St. Pierre Marriott Hotel & Country Club, Old Course, Gales
El Old Course de St Pierre es la atracción golfística que propone un hotel Marriott de lujo enclavado en Gales, en una mansión del siglo XIV junto a la Iglesia del siglo XI dedicada al santo. Un lugar soñado para una escapada, con dos campos: el Old Course y el Mathern Course.
El campo ha acogido pruebas del British Masters y de la Solheim Cup. Entre la lista de ganadores vemos nombres ilustres como Seve Ballesteros, José María Olazábal o Bernhard Langer. La web explica que se ha invertido dos millones de libras recientemente para mejorar sus instalaciones, obra de Ross McMurray, en el año 2008.
El campo viejo fue inaugurado en 1962 y es obra de Ken Cotton, un ilustre diseñador fallecido en 1974 y que fue pupilo de Tom Simpson y trabajó durante años con Frank Pennink y Charles Lawrie. (Ken Cotton participó en el rediseño de un links ya comentado, el Noordwijkse Golf Club en Holanda.) Estamos ante un parkland perfecto y precioso.
Resulta notable destacar que durante la construcción del campo Cotton invitó y conoció al entonces periodista Donald Steel, que más tarde se convertiría en socio y que es el único arquitecto que ha participado en el rediseño de todos los campos de la rotación del Open Championship: Prestwick, Musselburgh, St Andrews, Muirfield, Sandwich, Hoylake, Deal, Troon, Lytham & St Annes, Prince’s, Carnoustie, Portrush, Birkdale y Turnberry. Dato curioso pero esto no tienen nada que ver con un links, como se ve en la foto.
El Old Course está construido en torno a un lago precioso y jalonado de árboles centenarios y enormes, especialmente este roble gigante de más de 400 años que enmarcan la calle del hoyo 2.
Se trata de una finca relativamente plana, muy fácil de caminar y con calles anchas y bien remarcadas por árboles enormes.
En algunos hoyos el green está bien protegido por el propio desnivel de la calle.
Los últimos hoyos son los más bonitos del campo, con el lago enmarcando los tiros a green desde unas calles perfectamente cuidadas.
El hoyo 17 es un par 4 atractivo por el green bien bordeado por el lago.
El hoyo 18 es quizá el más escénico del recorrido, con el hotel al fondo, la salida en alto y el lago enmarcando la salida, sin entrar realmente en juego.
Golf de Chantaco, San Juan de Luz (Francia)
No muy lejos de la frontera franco-española, en la localidad francesa de San Juan de Luz, se encuentra el golf de Chantaco: un campo clásico, muy bien conservado y un ejemplo de la excelencia de Harry S. Colt, quizá el más grande de los arquitectos clásicos.
Inaugurado en 1928, el campo está muy ligado al apellido Lacoste. Thion de la Chaume fue su primer presidente, seguido de su hija Madame René Lacoste, 13 veces campeona de Francia. Ella aseguró la supervivencia del club durante la guerra y su restauración en 1945. Su hija Catherine Lacoste, ganadora del US Open de 1967, también fue presidenta del club en 1974. Hoy la presidencia está en manos de Veronique Smondack, hija de Catherine.
Es un campo maduro, relativamente fácil, no muy largo (cosa comprensible por su edad) y muy, muy agradable de jugar. Un campo con cierto perfil movido, aunque sin pendientes excesivas. Colt aprovecha esta orografía para diseñar alguna gloriosa salida en alto, como en el hoyo 7. No hay demasiados bunkers; hay varios bunkers de hierba, una solución más benigna para el amateur que la arena. La segunda vuelta cuenta con obstáculos de agua aunque no obligan a tiros heroicos; siempre hay una ruta segura que evita el agua. Muchos elementos típicos de su diseño: calles movidas, doglegs, algún tiro ciego, greenes con falsos frentes, pares 3 extraordinarios… Aún así ignoro qué queda de Colt en este campo: el paso del tiempo y los comités suelen desvirtuar bastante el trabajo de los arquitectos.
