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Posts Tagged ‘Teeth of the Dog’

Estatuas de golf

11 de noviembre de 2015 Deja un comentario

A veces ir a un campo de golf es como ir a un museo. Y no me refiero a los venerados links. Una de las cosas que más solera da a un campo es vestirlo con una placa conmemorativa, un cartel o incluso una estatua; en esta generación selfie, donde todo el mundo tiene un móvil en el bolsillo, las estatuas son mucho más fotogénicas que un prado verde con una bandera al fondo. Así que, señores responsables de campos, pongan una estatua junto al green del 18.

Por ejemplo, en Tralee, un gran links irlandés, ¿Quiere usted que se sepa bien claro que Arnold Palmer ha diseñado el campo de golf? Nada mejor que una estatua en tamaño real, para dar la oportunidad del selfie de turno.

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En Ballybunion, otro links de los mejores, se recuerda la partida de un gran jugador, un caballero dentro y fuera del campo y que falleció trágicamente y se convirtió en una leyenda.

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Waterville, un campo links muy activo en esto del marketing, es un festival de placas y estatuas. ¿Se muere usted por comunicar que en su campo también jugaba regularmente Payne Stewart? Una placa sería poca cosa: estatua al canto.

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La más famosa estatua de Payne Stewart, recreando la celebración de un putt, es la que preside la entrada en el campo de Pinehurst, que fue donde ganó su US Open en 1999.

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Sigamos en Waterville: ¿Y que pasa con el diseñador del campo? ¿Acaso no merece otra estatua? Pues se pone otra y punto.

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¿Cómo se puede hacer recordar al jugador que pisa un terreno sagrado? Explicando la historia del hoyo más famoso del campo. La historia es estremecedora.

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¿Hay proezas que deben ser recordadas? No hay problema: otra placa más.

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Y otra placa más recordando el punto más escénico del campo.

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En Killeen Castle hay una estatua icónica del diseñador del campo haciendo un swing.

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Aunque el gesto más recordado de Jack Nicklaus lo podemos ver inmortalizado en el Salón de la Fama de Georgia.

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O en Muirfield, Ohio, el campo del Oso Dorado, enseñando a un niño.

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O en Valhalla, en Louisville, Kentucky, como diseñador, con Dwight Gahm, el fundador del campo.

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La estatua más fea que he visto nunca es la de Pete Dye en la entrada del Teeth of the Dog, en República Dominicana. La verdad es que él nunca fue un adonis.

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En España, obviamente rendimos homenaje a Seve Ballesteros con dos estatuas: Una en Santa Marina que recrea su swing.

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Y otra en Pedreña donde se recrea, quizá con menor fortuna, su triunfo en el Open Championship.

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Añado la estatua más fea, extravagante y ridícula que he visto nunca. Está en el campo de golf de Las Matas (el Nuevo Club de Campo). Un tipo sin ropa haciendo un swing.

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Un amigo me envía una placa del Glen Abbey Golf Club, en Ontario, Canada, con la hazaña del jugador más ilustre que ha pisado sus calles.

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Lo curioso de la placa es que no recree el golpe con el que ganó el torneo, uno de los más famosos de su carrera, golpe del año en el PGA Tour del 2000; desde un bunker de calle Tiger dispara un hierro 6 de 195 metros.

 

 

The Links, Casa de Campo (República Dominicana)

27 de abril de 2015 1 comentario

No es fácil tomarse en serio un campo tropical que se llama «The Links» y que está muy cerca de un campo tan famoso como es el Teeth of the Dog. Había recabado opiniones entre los turistas de golf que representan la mayoría de los golfistas en Casa de Campo: la mayoría son americanos de un tamaño colosal, tipo «Craig Stadler«. El «golf buddy» americano suele ser un sujeto enorme, barrigudo y ruidoso, amante de los cigarros puros, que juega siempre en buggie, cruza apuestas de muchos dólares, con modalidades golfísticas extrañas y cuya máxima aspiración es pegar drives de 300 yardas. (Creo que Pixar, cuando dibujó el futuro de la humanidad en Wall-e, se inspiró en un resort de golf americano).

