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Archive for the ‘Libros’ Category

El swing de Donald Trump

13 de May de 2016 Deja un comentario

Ya comenté hace algún tiempo que todos los últimos presidentes de Estados Unidos han sido golfistas. Así que si seguimos esta estadística parece que Donald Trump, empresario de éxito en el mundo del golf (con campos como éste o éste), cuenta con ventaja. Me parece que Hillary Clinton no suele acompañar a su marido en sus rondas de golf.

El swing de Donald Trump es poderoso y notable para un hombre de su corpulencia. Un jugador de cadera, con potencia, y que luce un hándicap 3. Rick Reilly, en su libro «Who’s your Caddy«, explica que es un jugador brutalmente tramposo. Este vídeo muestra su swing.

Hank Haney también analizó el swing de Trump.

Quizá sea por ello por lo que si los golfistas votaran, Trump arrasaría. Así lo dice una encuesta reciente en Estados Unidos.

 

 

 

El futuro del golf en China

17 de diciembre de 2015 1 comentario

blogs-the-loop-loop-book-forbidden-game-350Este mes mis obligaciones laborales me han traído a China, el país más poblado del mundo y un actor principal en el mundo del golf. Aprovechando el viaje he leído un libro sobre el golf en China, «The Forbidden Game«, de Dan Washburn.

El libro cuenta la historia del golf chino a través de tres vidas: dos chinos, Zhou Xunshu, un jugador profesional chino y Wang Libo un agricultor de lichis cuya finca es arrasada por un campo de golf; y Martin Moore, un diseñador americano que trabajó extensamente en el país.

La historia del golf chino es muy reciente. Tras la revolución comunista, el golf fue abolido por los comunistas por tratarse de un «divertimento burgués para millonarios». Sus colegas cubanos no opinaban lo mismo.

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Hong Kong, entonces colonia británica, se convirtió el el refugio del golfista chino. Hasta 1984 no se pudo dar un swing en China, hasta que Arnold Palmer diseño el Chung Shan Hot Spring, junto a Hong Kong.

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Más adelante, y también en la frontera de la colonia, el club de golf de Mission Hills fue construido, acogiendo la copa del mundo de golf en 1995. Fue la primera vez que se pudo ver un evento en China retransmitido sin censura al mundo entero. El libro relata la espectacular construcción de este complejo brutal donde se construyeron 5 campos de golf en 1 año. Hoy Mission Hills cuenta con 12 campos de golf de 18 hoyos, el mayor complejo de golf del mundo.

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Los chinos se lanzaron a construir campos hasta que en el 2004 el gobierno prohibió los campos de golf excepto en la provincia de Hainan. Sin embargo, en estos últimos 10 años, más de 500 campos se han construido, lo que demuestra una cierta laxitud gubernamental. China se convirtió en una cita habitual en los calendarios profesionales.

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Tal desarrollo ha sido posible porque los gobiernos locales y regionales han visto al golf como un motor de desarrollo económico y prosperidad, en contradicción flagrante con sus propias normas. También porque este es el país de la «Cultura del Pelotazo» con mayúsculas. Proyectos faraónicos en el país de la corrupción rampante y de los derechos individuales pisoteados; del desastre medioambiental y la desigualdad.

En 2012 el Politburo chino cambia y el nuevo gobierno se propone terminar con la corrupción. Desde entonces el golf ha vuelto a ser perseguido; muchos proyectos detenidos y campos cerrados desde entonces. En Pekín, por ejemplo, un impuesto sobre el agua ha provocado que el coste anual de un campo de 18 hoyos haya ascendido a 10 millones de dólares. En la foto, el espectacular Stone Forest Country Club.

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Los empresarios locales han intentado ocultar sus campos a los inspectores, plantando árboles en calles y greenes, tapando bunkers y tapando los caminos, para presentar sus campos como parques. Se estima que unos 100 campos serán destruidos en los próximos años.

El gobierno chino ha dado una vuelta de tuerca adicional en octubre de 2015. Desde el 1 de enero de 2016 se prohibe la práctica del golf a los 88 miembros del partido comunista chino. No es la única prohibición: entre otras, tampoco se les permite asistir a banquetes o ser infiel a sus parejas. No sé cual de las tres prohibiciones es más absurda. Y más en un país brutalmente capitalista, donde el único señor es el dinero.