Cuenta con instalaciones de prácticas para el honrado y honorable golfista: después de pagar en la casa club, te sirves los cubos de bolas que has pagado, sin control de nadie. Sospecho que en algún otro país eso sea sinónimo de bolas gratis… Otra curiosidad es que el caddy master exhibe una colección de insignias de todos los grandes clubes de golf del mundo (y desde mi visita cuenta con una más, la de mi club actual, la RSHECC).
El hoyo 1 es un par 4 totalmente plano de unos 350 metros de longitud. Estamos en un escenario muy similar al hoyo 1 del Old Course de St Andrews: una pradera anchísima que incluye las calles del 1 y del 9 y donde podemos pegar el driver a conciencia. Sólo un par de bunkers planos de calle nos puede molestar. Aquí no habrá colas para buscar bolas. Me parece el hoyo 1 modélico para acelerar un campo.
El hoyo 2 es un par 4 en ascenso ya dentro del bosque a un green elevado y grande. Estamos en pleno bosque, por lo que sólo hay una opción: la calle.
Una entrada a green que me recordó mucho a los greenes de Pedreña o de Sant Cugat, otros campos españoles de Colt: además de un bunker frontal protector, el frente del green es falso y que las bolas cortas caerán como en un tobogán. El green además está dividido por un nervio y con una pendiente constante hacia la entrada que implica putts con caídas francamente emocionantes.
Otra de las señas de identidad de Colt son su serie de pares 3. En este caso, Colt ubica el green en lo alto de una pequeña colina. El tee está en otra colina adyacente, lo que obliga a llegar a green. Otro green con caída constante en toda su superficie.
Después del un par 4 recto, el hoyo 5 es una maravilla de movimiento. Tras una salida semiciega, la calle desciende abruptamente hacia una vaguada. El green está en lo alto de la vaguada por el extremo contrario. El tiro es una maravilla.
Espectacular salida la del hoyo 6 desde lo alto. Un par 5 para masacrar el driver. La calle gira ligeramente hacia la parte izquierda. Un pequeño bunker de calle en la parte derecha de la calle y otro más grande en la derecha del green. El tiro de approach al green tiene su gracia porque la calle desciende hacia el mismo, y hay que botar bastante antes si queremos parar la bola en green.
El hoyo 7 es un par 3 espléndido. Green en alto, con superficie inclinada y escoltado por dos bunkers en la derecha y mucho árbol en la izquierda. Posteriormente el 8 discurre en sentido contrario hacia un green alargado guardado por obstáculo de agua.
Para terminar la primera vuelta, volvemos a la pradera del hoyo 1. Un par 4 sin mayor problema que los dos bunkers en la parte central de la pradera y las mansiones por la parte derecha.
La segunda vuelta es más abierta, más sencilla, menos encerrada entre bosques, quizá con menos carácter que la primera. Tras un par 3 sencillo, el hoyo 11 es un curioso y discutible par 4 con una calle estrechísima que serpentea entre dos colinas. El green está en la parte derecha al fondo.
Un par 3 corto continúa en una zona más abierta. El obstáculo de agua no debería entrar en juego salvo para los que piensen demasiado «no la tires al agua…».
El hoyo 13 nos enfrenta a un par 5 recto y plano como una pista de aterrizaje y con obstáculo de agua por la parte derecha. Varios bunkers salpican el borde izquierdo de la calle. Es un hoyo para atacar el birdie.
Ascendemos a un tee elevado para disfrutar de un grandioso par 3. El pequeño estanque en frente del green seguro que almacena infinidad de bolas. También hay bunkers rodeando el green.
Otra preciosa salida en el 15, un par 4 en ligero dogleg y con calle ligeramente inclinada de derecha a izquierda. El green está guardado por un bunker en pendiente por la parte superior que impide el ataque por ese lado.
