos extraordinarios, el Stadium Course y el Tour Course (antes green y red). Comento el Stadium.
El CV del campo es impresionante: inaugurado en 1999, ha sido sede de torneos importantes (un Open de España por ejemplo, o la final de la escuela de clasificación del European Tour durante varios años). La web Top100Courses lo ha nombrado el mejor campo de España en su última edición y el tercero mejor de Europa continental, hecho que ya comenté en este post.
El Stadium es un campo de golf muy bueno por muchas razones: cuenta con una gran cantidad de tees para endurecer el campo, o para hacerlo más asequible para el jugador amateur (aún así es un reto de golf muy serio). La ubicación del campo es espectacular, una finca de pinos donde sólo veremos calles de golf o bosque. Y algún avión ocasional surcando el cielo. Cada hoyo de golf es diferente a los demás y todos tienen algo especial, aunque todo sea del mismo campo. Muchos hoyos memorables. Su mantenimiento es perfecto.
El campo es obra de Neils Cole y Angel Gallardo. Cole es un golfista inglés que consiguió 7 victorias en el European Tour. Es el único golfista, además de Sam Snead, que ha ganado un torneo profesional en seis décadas diferentes, desde la de los 50. Es miembro del Salón de la Fama de Golf. Gallardo es un ex-golfista español y actualmente vicepresidente del European Tour, los promotores del campo.
El día que jugamos nos tocó una tormenta aterradora. Por esta razón no pude hacer muchas fotos. El tee del 1 mostraba este aspecto amenazador. Es un par 4 precioso, con salida en alto, dogleg a la izquierda y con un segundo tiro donde entra en juego un lago a la izquierda. A punto de atacar el green nos sorprendió el aviso de rayos, por lo que tuvimos que interrumpir el juego unos 50 minutos.
El campo es precioso y se puede caminar, a pesar de tener alguna cuesta dura. Esta es la calle y el green del hoyo 3, un par 5 bonito en ligera bajada con el green adjunto a un lago que comparte con el green del hoyo 11.
Desde el green vemos, al fondo, el green del par 3 hoyo 11 y la salida del 12. Y alguna grúa que corresponde a obras de casas en el complejo. Aún así no recuerdo ver más que una en todo el recorrido.
Esta es la salida del hoyo 4. La tormenta había desaparecido y quedó una tarde espléndida. El campo soportó la lluvia sin despeinarse, ni un mal charco. Es un campo para francotiradores, hay que poner la bola en el sitio para tener opciones de llegar al green de este hoyo, bien protegido por otro lago. Los que sepan mover la bola deberán tirar un fade fuerte. En general en todos los hoyos para conseguir birdie o par tienes que sacar lo mejor de ti mismo. Si te vas de calle el castigo es seguro.
Después de subir a lo alto de una colina, el tee del 5, un par 3 protegido por otro lago y varios bunkers. Tiro precioso donde si no coges green tendrás problemas.
El hoyo 7, un par 5 con salida en alto y calle ascendente a un green bien protegido por bunkers. La primera vez que jugué aquí, conseguí poner la bola en green de dos con un hierro 4; un flyer espectacular. Una hazaña misteriosa que no he conseguido repetir.
Salida desde el tee del 10 que inaugura la segunda vuelta. Un par 4 precioso.
Este es el green del par 5 hoyo 12, donde se ve un arbol muerto que dificulta el tiro a green en la calle y un enorme piano en el green.
Esta foto tan oscura la pongo porque es el mejor par 4 del recorrido: el 13 es un par 4 donde disparas a un green isla. Sobrecogedor. Fundamental estar en calle para atacar este green.
Esta es la salida en alto del hoyo 17, un par 4 en fuerte dog leg de derecha a izquierda. Otro tiro maravilloso de un campo sensacional.