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Aún así hoy hay 380.000 jugadores y pronto veremos crecer este número por encima del millón de licencias. Seguirá siendo un deporte muy minoritario: el golf es un deporte mega exclusivo en China, sólo apto para gentes de clase muy alta.

Un campo de golf chino está en las listas de los mejores (y más exclusivos y extravagantes) del mundo: Shanqin Bay es un club de golf con sólo 22 socios. La cuota de entrada es de 1 millón de dólares. Si tienes la suerte de jugar es diseño de Coore & Crenshaw y te recibirá el director general y un asistente y chófer en el aeropuerto para llevarte al club. Tendrás una atención personalizada por sus más de 200 empleados.

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Cómo conseguir que los dioses del golf te favorezcan

24 de junio de 2013 Deja un comentario

El golf es un deporte cruel. Horas y horas en el campo de práctica para que en el momento de la verdad los sockets, slices y putts puleados nos arruinen las vueltas. ¿Hay solución? Sí, amigos, la hay.

En muchas de sus victorias Tiger Woods ha mencionado que los dioses del golf le han sido favorables. Y muchos otros golfistas han realizado veladas referencias a estos seres. Muchos artistas han realizado variada iconografía sobre estos dioses (como esta imagen de esta web) ¿Quiénes son estos dioses y como conseguir sus favores?

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En un poético libro sobre Irlanda he encontrado la respuesta. El libro es «An Emerald Odyssey. In Search of the Gods of Golf and Ireland» y es un relamido y cursi recorrido por los campos de la isla verde, con mucha mística y poca foto. El libro cuenta cómo desde la sede central en Sunnyvale, California, el «Reverendo» Mark Weeks preside la WWCG (World Wide Church of Golf), es decir la Iglesia Global del Golf. Por sólo $17,93 (más 3 dólares por gastos de envío), Weeks ofrece a su congregación la toalla oficial del WWCG, la taza oficial, un arregla-piques y marcadores de bola. Y con ellos la gracia, a través de una bendición pastoral: «Que los dioses del golf te acompañen».

La web aclarar cómo actúa esta gracia divina:

  • Comunicación instantánea con el dios del golf (súbitamente la web se ha hecho monoteísta).
  • Pedir por la victoria en partidos cruciales.
  • Pedir perdón por sobreconfianza
  • Recibir bendiciones y trato de favor
  • Garantía de respuesta: todas las peticiones serán respondidas por la más poderosa web del mundo.

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Muerte en el hoyo 18

3 de abril de 2013 2 comentarios

Muerte en el hoyo 18

No conocía la obra del escritor Harlan Coben y sus novelas de misterio protagonizadas por el agente deportivo Myron Bolitar. Hace poco cayó en mis manos la cuarta novela de su serie, y su título me decidió a adentrarme en su trama. Se titula «Muerte en el hoyo 18«, una traducción algo vulgar del original «Back Spin».

Tanto el autor como el personaje demuestran desde el principio su desconocimiento absoluto del golf. Estamos ante una novela negra ambientada en un US Open, nada menos que en Merion (la sede del US Open de este 2013), aunque lo mismo hubiera sido ubicarla en un campeonato de lucha grecorromana o en una exposición de tulipanes. El autor se despacha a gusto con una amplia gama de tópicos y prejuicios: que la ropa de golf es fea y ridícula, que si los golfistas no tienen sentido del humor, son unos «ricos repipis, con esa inflexión gangosa que prefiere mami a mamá«, que si «la palabra deporte no le hace justicia», el club privado como sinónimo de «somos elitistas y a usted no lo queremos» o «las minorías étnicas por la entrada de servicio», etcétera. «Todos los deportes tienen su jerga particular, pero la empleada para el golf era una especie de rap para ricos». Algún personaje intenta explicar al autor lo que es el golf, pero todo queda como si este juego fuese una intrascendente droga blanda para pijos.

El traductor también se apunta a la fiesta de la ignorancia y nos otorga determinados conceptos golfísticos inéditos: en este libro los jugadores «lanzan bolas» desde el campo de prácticas y cuando alguien da un buen golpe los espectadores exclaman «¡bonito estilo!». Y en el momento culminante del US Open el jugador protagonista «lanzó el putt».