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Mis interlocutores americanos me señalaron que el campo era «pésimo». Lo que más «gracia» me hizo fue el comentario de un golfista, que remató su análisis con una frase que quiere ser despectiva y que suena profundamente clasista: «casi un campo público». Bien, este campo no tiene las vistas al océano del Teeth o las impresionantes vistas al río Chavon o a la Marina. Estamos en una finca plana que discurre entre suntuosas mansiones, calles anchas como autopistas, onduladas como en los links y salpicadas, de esta forma tan aleatoria típica de Pete Dye, de decenas de búnkers de todos los tamaños y formas. Pero este «links» muerde como su hermano famoso con unos greenes grandes, elevados y contorneados como en los links de verdad. En la segunda vuelta hay agua, mucha agua, en un recorrido precioso. Y no es fácil patear en esta bermuda, esta hierba que regatea la bola. Así que si van por la zona, no lo dejen de jugar.

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El hoyo 1 es un par 4 hacia la derecha. La calle es una enorme llanura con un gran bunker en la parte derecha. El green recibe de forma horizontal y está en una plataforma con un pequeño búnker en su parte frontal derecha. Como se puede ver el estado del campo es inmaculado.

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El hoyo 2 es un par 5 aplatanado hacia la parte izquierda. Hay un gran bunker frontal al fondo de la calle y otro con forma extraña en la parte izquierda de la calle. Otro green levantado con muchos bunkers a derecha e izquierda; sobre todo destaca uno enorme en la parte derecha, uno de esos mini-desiertos que Pete Dye coloca en sus campos.

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El hoyo 3 es otro par 4. Al green se llega por una calle muy ancha marcada por un árbol central en la parte derecha. El green, un flan elevado, está protegido por un banker frontal y otro en la parte derecha.

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Un par 4 muy corto en dogleg continúa. Buen hoyo estratégico; la línea al green esta llena de bunkers. Uno enorme frontal para intimidar. El green tiene unos contornos terroríficos.

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El hoyo cinco es un par tres con un green en alto con forma de flan y protegido por muchos bunkers en la parte frontal y pequeñas depresiones a  izquierda y derecha.

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El hoyo 6 es un par 4 en cuesta abajo hacia el mar. Muchos bunkers en la parte derecha. Destacan tres enormes árboles que marcan perfectamente el tiro a green. Hay que apretar el driver: el viento sopla de cara y el hoyo es muy largo. Vemos de nuevo como Dye combina bunkers para proteger sus hoyos.

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Llegamos al hoyo siete, que es el handicap uno del campo. Estamos ante un par cinco una calle más ancha que un aeropuerto. Los bunkers marcan perfectamente el tiro. Hoyo clásico de riesgo – recompensa que premia al valiente y castiga al imprudente. El hoyo es precioso.

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El green es un sello de correos en alto y protegido por bancas cavernosos y contornos sinuosos. Otra vez muchos bunkers gigantescos, pequeñitos, de todas formas y colores rodean la calle por todas partes.

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El 8 es un un par tres precioso con un green en un pequeño valle, rodeado de pequeñas hondonadas y bunkers. Dye es un maestro en conseguir un aire de naturalidad enorme en todos sus campos. Este gran par tres es un ejemplo espectacular de ello.

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Para acabar la primera vuelta el hoyo 9 es un par 4 en dogleg hacia la izquierda donde nuevamente hay bunkers desérticos enormes que protegen la calle por la línea hacia el green.

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Mucho ojo a los bunkers que protegen el green. Dan miedo.

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El hoyo 10 es otro hoyo con la calle flanqueada por bunkers también gigantescos en su parte izquierda; alguno esta tan cerca que realmente nunca entrará en juego. Nuevamente tenemos un green pequeño con un falso frente y con bunkers en su parte izquierda.

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El 11 es un par cuatro en dogleg hacia la derecha. El tiro de driver contra el viento tiene su dificultad. Porque además hay que pensar: El  tiro más corto es por encima de unos bunkers de un tamaño enorme que hay en la parte derecha aunque podemos elegir una línea más conservadora, dejándonos una distancia mucho más larga al green.

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El 12 es el clásico hoyo Cape con una calle aplatanada y un tiro con riesgo-recompensa. Un bunker contornea el lago y protege el tiro de los más arriesgados. La calle parece mucho más estrecha de lo que es y está marcada por un búnker en el fondo de la calle a que parece que se puede llegar muy fácil. Esta es la vista desde detrás del green.