El hoyo 16 es el último par 5 del recorrido. Una calle ancha, generosa donde el único problema es el pequeño estanque y arroyo que cruzan la calle antes del green. Este arroyo ofrece un interesante dilema estratégico: ¿intentamos llegar a green de dos o aseguramos el tiro antes del estanque para dejarnos 120 metros?
Cruzamos la carretera para terminar el recorrido en los hoyos 17 y 18, junto al campo de prácticas. Son dos hoyos algo sosos, bonitos pero lejos de la altura de los de la primera vuelta. Enmarcado en las montañas del Pirineo, el 17 es un gran par 4 relativamente largo y con un green pequeño y bien guardado por bunkers y lomas. El 18 nos dibuja un pequeño dogleg hacia la izquierda a un green también pequeño y protegido por pequeñas lomas.
Sede del Lacoste Ladies Open de Francia, Azahara Muñoz acaba de proclamarse campeona por segundo año consecutivo. Un vídeo del resumen con imágenes del campo:
Pete Dye, el diseñador diabólico
Pete Dye es un diseñador de campos americano a quien conocemos, sobre todo, por sus brutales diseños. Tuve la fortuna de jugar uno de sus campos, Pound Ridge, en Nueva York. Se dice que los campos de Dye son «dye-bolicos», es decir, retos temibles para el jugador más experimentado. Campos donde los pros sufren de verdad. Dye ha firmado muchas joyas famosas: el Ocean Course de Kiawah Island (sede de una Ryder y del PGA 2012 que ganó McIlroy), Casa de Campo (el más famoso es el Teeth of the Dog, aunque luego diseñó más en este complejo de la República Dominicana), Harbour Town (inconfundible su faro, ver foto más abajo), Whistling Straits (donde Kaymer ganó su PGA), Mission Hills en China y por supuesto el TPC de Sawgrass, con quizá el par 3 más famoso del mundo. Este hoyo es portada del libro «Pete Dye Golf Courses» que acabo de leer.
Una frase resume bien su alma de sádico torturador: «El golfista apasionado jugaría en el monte Everest si alguien pusiera una bandera en su cima… el golf no es un deporte justo, así que por qué construir un campo justo».
Para dar una idea de su dureza, la primera vez que se jugó el The Players en 1982, el TPC de Sawgrass acogió un plantel espectacular de jugadores, entre ellos 6 ganadores de grandes: Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Lee Trevino, Johnny Miller, Lanny Wadkins y Hal Sutton sumaban 35 majors. Ninguno pasó el corte del torneo. La opinión de los jugadores tras el torneo no tiene desperdicio: «Nunca fui bueno parando un hierro 5 en el capó de un coche», dijo Nicklaus. JC Snead remató: «Este campo es un 90% estiércol de caballo y un 10% de suerte». A raíz de esta debacle, Dye suavizó el recorrido. Lo primero que hizo el ganador de aquella edición, Jerry Pate, fue tirarle al agua junto con el comisionado del PGA Tour Deane Beman. En la icónica foto, el momento en que Jerry se tira al agua.
Una breve reseña biográfica: nacido en 1925, lo primero que hay que decir es que Pete Dye se llama Paul D. Dye. Pero para diferenciarlo de su padre, se le llamó PD, que luego fue Pede y al final Pete. Fue un jugador amateur notable, y esto le permitió jugar el Old Course de St Andrews un British Amateur de 1963 (con 38 años). Su primera impresión del campo fue que era «un prado de cabras». Sin embargo fue progresando en el torneo y después de 7 vueltas empezó a entender la grandeza del campo. Desde ahí visitó todos los grandes campos clásicos escoceses, de donde copió muchas de sus ideas: los pot bunkers, por ejemplo, o el uso de traviesas de ferrocarril para limitar bunkers. (Pete Dye escribió un libro titulado: «Enterradme en un pot bunker«). En realidad Dye ponía bunkers de todos los colores y tamaños.