El autor pasa por ser una celebridad en el mundo de la novela negra, y lo cierto es que los diálogos son ingeniosos y llenos de ironía. La novela no ganará premios ni arrancará ovaciones pero se deja leer. Quizá por ello uno aguarda al final de la novela antes de «lanzarla» al fuego.

Increíblemente el autor omite mencionar uno de los hechos más curiosos de este famoso campo de Pennsylvania. En el East Course de Merion los hoyos no tienen banderas rematando las astas, sino cestas. Esto hace que uno no sepa la dirección del viento al ver la bandera. Nos divertiremos en el US Open.

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Foto de aquí

Pete Dye, el diseñador diabólico

15 de febrero de 2013 12 comentarios

Pete Dye golf CoursesPete Dye es un diseñador de campos americano a quien conocemos, sobre todo, por sus brutales diseños. Tuve la fortuna de jugar uno de sus campos, Pound Ridge, en Nueva York. Se dice que los campos de Dye son «dye-bolicos», es decir, retos temibles para el jugador más experimentado. Campos donde los pros sufren de verdad. Dye ha firmado muchas joyas famosas: el Ocean Course de Kiawah Island (sede de una Ryder y del PGA 2012 que ganó McIlroy), Casa de Campo (el más famoso es el Teeth of the Dog, aunque luego diseñó más en este complejo de la República Dominicana), Harbour Town (inconfundible su faro, ver foto más abajo), Whistling Straits (donde Kaymer ganó su PGA), Mission Hills en China y por supuesto el TPC de Sawgrass, con quizá el par 3 más famoso del mundo. Este hoyo es portada del libro «Pete Dye Golf Courses» que acabo de leer.

Una frase resume bien su alma de sádico torturador: «El golfista apasionado jugaría en el monte Everest si alguien pusiera una bandera en su cima… el golf no es un deporte justo, así que por qué construir un campo justo».

Para dar una idea de su dureza, la primera vez que se jugó el The Players en 1982, el TPC de Sawgrass acogió un plantel espectacular de jugadores, entre ellos 6 ganadores de grandes: Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Lee Trevino, Johnny Miller, Lanny Wadkins y Hal Sutton sumaban 35 majors. Ninguno pasó el corte del torneo. La opinión de los jugadores tras el torneo no tiene desperdicio: «Nunca fui bueno parando un hierro 5 en el capó de un coche», dijo Nicklaus. JC Snead remató: «Este campo es un 90% estiércol de caballo y un 10% de suerte». A raíz de esta debacle, Dye suavizó el recorrido. Lo primero que hizo el ganador de aquella edición, Jerry Pate, fue tirarle al agua junto con el comisionado del PGA Tour Deane Beman. En la icónica foto, el momento en que Jerry se tira al agua.

Beman Dye Pate

Una breve reseña biográfica: nacido en 1925, lo primero que hay que decir es que Pete Dye se llama Paul D. Dye. Pero para diferenciarlo de su padre, se le llamó PD, que luego fue Pede y al final Pete. Fue un jugador amateur notable, y esto le permitió jugar el Old Course de St Andrews un British Amateur de 1963 (con 38 años). Su primera impresión del campo fue que era «un prado de cabras». Sin embargo fue progresando en el torneo y después de 7 vueltas empezó a entender la grandeza del campo. Desde ahí visitó todos los grandes campos clásicos escoceses, de donde copió muchas de sus ideas: los pot bunkers, por ejemplo, o el uso de traviesas de ferrocarril para limitar bunkers. (Pete Dye escribió un libro titulado: «Enterradme en un pot bunker«). En realidad Dye ponía bunkers de todos los colores y tamaños.

PeteDye

Pete Dye empezó su carrera profesional en el mundo del seguro, pero dejó la misma para hacerse diseñador de campos, junto a su inseparable mujer Alice (que colabora con él en todos sus diseños). Su primer campo data de 1961 (Dye tenía 37 años). Su método de trabajo es siempre el mismo: sin contratos, planos, maquetas en 3D o dibujos por ordenador. Dye trabaja con un apretón de manos y andando la finca durante innumerables días hasta que el campo se va formando en su mente. Es un artista meticuloso, con enorme atención al detalle, y que siempre presta una enorme atención a la estrategia de juego y a la estética del campo. Sus campos son un puzzle para el jugador: exigen rigor en el juego y precisión en cada golpe. Cada hoyo debe ser memorable.