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El hoyo 13 es un par tres con agua por delante. Una bandera esquinada puede provocar que nos demos un baño.

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El 14 es un dogleg hacia la izquierda. Nuevamente tenemos agua en toda la parte izquierda de la calle.

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Seguimos entre lagos: El hoyo 15 vuelve a ser una salida peligrosa si uno no sabe calibrar bien la distancia que hay hasta tierra. Además la calle tiene montículo que hace que las bolas reboten mansamente hacia el lago. Firmes y rectos.

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El hoyo 16 es un par tres magnífico. El fuerte viento que viene la derecha nos llevará las bolas al lago. Hay que tirar más o menos hacia búnker la derecha. Lo normal es que vayamos largos de palo para evitar el agua.

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El green, en forma de flan, cuenta con un bunker trasero muy grande que vendrá a recoger la mayoría de las bolas.

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El 17 es un par cinco cuesta abajo y con viento favor. La calle es muy ancha pero hay tres bunkers en la parte izquierda y uno en la derecha que parece amenazar el tiro. Hay que apretar bien el driver: con viento y desnivel podremos conseguir distancias estratosféricas y tirar con hierro para intentar el eagle. (Este cronista falló el putt de eagle, arrancando un nunca mal birdie).

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Y para acabar el 18,  un par cuatro muy marcado por dos bunkers que marca la línea de tiro y  esconden la calle. El green también muy protegido por contornos y curvas. Sobre todo un bunker en la derecha (que recoge los efectos del viento) y una profunda depresión en la izquierda de las que arruina vueltas.

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Esta foto muestra el green desde atrás: estrecho y con mucho movimiento.

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Dye Fore Chavón, Casa de Campo (República Dominicana)

5 de abril de 2015 4 comentarios

A escasos 8 kilómetros del Teeth of the Dog y bajo el nombre de Dye Fore contamos tres recorridos de 9 hoyos. Ya he comentado el campo de Dye Fore Marina; hoy le toca a los impresionantes 9 hoyos de Chavón: unos hoyos espectaculares, grandiosos. Todo es gigantesco: el recorrido, las calles, los bunkers, los greenes y el viento. Y las vistas.  Sobre la meseta, a 100 metros del río Chavón, Pete Dye diseña un campo singular, sin apenas arbolado, totalmente expuesto. El paisaje es asolador, y la total ausencia de referencias juega con el jugador para despistar los tiros más sencillos. Esta es la vista del hoyo 9 del recorrido desde la cafetería: una cerveza fría con estas vistas sabe mucho mejor.

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El hoyo 1 tiene unas vistas sobrecogedoras desde lo alto del tee de salida, sobre el río. Es un par 5 con una calle casi ciega pero muy ancha. El tiro lógico es hacia el búnker. Es una calle ancha, noble, con bunkers enormes y un green realmente grande.

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El tiro a green está marcado por una pequeña vaguada antes del mismo. Y por la presencia del cañón en la parte derecha por donde serpentea el río.IMG_7734

El hoyo 2 es un dogleg hacia la derecha con la calle peraltada hacia este lado. La sensación de enormidad permanece. El viento azota. Es un hoyo muy largo contra el viento. Destaca una vez más un enorme bunker en la derecha y una pequeña loma en la izquierda.

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Otro precioso green enorme recibe el hoyo.

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El recorrido continúa con un par 3 espléndido, en el que hay que sobrevolar una vaguada muy arbolada con el tee y el green colgados sobre el valle del río. Varios bunkers protegen la zona segura. Pese a la dificultad, y como siempre, Dye coloca tees mucho más asequibles para señoras. También hay tees para pros que dan miedo.

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El hoyo 4 es un dogleg hacia la derecha muy marcado. Todo a la vista: bunkers, vaguada, green. El tee es más largo que una pista de aterrizaje, y alberga todos los tees de colores posibles.

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Seguimos sobre el río con el hoyo 5, un dogleg hacia la izquierda. Un gran bunker de calle marca la línea de tiro. El río a reposa en la parte izquierda. El viento sopla fuerte de cara.