Pete Dye empezó su carrera profesional en el mundo del seguro, pero dejó la misma para hacerse diseñador de campos, junto a su inseparable mujer Alice (que colabora con él en todos sus diseños). Su primer campo data de 1961 (Dye tenía 37 años). Su método de trabajo es siempre el mismo: sin contratos, planos, maquetas en 3D o dibujos por ordenador. Dye trabaja con un apretón de manos y andando la finca durante innumerables días hasta que el campo se va formando en su mente. Es un artista meticuloso, con enorme atención al detalle, y que siempre presta una enorme atención a la estrategia de juego y a la estética del campo. Sus campos son un puzzle para el jugador: exigen rigor en el juego y precisión en cada golpe. Cada hoyo debe ser memorable.
Su primer gran éxito fue Harbour Town, uno de los campos más respetados de Estados Unidos. Dye se enfrentó a una finca plana y algo sosa y diseñó un campo memorable. Utilizó las encinas para bloquear entradas al green. En una época donde el gran Robert Trent Jones diseñaba campos con tees, bunkers y greenes enormes, Dye trazó greenes pequeños y pot bunkers (aunque en el 13 el bunker abraza casi completamente al al green).
Desde los 60 Dye ha diseñado más de 100 campos, casi todos en Estados Unidos.
La filosofía de diseño de Dye está explicada en su web. Transcribo sus ideas.
- Los campos deben ser jugables por todo tipo de jugadores, desde principiantes a profesionales. Hay que introducir jugadores nuevos y hay que retar a los que saben. Para ello Dye suele emplear hasta 5 tees de salida. Aunque hay que adaptarse al cliente: si el promotor quiere un campo difícil, Dye afilará el lápiz de diseño para crear un campo de pesadilla.
- La experiencia de golf debe ser memorable. El jugador debe ser capaz de recordar los 18 hoyos al terminar la vuelta. Hay que evitar hoyos vulgares o repetidos.
- Las calles deben de ser anchas. Un famoso arquitecto dijo: «Calles estrechas y hierba alta son los malos remedios a un diseño pobre». Dye sobre todo piensa en campos públicos, donde el juego lento es un problema. No basta con coger calles: hay que tirar el drive a una zona determinada de la calle para ir a por birdies.
- El golf se juega más agradable cuando es cuesta abajo. Da una mejor perspectiva del golpe.
- Dye también es acreditado por rediseñar de nuevo pares 4 cortos.
- Los greenes grandes reducen el stress sobre los mismos cuando hay mucho jugador. Eso al final favorece un uso reducido de fertilizantes y pesticidas, lo que redunda en un daño menor al medio natural.
- Dye también dice que trabaja de cerca con los greenkeepers y responsables de mantenimiento para que éste sea mínimo (en realidad todos los arquitectos dicen esto). Las caras de los bunkers deben poder favorecer la entrada de máquinas.
- También Dye deja amplias áreas nativas que no exijan mantenimiento. Son muy típicas sus «waste areas».
En el año 2008 Pete Dye ingresó en el Salón de la Fama de golf.
La renovación del Old Course de St Andrews
St Andrews Links anunció recientemente una de las renovaciones más polémicas de la historia del golf, la del Old Course de St. Andrews, en preparación del Open del 2015. El rediseño, obra del arquitecto Martin Hawtree, se realizan en dos fases. Una primera fase, en diciembre de 2012, modificará los hoyos 2, 7, 11 y 17. La segunda renovación, en diciembre de 2013, afectará a los hoyos 3, 4, 6, 9 y 15. Los cambios han sido aprobados por el St Andrews Links Trustees and Links Management Committee (los «dueños» del campo) y el The R&A Championship Committee (el comité del R&A que organiza el Open Championship).
Esto es lo que dice la Real Academia de la Lengua al respecto.
sagrado, da. (Del lat. sacrātus).
Digno de veneración y respeto. (Cualquier campo de golf lo es. Sobre estos terrenos se jugaba a golf antes de que se inventara el whisky).