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Su primer gran éxito fue Harbour Town, uno de los campos más respetados de Estados Unidos. Dye se enfrentó a una finca plana y algo sosa y diseñó un campo memorable. Utilizó las encinas para bloquear entradas al green. En una época donde el gran Robert Trent Jones diseñaba campos con tees, bunkers y greenes enormes, Dye trazó greenes pequeños y pot bunkers (aunque en el 13 el bunker abraza casi completamente al al green).

Harbour Town Golf

Desde los 60 Dye ha diseñado más de 100 campos, casi todos en Estados Unidos.

La filosofía de diseño de Dye está explicada en su web. Transcribo sus ideas.

  • Los campos deben ser jugables por todo tipo de jugadores, desde principiantes a profesionales. Hay que introducir jugadores nuevos y hay que retar a los que saben. Para ello Dye suele emplear hasta 5 tees de salida. Aunque hay que adaptarse al cliente: si el promotor quiere un campo difícil, Dye afilará el lápiz de diseño para crear un campo de pesadilla.

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  • La experiencia de golf debe ser memorable. El jugador debe ser capaz de recordar los 18 hoyos al terminar la vuelta. Hay que evitar hoyos vulgares o repetidos.

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  • Las calles deben de ser anchas. Un famoso arquitecto dijo: «Calles estrechas y hierba alta son los malos remedios a un diseño pobre». Dye sobre todo piensa en campos públicos, donde el juego lento es un problema. No basta con coger calles: hay que tirar el drive a una zona determinada de la calle para ir a por birdies.
  • El golf se juega más agradable cuando es cuesta abajo. Da una mejor perspectiva del golpe.
  • Dye también es acreditado por rediseñar de nuevo pares 4 cortos.
  • Los greenes grandes reducen el stress sobre los mismos cuando hay mucho jugador. Eso al final favorece un uso reducido de fertilizantes y pesticidas, lo que redunda en un daño menor al medio natural.

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  • Dye también dice que trabaja de cerca con  los greenkeepers y responsables de mantenimiento para que éste sea mínimo (en realidad todos los arquitectos dicen esto). Las caras de los bunkers deben poder favorecer la entrada de máquinas.
  • También Dye deja amplias áreas nativas que no exijan mantenimiento. Son muy típicas sus «waste areas».

En el año 2008 Pete Dye ingresó en el Salón de la Fama de golf.

El honor de Tom Morris

24 de septiembre de 2012 7 comentarios

Es una de las imágenes más icónicas del golf. La fotografía de un anciano, vestido con un basto traje de franela, con gorra de tweed, que agarra un palo como si fuera un azadón, en un bunker pero con los zapatos impecablemente lustrados. El viejo luce una barba blanca densa. Mira a la cámara con un gesto de infinita tristeza. Es el viejo Tom Morris.

Old Tom fue el primer profesional de club del mundo. Fue greenkeeper de los links de St Andrews durante 39 años. En esos años transformó el Old Course en un campo perfecto. Diseñó más de 60 campos, cobrando siempre lo mismo: una libra por día de trabajo (a menudo necesitaba sólo un día para diseñar un recorrido de 18 hoyos). Su firma aparece en los links clásicos más renombrados: Carnoustie, Royal County Down, Royal Dornoch, Macrihanish, Muirfield… Fue un jugador notabilísimo, ganador de 4 Open Championships y de miles de torneos amateurs. Fue padre de Tom Morris, el primer profesional, es decir, el primer golfista dedicado en exclusiva a su profesión. Entre padre e hijo ganaron 8 de los primeros 12 Open Championships. Sus vidas aparecen descritas en un libro estupendo, «Tommy’s Honor«. Su autor, Kevin Cook, transforma una conocida fotografía en blanco y negro en un relato apasionante de dos vidas increíbles, y con ello nos cuenta cómo empezó todo en el mundo del golf.