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El tamaño de los bunkers es enorme y además oculta la línea de tiro a green.

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El hoyo 6 es otro par 3 con barranco, y mucho más largo que el anterior. Aquí tendremos probablemente que conseguir 160 metros de vuelo. El viento juega llevándose la bola de izquierda a derecha. Así que si queremos ir hacia bandera, tendremos que casi apuntar hacia el barranco.

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Atención pegadores: hoyo 16: un par 4 recto y con viento a favor. Más que viento, huracán. Momento de lucirse y de intentar dejar la bola en green. Obviamente encontraremos un green rodeado de bunkers.

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Otro par 4 continúa en el hoyo 17. Una gran vaguada debe ser sobrevolada para llegar a un green en alto y con forma de flan a 280 metros del tee. Hay un bunker con forma de ataúd justo a la izquierda del green. Grandioso.

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Por último el hoyo 18 es un par 5 con una calle doble. Desde el tee vemos, a través de un pequeño valle, el green y sus bunkers. Pero lo sensato es jugar por la derecha, porque la calle recta se hunde un una profunda depresión, y tendremos un stance complicado.IMG_7753

Desde el tee del 1 vemos perfectamente la calle doble, totalmente inclinada y deprimida la parte de la izquierda. Es un hoyo espectacular para terminar este precioso recorrido.IMG_7733

Dye Fore Marina, Casa de Campo (República Dominicana)

25 de marzo de 2015 4 comentarios

A escasos 8 kilómetros del Teeth of the Dog y bajo el nombre de Dye Fore contamos tres recorridos de 9 hoyos que iré comentando en siguientes posts: Marina, Chavón y Lagos. Los tres son completamente diferentes, por lo que estamos hablando más bien de tres campos de nueve hoyos. Se pueden jugar dos con el green fee, aunque prácticamente todo el mundo juega primero Marina y luego Chavón. Hoy comento este primer campo, un diseño de Pete Dye que se disfruta, sobre todo, por unas vistas espectaculares a la Marina, un puerto marítimo atestado de yates para los millonarios que pasan sus vacaciones en Casa de Campo. Y porque es un gran campo de golf.

Desde los Altos del Chavón, una viña mediterránea del siglo XVI construida en los setenta sobre el río Chavón, el golfista se dirige en buggie hacia el hoyo 1, que está a unos 700 metros del caddie master. El campo, pese a bajar y subir una montaña, es perfectamente andable y muy agradable de caminar.

El hoyo 1 es un par 5  con salida en alto y dos búnkers en la parte izquierda y una calle que no parece obvia de alcanzar con seguridad. La calle se abrirá hacia la parte izquierda.

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Un buen drive tiro a calle que se abre hacia la izquierda. El tamaño de los bunkers es gigantesco. Y como siempre con todo tipo de formas y diseños, como este cercano al green en S. El green es enorme y alargado.

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El hoyo 2 es un par 4 recto y bastante plano. Destacan unos búnkers cercanos del tamaño de un desierto. Es típico de Dye sorprender con el tamaño y la localización de sus trampas de arena, nunca de forma vulgar u obvia. El green es tan movido como una pared de Frank Gehry. Hay amplias escapatorias por la parte izquierda, allí donde el viento tenderá a llevarse la bola.

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Un fantástico par 3 de más de 160 metros nos espera. El green en alto es estrecho y recibe en diagonal, con unas vistas espectaculares sobre la Marina.

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Desde el tee del 4 podemos contemplar dos hoyos descendiendo hacia la marina, con la ría del Chavón a nuestros pies. Jugaremos dos pares 4 en dogleg hacia la izquierda, descendentes hacia greenes visibles y bien defendidos.

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El hoyo 5, como dije, es muy similar al 4. Me pareció muy interesante la ubicación de un gran bunker como la boca de un volcán que divide la calle en dos. Si vas por la derecha del bunker, caes en una pequeña depresión desde la cual no tienes línea visual al green. Esta es la penalización para aquellos que busquen tiros seguros. Por la izquierda del bunker la calle es más estrecha y un mal bote te puede llevar la bola fuera de límites. El green es largado y cuenta con varios pianos suaves.