Inmodificable. «Sus costumbres son sagradas». (Nada más que añadir)
Entre los antiguos, sobrehumano. (Y el hoyo 17 lo es)
( Las fotos de las obras, de aquí)
El honor de Tom Morris
Es una de las imágenes más icónicas del golf. La fotografía de un anciano, vestido con un basto traje de franela, con gorra de tweed, que agarra un palo como si fuera un azadón, en un bunker pero con los zapatos impecablemente lustrados. El viejo luce una barba blanca densa. Mira a la cámara con un gesto de infinita tristeza. Es el viejo Tom Morris.
Old Tom fue el primer profesional de club del mundo. Fue greenkeeper de los links de St Andrews durante 39 años. En esos años transformó el Old Course en un campo perfecto. Diseñó más de 60 campos, cobrando siempre lo mismo: una libra por día de trabajo (a menudo necesitaba sólo un día para diseñar un recorrido de 18 hoyos). Su firma aparece en los links clásicos más renombrados: Carnoustie, Royal County Down, Royal Dornoch, Macrihanish, Muirfield… Fue un jugador notabilísimo, ganador de 4 Open Championships y de miles de torneos amateurs. Fue padre de Tom Morris, el primer profesional, es decir, el primer golfista dedicado en exclusiva a su profesión. Entre padre e hijo ganaron 8 de los primeros 12 Open Championships. Sus vidas aparecen descritas en un libro estupendo, «Tommy’s Honor«. Su autor, Kevin Cook, transforma una conocida fotografía en blanco y negro en un relato apasionante de dos vidas increíbles, y con ello nos cuenta cómo empezó todo en el mundo del golf.
Old Tom empezó su carrera como aprendiz en el taller de Allan Robertson, fabricando «featheries», las primeras bolas de golf de cuero relleno de plumas. Un trabajo artesanal: un buen artesano podía fabricar tres bolas al día. También fue un jugador notable. El golf en aquella época era un deporte de apuestas, y Old Tom ganó mucho dinero en partidos con caballeros, es decir, con la alta sociedad cuya ocupación principal era divertirse. El libro explica las diferencias de clase y la enorme influencia que tenían en sus vidas. Los Morris no eran unos caballeros; fueron unos sirvientes. De hecho Old Tom jamás pudo entrar en la sede del R&A.
Old Tom jugaba el campo cada día. Odiaba las vueltas de más de dos horas de duración. Jugaba de forma notable pero tenía yips con los putts cortos. Paradójicamente fue mejorando a medida que se hacía viejo.
Cuando aparecieron las primeras bolas de resina, las gutta percha, Allan Robertson debió sentirse como el CEO de Kodak cuando aparecieron las cámaras digitales. Se opuso frontalmente a ellas. Prohibió a Old Tom su uso. En un partido en el que se quedó sin bolas, Old Tom utilizó durante algunos hoyos una bola de gutta percha. Esto le costó el despido.
Old Tom se marchó a vivir a Prestwick, un links de 12 hoyos al oeste de Escocia, para construir y mantener el campo. Allí descubrió el método para tratar los greenes (relato ya contado en este post sobre top-dressing). Años más tarde regresó a St Andrews y convirtió al Old Course en el campo más famoso del mundo. El libro cuenta cómo transformó el campo: el nuevo green del 18, dejando la depresión del Valle del Pecado; los tees de salida, el tamaño de los greenes, incluso la creación de una barrera para impedir inundaciones con la colocación de los cascos de varios barcos y su hundimiento en arena.
El título del libro gira en torno a las circunstancias terribles que envolvieron el súbito fallecimiento de de Tom Morris Jr. en 1875, con sólo 24 años. Tom Morris Jr. fue el segundo de sus hijos (el primero murió siendo un bebé). Creció en St Andrews y jugó al golf de manera desconocida hasta entonces, inventando golpes jamás vistos. Un jugador sensacional.
Una lectura muy recomendable.