Old Tom empezó su carrera como aprendiz en el taller de Allan Robertson, fabricando «featheries», las primeras bolas de golf de cuero relleno de plumas. Un trabajo artesanal: un buen artesano podía fabricar tres bolas al día. También fue un jugador notable. El golf en aquella época era un deporte de apuestas, y Old Tom ganó mucho dinero en partidos con caballeros, es decir, con la alta sociedad cuya ocupación principal era divertirse. El libro explica las diferencias de clase y la enorme influencia que tenían en sus vidas. Los Morris no eran unos caballeros; fueron unos sirvientes. De hecho Old Tom jamás pudo entrar en la sede del R&A.

Old Tom jugaba el campo cada día. Odiaba las vueltas de más de dos horas de duración. Jugaba de forma notable pero tenía yips con los putts cortos. Paradójicamente fue mejorando a medida que se hacía viejo.

Cuando aparecieron las primeras bolas de resina, las gutta percha, Allan Robertson debió sentirse como el CEO de Kodak cuando aparecieron las cámaras digitales. Se opuso frontalmente a ellas. Prohibió a Old Tom su uso. En un partido en el que se quedó sin bolas, Old Tom utilizó durante algunos hoyos una bola de gutta percha. Esto le costó el despido.

Old Tom se marchó a vivir a Prestwick, un links de 12 hoyos al oeste de Escocia, para construir y mantener el campo. Allí descubrió el método para tratar los greenes (relato ya contado en este post sobre top-dressing). Años más tarde regresó a St Andrews y convirtió al Old Course en el campo más famoso del mundo. El libro cuenta cómo transformó el campo: el nuevo green del 18, dejando la depresión del Valle del Pecado; los tees de salida, el tamaño de los greenes, incluso la creación de una barrera para impedir inundaciones con la colocación de los cascos de varios barcos y su hundimiento en arena.

El título del libro gira en torno a las circunstancias terribles que envolvieron el súbito fallecimiento de de Tom Morris Jr. en 1875, con sólo 24 años. Tom Morris Jr. fue el segundo de sus hijos (el primero murió siendo un bebé). Creció en St Andrews y jugó al golf de manera desconocida hasta entonces, inventando golpes jamás vistos. Un jugador sensacional.

Una lectura muy recomendable.

Robert Trent Jones, el arquitecto estrella del siglo XX

15 de septiembre de 2012 15 comentarios

Golf's Magnificent Challenge

Acabo de terminar un libro de Robert Trent Jones titulado «Golf’s Magnificent Challenge«sobre su vida y obra. RTJ (1906-2000) fue el primer arquitecto de campos de golf vivo que entró en el Salón de la Fama de Golf, en 1987. Fue nombrado por la revista Golf Magazine como uno de los 100 Héroes del Golf del siglo XX. Un nombre muy conocido y no por nada: más de 500 campos de golf por todo el mundo, en al menos 40 estados de los Estados Unidos y 35 países, entre ellos España. Se dice que el sol no se pone en un campo de RTJ. Arquitecto, artista, agrónomo, enormemente prolífico, creo que fue el Karajan del diseño de campos.

Cuenta su hijo Rees que el día en se su padre descubrió la aviación, desapareció de su casa. Se pasó la vida en un avión: hacía 300.000 millas al año, y en toda su vida voló más de 8 millones de millas. Tomaba aviones como quien toma un taxi. Si perdía un vuelo, tomaba otro a algún otro sitio donde poder hacer algún negocio. Un vendedor nato, en cualquier punto del planeta. Para conseguir esto tenía una estupenda habilidad: era capaz de dormirse en cualquier sitio.

RTJ tenía bastante claras sus ideas sobre lo que era un buen campo. Por ejemplo: los tees y greenes más grandes posibles, que admitían más posiciones de bandera, además de tener un mantenimiento más sencillo. Incluía siempre lagos en sus diseño como hazards y como fuente de agua de riego. Antes de que Deane Bemman inventara los «Stadium courses», con gradas naturales para el público, RTJ abogó por ellos. El primero en instalar tees variables que permiten adaptar el campo a la habilidad del jugador, los llamados tees aeropuerto.