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El hoyo 6, ya dando la espalda a la Marina, es un par 3 muy difícil. El viento a favor desde la derecha hace misión imposible para la bola en un green que recibe en diagonal, y con abundantes caídas.

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Esta es la vista trasera del green, con sus dos bunkers en la parte derecha.

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El hoyo 7 es un precioso par 5 cuesta arriba. Destaca un espectacular bunker con extraños montículos de hierba densa diseñados para maltratar al golfista de fade. Estos adornos son muy típicos de Dye. La pendiente es muy suave y perfectamente andable.

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Otro gran par 5 continúa ascendiendo. Nos encontramos con un enorme bunker a la derecha, separando la calle de las enormes mansiones de la zona. La calle tiende a llevarse la bola a este bunker.

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Serpentea hasta llegar a un green pequeño, elevado y protegido por muchos bunkers.

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Por último el hoyo 9 es un sensacional dogleg hacia la derecha y contra el viento. Destaca un gigantesco  bunker a la derecha de la calle en línea de bandera. Otro hoyo riesgo-beneficio tan típico de Pete Dye. Contra el viento es un hueso tremendo para terminar este buen recorrido.

 

Teeth of the Dog, Casa de Campo (República Dominicana)

15 de marzo de 2015 8 comentarios

El complejo de Casa de Campo en la Romana es el destino golfístico más premiado del Caribe, votado como mejor hotel de golf del mundo, en el que se pueden jugar tres campos (y medio) firmados por el arquitecto Pete Dye, la leyenda viva más famosa del mundo hoy. Hoy comento el «Diente», el más famoso del complejo, incluido en el top 50 del mundo en casi todos los rankings, que tuve la fortuna de jugar recientemente.

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Estamos en un campo preparado para americanos: mantenimiento perfecto, distancias en yardas, cinco tees de salida con los colores habituales en Estados Unidos, coche obligatorio (aunque es un campo delicioso para caminar, con un routing espectacular donde cada tee está pegado al green anterior), caddie obligatorio; hasta el nombre del campo está en inglés: los Dientes de Perro se refirieren a la forma de los arrecifes coralinos que bordean sus calles.

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Aunque hay gente que dice que es un links, evidentemente es un «campo tropical con vistas». El juego con caddie es obligatorio aunque, en mi caso, el caddie se limitó a conducir el buggie mientras mi compañero y yo disfrutamos de un paseo glorioso. Porque es difícil concentrarse en el juego con tantas distracciones: el campo es una belleza caribeña y los hoyos de costa son seguramente los mejores hoyos con mar del mundo (en la foto, el green del hoyo 7)

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Pete Dye no complica sus campos desde el tee de salida: las calles son anchas como praderas, y no están preparadas para perder bolas. El rough es casi inexistente. Destacan los búnkers: abundantes, ubicados de una manera aparentemente aleatoria y natural, pero no demasiado profundos, y los hay a cientos, de formas curiosas, algunos pequeños como una mesa camilla, otros grandes como desiertos. Pero donde están las defensas es en los greenes elevados, en sus falsos frentes, contornos, ondulaciones, caídas, escalofriantes escapatorias y bunkers cercanos. La foto, abajo, es el green del 10, uno de los más difíciles. Además, con el viento constante el campo no deja escapar muchos birdies.  Es un campo del que uno sale con la sensación de haber se dejado muchos golpes tontos.

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El campo fue inaugurado en 1969. Algún enemigo de Pete Dye le ha hecho una estatua que da la bienvenida al visitante al llegar al Caddie Master. En una placa nos explica que los hoyos de mar los diseñó «el de arriba». «Yo creé 11 hoyos, y Dios creo 7».

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El hoyo 1  es un par cuatro en ligero dogleg de izquierda a derecha, aunque realmente la calle es anchísima: lo único que nos puede inquietar los los bunkers que están a la izquierda.

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El mejor ángulo entrada está por la parte izquierda de la calle porque el green recibe en diagonal sobre una plataforma elevada. El enorme green cuenta con un falso frente y varias escapatorias y badenes sutiles.

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El hoyo dos es un par 4 recto con la salida más intimidatoria: por toda su parte izquierda discurre un obstáculo formado por una especie de waste-area de piedras que asusta desde la salida. Aunque no lo parezca, por la parte derecha tenemos bastante espacio para jugar sin peligro.