Los campos más divertidos del Reino Unido
La revista americana Golf Digest acaba de publicar la lista de los campos más divertidos del mundo. En realidad, son tres listas: los campos privados de América, los campos públicos de América y campos en las islas británicas.
¿Qué es un campo divertido? Golf Digest entiende que son campos donde uno disfruta de una gran ronda de golf. Para ello apuntan cuatro criterios de selección:
- Lo cortito puede ser divertido. Nada de campos kilométricos. Aquí caben campos de 5000 metros, incluso algunos de pares 3 o de menos de 18 hoyos. Muchos campazos clásicos que se han quedado cortos para las competiciones profesionales.
- Un campo difícil no es divertido: No son divertidos los obstáculos de agua en cada hoyo o los fuera de límites. Campos donde un handicap alto no piensa en abandonar el golf. Campos donde fácilmente podemos acabar con la misma bola con la que empezamos.
- Andar es divertido: mucho más que ir en buggie. No hay que andar un buen rato para llegar al siguiente tee. Los links puntúan alto.
- Campos amables: no diseñados para recibir una visita única, sino que inspiren a volver varias veces.
Me lo he pasado en grande buceando en la lista que reúne los 20 campos más divertidos del Reino Unido, así que la transcribo, con sus geniales comentarios, y añado los links a las webs de los campos y algunas fotos. Es una lista para poner los dientes bien largos.
Estos son los elegidos:
1. St. Andrews Links (Old) El original.
2. Lahinch G.C. (Old) (Irlanda). Es difícil imaginar un par 3 más divertido que el ciego hoyo 5 par 3, el famoso Dell hole (la foto es de la web del club). Un par 3 encajado entre dunas diseñado por Old Tom Morris en el siglo XIX.
3. North Berwick G.C. (Escocia) Fundado en 1832 y con tiros por encima de vallas de piedra, bunkers, playa, tiros ciegos, greenes salvajes, el hoyo Redan original y un par 4 de 250 metros sin bunkers para terminar la vuelta con una sonrisa.
4. Crail Golfing Society (Balcomie Links) (Escocia). El 7º club de golf más viejo del mundo, fundado en 1786. Otro campo de Old Tom Morris, abierto en 1895. Corto (es un par 69, con 6 pares 3, 3 pares 5 y 9 pares 4), firme, rápido y divertido.
5. St. Enodoc G.C. (Church) (Inglaterra). Un sublime diseño de James Braid y quizá el bunker más grande de Europa: la costa de Cornwall. Otro bunker famoso: el Himalaya en el hoyo 6:
6. Machrihanish G.C. (Escocia). Permanece como la experiencia pura del golf tal y como la rediseñó Old Tom Morris en 1879.
7. Dooks G.C. (Irlanda) Un campo encantador, uno de los más antiguos, menos poblado y más divertido que sus vecinos famosos como Ballybunion o Waterville.
8. Askernish G.C. (Escocia). Links clásico. Diseño de Old Tom Morris en 1891. Abandonado en los años 20. Redescubierto y reabierto en 2008. Todo natural, sin ingredientes artificiales.
9. Royal Worlington & Newmarket G.C. (Inglaterra) Una pieza de museo de 9 hoyos. Según Bernard Darwin, los «sagrados nueve»
10. The Island G.C. (Irlanda) Golf atemporal con dunas enormes, rodeadas de mar a 15 minutos del aeropuerto de Dublín.
11. Shiskine G. & Tennis Club (Escocia): El mejor campo de 12 hoyos del mundo, lleno de tiros ciegos, botes raros y vistas vertiginosas.
12. The Machrie G. Links (Escocia): Lugar sagrado en la isla de Islay. Más que un campo, es una peregrinación.
13. Bamburgh Castle G.C. (Inglaterra): Seis pares 3, varios pares 4 cortos, para un campo par 68.
14. Cullen G.C. (Escocia) Otro campo de Old Tom Morris de 1870, un par 63 raro cerca de acantilados y playa.
15. Brora G.C. (Escocia): Al norte de Dornoch, un links puro que parece que haya estado ahí siempre. Sede del James Braid Golfing Society. Y de muchas ovejas.
