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Vidago Palace Hotel Golf, Portugal

24 de noviembre de 2015 Deja un comentario Go to comments

A unos 120 kilómetros de la ciudad de Oporto está el Vidago Palace Hotel, un espectacular palacio que fue inaugurado en 1910, un día después de la proclamación de la República Portuguesa. El palacio pasó de ser residencia de verano del rey Manuel II  a un hotel de lujo, en su época el más lujoso de Europa, y que ha sido recientemente remodelado a fondo. El hotel sigue capturando el encanto de la Belle Epoque, algo parecido al Gran Hotel Budapest de la película.

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El hotel cuenta con un recorrido de 18 hoyos. El campo original tenía 9 hoyos, par 32, obra del insigne arquitecto escocés Philip Mackenzie Ross, uno de los grandes arquitectos de la historia, autor del Ailsa course en Turnberry, Southerness y que vivió muchos años en Gran Canaria. El campo original data de 1936. Este es el boceto del campo (en azulejo, naturalmente).

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En 2010 el campo fue remodelado completamente, y sobre los 9 hoyos originales se realizaron 6 hoyos de golf nuevos, al los que se añadieron 12 más en fincas adyacentes. Los autores son los arquitectos Cameron Powell. En la foto el green del 9..IMG_0020

La web de los arquitectos detalla los cambios operados en el diseño. El recorrido actual consta de 4 hoyos entre árboles centenarios a los que se accede caminando desde el hotel, 8 hoyos más despejados y llanos, y los 6 últimos hoyos donde el diseño serpentea por las montañas anexas. Destacan unos tees construidos sobre terrazas de piedra imponentes, unos greenes enormes y normalmente elevados, y sobre todo unos bunkers tremendos, por lo profundo, y con un diseño clásico tipo «ombligo», donde la ladera del bunker está en su mayoría recubierta de hierba, y donde el fondo del bunker, profundo, nunca será plano. En la foto el green del 3.

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Después de pasar por la enorme casa club de piedra, y tras pasar varios edificios clásicos entramos en el hoyo 1, un par 4 recto y enmarcado entre árboles enormes. Es prácticamente el mismo diseño de Mackenzie Ross (alargado 75 metros). Los tonos de las hojas otoñales dan el colorido brutal y también avisan de que el rough y la calle va a estar lleno de hojas. Es normal tardar en encontrar bolas, y si nos salimos de calle lo tenemos difícil. En este hoyo encontramos quizá el starter más encantador de un campo de golf.

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Destaca un green elevado y amplio, con una superficie nunca recta, muy bien rodeado de bunkers.

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El hoyo 2 es un par 5 también recto: desde el tee podemos ver todos los peligros delante. Estamos muy al norte de Portugal, en el valle del Duero y en una zona muy lluviosa, por lo que encontramos el campo muy mojado. Una caseta de piedra enmarca el tiro desde el tee. Este hoyo está construido sobre el par 4 corto que cerraba el recorrido original.

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El hoyo 3 es un par 3 relativamente largo pero con un green gigantesco. Un canal cruza por delante del mismo, por lo que las distancias son claves. Es el hoyo 6 del diseño original, curiosamente acortado.

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El siguiente hoyo 4 es un par 5 recto. El riachuelo cruza por la calle a distancia de segundo golpe por lo que el golfista tiene la duda de si lanzarse al green de dos o jugar más conservador. El green es muy curioso, con un bunker protegiendo una lengua del mismo por su parte derecha, donde está la bandera. Está construido sobre los hoyos 7 y 8 de Mackenzie Ross.

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A partir del hoyo 5 salimos del bosque, entrando en hoyos completamente nuevos. El tee está junto a una especie de mansión castillo abandonada. Estamos ante un dogleg hacia la izquierda con mucho bunker en medio de la calle. Un hueso larguísimo y ascendente, uno de los retos más complicados del campo.

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Otro green enorme y con muchas caídas. Al fondo, una de las construcciones históricas del campo.

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El hoyo 6 es mucho más amable. Destaca un pozo a la derecha del hoyo, con su canal correspondiente. El hoyo 7 es un par 3 no muy largo y que cuenta con un green enorme. Nunca hay que pasarse: el río va por detrás.

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El 8 es un par 4 corto y recto. El 9 otro par 4 recto pero con agua por toda la margen izquierda de la calle. La parte derecha está bien protegida por esos bunkers semiocultos. Otro green gigante y elevado.

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El 10 cuenta con una salida en alto y una calle que gira hacia la derecha. El green cuenta con un arroyo justo cruzando por su parte frontal.

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El 11 te ofrece una calle en ascenso y es un dogleg casi en 90 grados hacia la derecha.

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Hay que llegar arriba para tener tiro a un green muy elevado respecto de la calle.

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Desde las alturas descendemos de nuevo con un par 3 con fuerte desnivel. El green vuelve a ser de proporciones generosas y está bien rodeado de bunkers. Cuenta con varios pianos irregulares.

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Una salida semiciega recibe el hoyo 13, un ligero dogleg hacia la izquierda.

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El hoyo 14 es una pequeña maravilla: una calle en ascenso continuo hacia un green muy elevado y con tres bunkers enormes en la parte derecha. El primero, de superficie irregular, es una especie de gran mapa de Portugal que te recibe. Por la derecha un conjunto irregular de roca granítica marca la zona a evitar. Un green amplio que recibe también en ascenso.

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Los últimos tres hoyos son descritos por los autores como «heroicos», aunque para el golfista que juega por primera vez son excesivamente truqueros. El 15 es un par 5 muy curioso, siempre en descenso y como en un tobogán inmenso e irregular. Desde el tee del hoyo 15 no vemos mucho más que una calle en descenso.

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El segundo tiro va girando ligeramente hacia la izquierda a un green mucho más bajo y enorme.

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Los tres últimos hoyos siguen serpenteando por la montaña y son bastante irregulares. El 16, handicap 1 del campo, es un dogleg hacia la izquierda en casi 90 grados, con la calle muy inclinada, por lo que el segundo tiro tendremos la bola mucho mas alta que los pies. Está diseñado sobre los antiguos hoyos 2 y 3 del campo original.

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El green es un espectáculo de caídas y pianos.

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El 17 es un par 5 ciego que cuenta con un conjunto de tees espectacular en lo alto de la montaña, de ahí el sobrenombre de «Nido de Aguilas». Diseñado sobre los hoyos 4 y 5 del diseño original, es un hoyo muy truquero, donde es difícil saber la línea hacia un green muy escondido en la derecha.

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Un segundo tiro completamente ciego exige conocer bien la línea para no perder bola en el bosque que rodea al green.

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Para terminar un par 3 en descenso muy largo a un green bien protegido por pot bunkers. Al fondo, el palacio de Vidago.

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En definitiva, un recorrido irregular, con hoyos buenos y otros menores, que es obligatorio disfrutar si uno se hospeda en su fantástico hotel.

 

 

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  1. 3 de febrero de 2018 a las 09:44

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