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El hoyo 3 es un par 5 bastante recto y no demasiado largo. Otra vez vemos muchos bunkers, sin orden, sin estructura, con una fuerte sensación de naturalidad. Normalmente la salida es contra el viento.

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El green es el problema del hoyo: un green elevado en un flan. Y estrecho. Será difícil cazarlo de dos golpes. Hay que ser preciso con el pitch.

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Desde un tee ligeramente en alto un gran bunker marca el centro de la calle del hoyo 4. La calle vuelve a ser generosa por la izquierda. Ya adivinamos la costa. Para proteger el acceso al green hay cuatro bunkers delanteros y dos traseros que protegen la parte izquierda de la calle.

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El approach al green es francamente bonito: el green parece colgar sobre el océano.

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Llegamos al hoyo 5, quizá el par 3 más bonito que he jugado nunca. He jugado muchos hoyos junto al mar, pero no tan cerca del nivel del mar. Sobre el papel parece un hoyo muy fácil, un tiro corto y fácil. Después de calmar las pulsaciones, uno se enfrenta a un tiro de 130 metros con viento fuerte a favor y a un green que parece un sello de correos. Una bola cerrada se bañará. Un suave fade nos puede llevar a los árboles de la derecha. Sólo hay un sitio donde tirar: a la bandera.

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El hoyo 6 es el handicap 1 del campo. Un dogleg de izquierda a derecha con viento a favor y desde un tee a nivel del mar. La calle recibe ascendente: es el momento de cerrar bien la bola con un buen draw: con viento nos quedarán pocos metros al green.

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El tiro no es excesivamente complicado a un green protegido por un bunker lateral izquierdo. El green es enorme y algo movido. Detrás una mansión en obras se construye sobre la antigua casa de Pete Dye.

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El hoyo 7 vuelve a ser un par 3 glorioso, mucho más largo que el hoyo 5. El green es más grande y está rodeado por un bunker también de mayores dimensiones, pero tenemos casi 160 metros con viento a favor. El green tiene varios pianos que empañarán los putts de lágrimas.

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El siguiente hoyo también cuenta con una salida espectacular, y repite el esquema de dogleg hacia la izquierda.

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No hace falta poner bunkers para complicar un hoyo. El green del 8 es una maravilla estratégica de Dye: un green elevado en forma de boomerang se eleva entre dos grandísimas depresiones. No es fácil parar un hierro largo con el viento a favor en un green así. Si queremos ir a bandera nos podemos pasar de green. Si vamos por la derecha nos meteremos en un agujero que parece un volcán, y tendremos un approach complicadísimo. Jugar corto tampoco es aconsejable. Este es el approach desde el frente.

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Y desde la vaguada a la derecha del hoyo, el approach es dramático.

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Dejamos la costa para ascender hacia la casa club con un par 5. ¿Cómo conseguir que un bunker lateral de calle entre juego para todos los niveles de juego? Dye lo hace de 100 metros de largo. El viento se llevará todas las bolas hacia este bunker. Desde ahí la calle asciende hacia un green en alto y bien protegido por bunkers.

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El 10 está cruzado por un canal de piedra pequeñito que ofrece dos niveles de calle. Es un dogleg hacia la izquierda con un inmenso waste bunker en toda la parte izquierda. Otra vez riesgo recompensa: si queremos ganar metros hay que apurar la esquina del waste area. Si queremos asegurar, hacia las casas del fondo.

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Un gran green aguarda, bien cargado de bunkers rodeando sus contornos y caídas, sinuosos como una caribeña explosiva.

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El hoyo 11 es un par cinco espléndido marcado por un arbolaje espectacular. Vemos hasta cuatro bunkers jalonando la calle en la parte derecha y un gran bunker de la parte izquierda elevado sobre un pequeño montículo, que si superamos haremos muchos metros. Cerca del green veremos uno de los bunkers más pequeños del campo.

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Nuevamente un green elevado, movido, precioso y bien contorneado.

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El hoyo 12 es un par 4 complicado. No veremos desde el tee de salida el green, que estará a la izquierda de la calle. Un green muy difícil de ver y con muchos bunkers protegiendo su acceso.