16. Golspie G.C. (Escocia): Otra gema al norte de Dornoch. En este links se ha jugado al golf desde finales del siglo XIX.
17. Nefyn & District G.C. (Gales): Vistas impresionantes desde la península de Llyn.
18. Cruit Island G.C. (Irlanda): Un clásico en un acantilado, memorable, escénico y raro.
19. Isle of Harris G.C. (Escocia): Otro campo de 9 hoyos en las Hébridas.
20. The Ladies Putting Club (The Himalayas): El putting green más divertido del mundo al lado del tee del 2 del Old Course.
New Course, St Andrews (Escocia)
Comento hoy uno de los campos legendarios de St Andrews Links, que pude jugar en junio: el New Course. El nombre fue muy imaginativo, y seguramente proviene de que está al lado del Old Course. El campo es nuevo, claro, o lo fue cuando fue inaugurado en 1895. Diseñado por Old Tom Morris. Está bien considerado en el mundo del golf porque es un links venerable, ubicado en un lugar excepcional para los golfistas y de un carácter clásico genuino. Pero siempre será la hermana fea de la estrella: al yacer tumbado al lado de su hermano el Old Course, siempre sufre por la comparación. Y con razón. Es un campo inferior al Old Course.
Es más o menos el el mismo tipo de campo, vegetación, terreno, hierba y rough que en el Old Course. Un links puro. Algunos pot bunkers son muy similares, aunque en el New hay muchos menos. La misma calle ondulada, llena de montañitas, valles, y arrugas. El mismo viento del mar del norte. Y los famosos tojos amarillos (en inglés gorse) que se alimentan de bolas.
Al igual que el Old Course, el New Course tiene la misma disposición en ida y vuelta que los links clásicos. Y un green compartido, el del 3 y el 15. En muchos hoyos de la ida, las bolas cerradas pueden aterrizar en las calles del Old Course. Pero la sensación que tuve, tras jugar el Old Course, es de estar en un campo más anodino, con menos carácter, y con mucho más rough (lo que da la sensación de que el campo está peor mantenido). Es un campo más estrecho y más difícil que el Old.
El New Course es más económico que el Old, cuesta 70 libras en verano. En el starter de salida te regalan un fundamental libro de distancias, porque realmente es difícil orientarse. Después de una gran comida en la casa club con vistas al Himalayas (el maravilloso campo par 3), salimos a jugar.
En este campo el tiro desde el tee te lo marcan los bunkers y el tiro a green te lo marcan los bunkers. Y tu bola siempre estará en una montañita: o cuesta arriba o cuesta abajo. Los greenes son amplios y movidos. Algunos son muy parecidos a los del Old Course, con enormes vaguadas, desniveles extraños y formas grandes.
Recuerdo especialmente varias cosas notables del campo: tras un hoyo 1 corto (par 4 corto, de 310 metros) donde lo único interesante es el bunker enorme a la entrada de green, el hoyo 3 es un par 5 notable con una calle salpicada de bunkers. El 5 es un par 3 curioso por el movimiento del green, que tiene literalmente un ombligo. También destacaría el hoyo 8, un par 5 donde el green está protegido por dos bunkers terroríficos. Y el hoyo 9, el mejor del campo, un par 3 difícil y muy escénico. Son 200 metros de tiro contra el viento, con el estuario Edén a la izquierda. El green está más bajo que los alrededores, y no hay bunkers.
A partir del hoy 10 volvemos hacia St Andrews. El 10 es de las pocas salidas en alto hacia una calle estrecha y protegida por rough; un buen test de golf. Esta es otra de las escasas fotos de que dispongo del campo. Honestamente me es imposible determinar de qué hoyo se trata, dado lo escasamente memorables que son.