Sus campos, definidos como terrenos mitad de ajedrez mitad campos de tiro con arco, son campos estratégicos, donde normalmente tendremos varias alternativas para llegar a green, y donde la línea más corta siempre tendrá más riesgo. Algunos le atribuyen haber inventado el «target golf». Siempre encontraremos bunkers en la calle y bunkers en el green protegiendo los tiros del golfista. El golf, para RTJ, es un deporte donde la recompensa viene de la mano con el riesgo. Se dice que RTJ te deja el bogey fácil, par difícil.

Durante la era de RTJ la construcción de campos empezó a poder emplear grandes máquinas y movimientos de tierra. Aún así, RTJ pensaba en mantener la belleza del territorio, y en que sus campos fueran estética y paisajísticamente preciosos. Son obras de arte moderno a gran escala. Un campo de RTJ anima el espíritu más que las obras pictóricas de muchos artistas modernos.

Aunque nació en Inglaterra,  su familia se trasladó a Estados Unidos cuando él tenía 5 años. Fue el primer profesional de golf  en el campo de Sodus Bay Heights, cerca de Nueva York. Problemas de salud le apartaron de la alta competición. Solía decir que hay muchos arquitectos que no saben jugar y muchos jugadores que no pueden diseñar. Para ser un buen diseñador de campos, tienes que tener ambas habilidades.

Jones estudió en Cornell University diversos cursos relacionados con la que sería su profesión de arquitecto: arquitectura de paisajes, agronomía, horticultura, hidráulica, estadística, economía e incluso oratoria. Durante el curso diseñó los 9 hoyos del campo de Cornell (abiertos en 1941; en 1954 volvería para construir los 9 hoyos restantes; hoy el campo lleva su nombre).

Tras la universidad, se asoció durante 8 años al arquitecto canadiense Stanley Thompson y trabajó en ese país, y más tarde también en USA. Después de la guerra, trabaja con Bobby Jones en el Peachtree Golf Club de Atlanta. Para evitar que pensaran que eran parientes, fue entonces cuando empezó a firmar como «Trent».

Desde aquí hasta su retiro, RTJ firma más de 500 campos de golf por todo el mundo. Entre los más famosos del mundo: Eugene Country Club en Oregon, Spyglass Hill en Pebble Beach, California, o Hazeltine National Golf Club en Minessota. También ha trabajado en el rediseño de algunos campos extraordinariamente famosos: Augusta National (1947 y 950), Congressional Blue Course (1959 y 1964), Oakland Hills (1950, 1972  y 1984), Baltursol (1952) o el Olympic Club (1954).

En España trabajó en la Costa del Sol (junto a Cabell B. Robinson) y nos ha dejado varias muestras de su obra: Valderrama, Sotogrande, Marbella Golf & CC, Los Naranjos, Las Brisas, La Cañada o los dos campos de Mijas Golf (Los Lagos y Los Olivos).

A finales de los 80 RTJ diseñó el proyecto de golf más grande de la historia (en esa fecha, luego los chinos lo han superado). El sueño del empresario David Bronner, que quería impulsar el turismo en Alabama y atraer a los jubilados para su retiro. El macroproyecto consistió en diseñar y construir 18 campos de golf, y en total 468 hoyos de golf  en 11 localizaciones diferentes: el Robert Trent Jones Trail.

Finalmente y tras unos problemas de salud, se retira a vivir a su casa en Fort Lauderdale, Florida, donde fallece con casi 94 años en el año 2000.

Sus hijos Rees Jones y Bobby Jones Jr. también son arquitectos de campos de golf.

Cómo amañar un Major

9 de agosto de 2012 Deja un comentario

deep-rough-chris-blewitt-paperback-cover-artAcabo de terminar un thriller golfistico titulado Deep Rough, de Chris Blewitt. Resumo el contenido del libro brevemente (ojo: quien lo quiera leer que no siga con este post).

Narra una conspiración entre el presidente de Augusta National y el agente del mejor jugador de golf del momento, el joven prodigio Chet Walker, para que éste no se haga con su primer Major en el Masters. Así evita el agente pagar un bono de 5 millones de dólares al jugador. Y el presidente de Augusta conspira porque quiere saldar una vieja deuda con el abuelo de Chet, que en un Masters 30 años atrás impidió su victoria al denunciarle por tramposo. El ayudante del agente, que es el protagonista del libro, es testigo de esta reunión.