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El 13 es un par 3 en isla, pero rodeado de arena. El green está bastante elevado, por lo que hay que cazarlo de vuelo. Es el clásico green en forma de flan, donde el centro del green es el punto más alto.

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Volvemos hacia la costa y contra el viento con un par 5 tipo «Cape«. El obstáculo de agua de la parte derecha está bien rodeado de un enorme bunker. Tres bunkers en la izquierda marcan el tiro.

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Otro detalle divertido: cuanto más apuremos cerca del agua, peor stance tendremos, ya que Dye ha colocado un montón de pequeños montículos en esta parte de la calle para dificultar el stance.

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Volvemos a la costa para los hoyos 15, 16 y 17. El 15 es un Cape, par 4 relativamente corto y con una salida preciosa. Hay que apuntar bien hacia la izquierda para no visitar el obstáculo de agua.

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Esta es la vista espectacular del hoyo desde atrás. Nada es vulgar en los contornos de los greenes de este campo.

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El hoyo 16 es un hueso tremendo. Un par 3 contra el viento y con mucho riesgo de visitar el agua. Hay que agarrar el hierro largo (o híbrido), apretar los dientes y lanzar la bola muy recta.

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El 17 es también un hoyo complicadísimo, porque es un par 4 muy largo contra el viento y nuevamente con el mar pegado a nuestra calle. El último día tuve un momento «Tin Cup» intentando cazar el green desde 190 metros y con viento en contra. 3 bolas al océano. Ojo con el falso frente en en green.

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Para terminar, el 18 resulta un buen hoyo de cierre, pese a alejarse de la costa. Delante del tee de salida hay un enorme trozo asfaltado. Es el resto que queda de la pista de aterrizaje que había aquí hasta hace pocos años, y así preservada para las generaciones venideras. Tenía que ser curioso dejar de jugar para ver aterrizar a los aviones.

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Tenemos un par 4 con obstáculo de agua en la izquierda, hacia donde sopla el viento. Es el hoyo que se disfruta cada mañana desde el desayuno tropical del hotel. Podemos ir por la derecha de la calle (más distancia) o ir por la parte más recta hacia el green (aunque nos podemos ir al bunker). Desde ahí a green para terminar con una enorme sonrisa en la boca.

Pete Dye, el diseñador diabólico

15 de febrero de 2013 12 comentarios

Pete Dye golf CoursesPete Dye es un diseñador de campos americano a quien conocemos, sobre todo, por sus brutales diseños. Tuve la fortuna de jugar uno de sus campos, Pound Ridge, en Nueva York. Se dice que los campos de Dye son «dye-bolicos», es decir, retos temibles para el jugador más experimentado. Campos donde los pros sufren de verdad. Dye ha firmado muchas joyas famosas: el Ocean Course de Kiawah Island (sede de una Ryder y del PGA 2012 que ganó McIlroy), Casa de Campo (el más famoso es el Teeth of the Dog, aunque luego diseñó más en este complejo de la República Dominicana), Harbour Town (inconfundible su faro, ver foto más abajo), Whistling Straits (donde Kaymer ganó su PGA), Mission Hills en China y por supuesto el TPC de Sawgrass, con quizá el par 3 más famoso del mundo. Este hoyo es portada del libro «Pete Dye Golf Courses» que acabo de leer.

Una frase resume bien su alma de sádico torturador: «El golfista apasionado jugaría en el monte Everest si alguien pusiera una bandera en su cima… el golf no es un deporte justo, así que por qué construir un campo justo».

Para dar una idea de su dureza, la primera vez que se jugó el The Players en 1982, el TPC de Sawgrass acogió un plantel espectacular de jugadores, entre ellos 6 ganadores de grandes: Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Lee Trevino, Johnny Miller, Lanny Wadkins y Hal Sutton sumaban 35 majors. Ninguno pasó el corte del torneo. La opinión de los jugadores tras el torneo no tiene desperdicio: «Nunca fui bueno parando un hierro 5 en el capó de un coche», dijo Nicklaus. JC Snead remató: «Este campo es un 90% estiércol de caballo y un 10% de suerte». A raíz de esta debacle, Dye suavizó el recorrido. Lo primero que hizo el ganador de aquella edición, Jerry Pate, fue tirarle al agua junto con el comisionado del PGA Tour Deane Beman. En la icónica foto, el momento en que Jerry se tira al agua.

Beman Dye Pate

Una breve reseña biográfica: nacido en 1925, lo primero que hay que decir es que Pete Dye se llama Paul D. Dye. Pero para diferenciarlo de su padre, se le llamó PD, que luego fue Pede y al final Pete. Fue un jugador amateur notable, y esto le permitió jugar el Old Course de St Andrews un British Amateur de 1963 (con 38 años). Su primera impresión del campo fue que era «un prado de cabras». Sin embargo fue progresando en el torneo y después de 7 vueltas empezó a entender la grandeza del campo. Desde ahí visitó todos los grandes campos clásicos escoceses, de donde copió muchas de sus ideas: los pot bunkers, por ejemplo, o el uso de traviesas de ferrocarril para limitar bunkers. (Pete Dye escribió un libro titulado: «Enterradme en un pot bunker«). En realidad Dye ponía bunkers de todos los colores y tamaños.

PeteDye

Pete Dye empezó su carrera profesional en el mundo del seguro, pero dejó la misma para hacerse diseñador de campos, junto a su inseparable mujer Alice (que colabora con él en todos sus diseños). Su primer campo data de 1961 (Dye tenía 37 años). Su método de trabajo es siempre el mismo: sin contratos, planos, maquetas en 3D o dibujos por ordenador. Dye trabaja con un apretón de manos y andando la finca durante innumerables días hasta que el campo se va formando en su mente. Es un artista meticuloso, con enorme atención al detalle, y que siempre presta una enorme atención a la estrategia de juego y a la estética del campo. Sus campos son un puzzle para el jugador: exigen rigor en el juego y precisión en cada golpe. Cada hoyo debe ser memorable.

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Su primer gran éxito fue Harbour Town, uno de los campos más respetados de Estados Unidos. Dye se enfrentó a una finca plana y algo sosa y diseñó un campo memorable. Utilizó las encinas para bloquear entradas al green. En una época donde el gran Robert Trent Jones diseñaba campos con tees, bunkers y greenes enormes, Dye trazó greenes pequeños y pot bunkers (aunque en el 13 el bunker abraza casi completamente al al green).

Harbour Town Golf

Desde los 60 Dye ha diseñado más de 100 campos, casi todos en Estados Unidos.

La filosofía de diseño de Dye está explicada en su web. Transcribo sus ideas.

  • Los campos deben ser jugables por todo tipo de jugadores, desde principiantes a profesionales. Hay que introducir jugadores nuevos y hay que retar a los que saben. Para ello Dye suele emplear hasta 5 tees de salida. Aunque hay que adaptarse al cliente: si el promotor quiere un campo difícil, Dye afilará el lápiz de diseño para crear un campo de pesadilla.

Indiana

  • La experiencia de golf debe ser memorable. El jugador debe ser capaz de recordar los 18 hoyos al terminar la vuelta. Hay que evitar hoyos vulgares o repetidos.

18-pete-dye-course Colleton River Club

  • Las calles deben de ser anchas. Un famoso arquitecto dijo: «Calles estrechas y hierba alta son los malos remedios a un diseño pobre». Dye sobre todo piensa en campos públicos, donde el juego lento es un problema. No basta con coger calles: hay que tirar el drive a una zona determinada de la calle para ir a por birdies.
  • El golf se juega más agradable cuando es cuesta abajo. Da una mejor perspectiva del golpe.
  • Dye también es acreditado por rediseñar de nuevo pares 4 cortos.
  • Los greenes grandes reducen el stress sobre los mismos cuando hay mucho jugador. Eso al final favorece un uso reducido de fertilizantes y pesticidas, lo que redunda en un daño menor al medio natural.

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  • Dye también dice que trabaja de cerca con  los greenkeepers y responsables de mantenimiento para que éste sea mínimo (en realidad todos los arquitectos dicen esto). Las caras de los bunkers deben poder favorecer la entrada de máquinas.
  • También Dye deja amplias áreas nativas que no exijan mantenimiento. Son muy típicas sus «waste areas».

En el año 2008 Pete Dye ingresó en el Salón de la Fama de golf.