¿Cómo evitar que alguien gane en Augusta? La tosquedad de las soluciones abruma: Tras asesinar a la recepcionista del agente, testigo de la reunión secreta, los malvados conspiradores roban los palos del jugador y alteran el lie de los mismos 3 grados, provocando algunos bogeys (y, ojo, el mejor jugador del mundo no se da cuenta hasta que le avisa el protagonista un día después). Antes de empezar la segunda jornada le pinchan las ruedas del coche (sutil) y le proporcionan la hoja de posiciones de banderas con información falsa (tampoco se da cuenta hasta terminar la vuelta). Nuestro héroe pasa el corte de milagro.

Para las jornadas tercera y cuarta, los malos estiran aún más su imaginación: siguen con banderas falsas y, en la jornada final, le pegan una paliza al caddie para que el jugador juegue sin la ayuda de su caddie habitual (más sutil todavía). Éste, naturalmente, le ofrece el puesto de caddie al protagonista, que lleva la bolsa del número 1 mundial en la última jornada de un Major (no se fía de los caddies locales). Los malvados matones, finalmente, secuestran a la nieta del presidente y novia del protagonista (el caddie) y le amenazan con matarla si Chet gana el Masters.

En este punto la novela subraya las dudas morales de nuestro protagonista: «¿Qué hacer? ¿Le doy el palo mal y la distancia errónea? ¿O juego limpio para ganar?» El debate mental es, como mínimo, bastante ridículo.

El libro advierte de que todo lo que cuenta es ficción, aunque el aviso no es muy necesario, porque la sucesión de acontecimientos es tan absurda que hasta causa sonrojo. La trama se sucede sin respiro y sin credibilidad, en una muestra de «literatura» basura que, utilizando el Masters como excusa, busca vender un thriller barato. Pero lo que realmente me indignó es el conjunto de acciones para evitar que un jugador gane un grande. Se me ocurren algunas más realistas y efectivas:

  • Robar una bola en el rough, tal y como le pasó a Tiger en el Open Championship del 2003 en Royal St George’s. Su bola perdida en el primer hoyo del Open le costó un triple bogey y al final perdió el torneo por un golpe frente a Ben Curtis.
  • Lesionar al jugador (si al final matas a una recepcionista y pegas una paliza a un caddie, ¿por qué no romperle un dedo al jugador?). Tiger Woods se hizo daño al final de la tercera jornada del US Open 2012, al golpear su mano con la cámara de un espectador. Accidentalmente.
  • Cambiar la bola del jugador en juego y denunciarlo más adelante (como hacía James Bond en Goldfinger).
  • Desviar una bola en movimiento a un fuera de límites (no se puede recoger en reposo puesto que debería ser dropada sin penalidad).
  • Distraer al jugador con gritos, móviles o cámaras cuando está haciendo swings o putteando. Aunque prácticamente todos los jugadores profesionales se aíslan bien del público (bueno, alguna excepción, como nuestro Sergio, que provoco la expulsión de dos aficionados que le estaban molestando en el último US Open).
  • Provocar una incómoda intoxicación alimentaria al jugador.

Todo esto es ficción. Lo digo porque lo creo: el golf profesional sigue siendo un deporte limpio y honrado.

Categorías: Cine, Libros

Breve historia de los tees de salida

26 de junio de 2012 5 comentarios

Leo un libro de diseño de golf escrito por Rees Jones, hijo de Robert Trent Jones. «Golf by Design«. Uno de sus capítulos describe la apasionante historia de los tees de salida.

Las primeras normas del golf escritas, en Leith, Escocia hacia 1744, decían que «Deberás salir desde un punto situado a un palo de distancia del agujero.» Gradualmente las normas fueron modificadas y los jugadores se fueron ubicando en unas zonas de salida cercanas al green que servían como tees. Muchas de estas zonas estaban pobremente delimitadas; los jugadores debían simplemente salir de un punto situado a una serie de palos de distancia del hoyo. Los jugadores empleaban una montañita de arena o hacían un pequeño golpe en la tierra para crearse un punto elevado desde donde salir. Las áreas de tee empezaron a consolidarse como un pequeño cuadrado, pero éste no indicaba dirección de salida y alinearse era un reto importante.

Young Tom Morris y su Rose Club fueron los primeros en no cumplir la norma del R&A de salida a 12 palo de distancia del agujero. Algunos miembros del R&A pensaron: quiénes son éstos para desafiar estas reglas? Pero Old Tom Morris, greenkeeper del Old Course, entendió que construir tees separados haría sufrir menos los greens y aceleraría el ritmo de juego. En 1876 el Old Course ya tenía tees separados en cada hoyo. A finales del siglo XIX, el famoso jugador profesional y diseñador Willie Park, describe cómo deberían ubicarse las zonas de salida: «en zonas planas, si es posible, y con una cierta pendiente hacia arriba en la dirección de juego.»Willie Park sentaba las bases del tee moderno: más o menos plano, facilitando que el jugador mandara la bola al aire, y alineado en la dirección de juego. A partir de estas innovaciones, los arquitectos empezaron a entender la posición del tee de salida como un elemento importante en el recorrido.

El capítulo explica una innovación decisiva en la historia del golf que produjo el padre del autor, Robert Trent Jones: los tees de salida tipo «pista de aterrizaje». Trent Jones solía colocar elementos en las áreas de aterrizaje de las bolas que forzaran al jugador a pensar en el tee. Sin embargo, estos elementos podían no entrar en juego según el nivel del jugador. La única forma de que estos elementos defendieran al campo sería variar el punto de salida. Así empezó, en la década de los 50, a diseñar tees como zonas alargadas y rectas que permitieran todo tipo de barras de salida para jugadores noveles, medios o expertos. Y desde entonces ya es habitual encontrar multitud de barras de salida en todos los campos modernos.

Las 13 reglas de Alister MacKenzie

27 de May de 2012 3 comentarios

El Dr. Alister MacKenzie fue un médico inglés más conocido por ser uno de los más grandes arquitectos de campos de golf de la historia. Fue discípulo de Harry S. Colt, como ya conté aquí. Entre sus obras más míticas: Augusta National Cypress Point ClubPasatiempo o  Meadow Club (los tres en California), Royal Melbourne Golf Club (Australia), Crystal Downs Country Club (Michigan) o Lahinch (Irlanda).

La contribución más evidente a la arquitectura de campos, aparte de los que diseñó, se puede leer en una lista-síntesis de 13 elementos esenciales que debe tener un campo de golf, publicada en 1920 en su libro «Golf Architecture«. Reproduzco la lista, que no tiene desperdicio:

  1. El campo, siempre dentro de lo posible, debe estar construido en dos lazos de 9 hoyos.
  2. Debe haber una buena proporción de hoyos de dos golpes buenos (pares 4), dos o tres hoyos de drive más pitch (pares 4 cortos) y al menos cuatro hoyos de un golpe (pares 3).
  3. Debe haber poca distancia entre greenes y tees de salida, y el campo debe diseñarse para que en primera instancia haya un mínimo paseo entre el green y el siguiente tee, aunque los hoyos deben ser elásticos para ser alargados en el futuro.
  4. Los greenes y las calles deben ser lo suficientemente onduladas, pero no debe haber escalada de colinas.
  5. Cada hoyo debe tener su propio carácter.
  6. Debe haber los mínimos golpes ciegos de approach posibles.
  7. El campo debe tener un entorno bonito, y todas las actuaciones artificiales deben aparecer naturales de forma que un extraño no sepa diferenciarlas de la misma naturaleza.
  8. Debe haber un número suficiente de tiros heroicos desde el tee, pero el campo debe diseñarse para que el jugador inexperto, perdiendo un golpe o una parte de un golpe pueda tener un plan alternativo para jugar el hoyo.
  9. Deberá haber una infinita variedad en los golpes necesarios para jugar los distintos hoyos: golpes de madera interesantes, hierros, pitches, chips, etc.
  10. Deberá estar completamente ausente la molestia e irritación que producen buscar bolas perdidas.
  11. El campo debería ser tan interesante como para que el amateur esté constantemente incentivado a mejorar su juego intentando golpes que no haya sido capaz de ejecutar en el pasado.
  12. El campo debe estar diseñado para que el buen jugador o el principiante disfruten de una ronda aunque el resultado sea abultado.
  13. El campo debería estar bien en invierno y en verano, la textura de los greenes y las calles deberá ser perfecta y los approaches deberán tener la misma consistencia que los greenes.