Golf Isla Valdecañas (Cáceres)
A menos de dos horas de Madrid se encuentra uno de los campos de golf más vistosos de España, el Golf Isla Valdecañas. El campo ocupa una gran porción de la isla, un emplazamiento único y espectacular. Además del campo, hay un hotel y una urbanización de casas unifamiliares. La isla está ubicada en el margen de un gran pantano, el de Valdecañas, ejemplo de cómo Cáceres es la provincia de España con más kilómetros de costa. Ubicación privilegiada y un recorrido movido, que se puede caminar, pero bastante montañoso.
El campo es diseño de Álvaro Arana, sobrino de Javier Arana y autor de varios recorridos en España: el golf Balenario de Mondáriz (Pontevedra), Zuya Golf (Alava) o El Rompido (Huelva). Alvaro también trabajó con su tío en sus últimos diseños. Lo que más destaca de este recorrido, al menos en una primera impresión, son unos greenes enormes, movidos, con jorobas inmensas, depresiones y caídas multidireccionales. El juego en el green es un espectáculo. Sin llegar al extremo radical de El Encín, estos greenes regalan diversión a manos llenas. En la foto el precioso hoyo 8, par 3.
Pero el diseño también hace sufrir al jugador que se estrena en este campo: aunque las calles no son particularmente estrechas ni el rough penalice mucho, abundan los doglegs, tiros ciegos, incluso los hoyos con el tee de salida a nivel inferior que la calle. Dos pares 3 tienen el green más elevado que el tee, un diseño que a mi me parece poco afortunado. Es un campo que despista mucho. Y además me pareció muy largo; encontraremos muchos hoyos donde el tiro a green hay que ejecutarlo con madera (salvo que seas un super pegador, claro). Hay que llevar el juego bien trabajado para sacarle pares o birdies. Y desde luego creo que es un campo que se tarda en conocer y ganar.
Comento ahora la primera vuelta: El hoyo 1 es un par 5 en subida. Un pino en medio de la calle marca el lugar donde no debemos ir; el pino está a 180 metros por lo que hay que superarlo con el drive de salida. Por la izquierda el fuera de límites nos amenaza por lo que es más aconsejable ir por la derecha. Varios bunkers se intuyen, aunque más bien cercanos al green.
El green cuenta con una impresionante joroba que puede complicar mucho los putts. Cae desde el fondo hacia el frente.
El hoyo 2 es un espectacular par 3 en descenso. El green es una pequeña joya con tres plataformas. La vista a la sierra es estupenda.
El hoyo 3 es un par 5 en forma de ese. Primero la calle va girando hacia la derecha y posteriormente serpentea hacia la izquierda.
Cerca del green varios bunkers protegen toda la parte izquierda. El green recibe en alto; otro green enorme y movido.
El hoyo 4 es un par 3 bien protegido por un bunker en la parte izquierda.
El hoyo 5 es una salida ciega desde un tee más bajo que la calle. Hay que pegar bien el driver para poder tener un tiro a green con garantías.
El green culmina una pendiente en descenso. No es posible apoyarse por la parte derecha por la presencia de un gran bunker.
Subimos una cuesta para llegar al tee del 6. La vista es maravillosa. El hoyo es un fuerte dogleg hacia la izquierda. La salida es estrecha y ciega.
El green es una preciosidad bien protegida por bunkers que atrapan las bolas por la derecha y por detrás. También hay un pequeño bunker en la parte izquierda. No hay más remedio que ir a green directamente.
El hoyo 7 nos enfrenta a una salida ciega, con el tee más bajo que la calle y un tiro totalmente ciego. Es un hoyo recto que va girando ligeramente hacia la parte izquierda. Al fondo vemos el green del hoyo 8, un par 3 precioso de 166 metros que supera toda la vaguada.
El hoyo 9 es el handicap 1 del campo. La salida es muy estrecha, tenemos una vaguada por la parte izquierda después del búnker de calle. Con el hotel al fondo, la calle va descendiendo hacia un green que además cuenta con la protección de un lago. Un par 4 duro.
Algunos políticos españoles juegan al golf
Hace tiempo escribí sobre los presidentes de Estados Unidos y su insaciable y sana afición al golf. En mi post acusaba a nuestros políticos de no seguir tan sano ejemplo. Error mío, porque no es cierto que nuestros políticos más relevantes hayan dado la espalda a este deporte.
Por ejemplo: el primer presidente de nuestra democracia, Adolfo Suarez llegó a tener handicap 21 (aunque aprendió después de dimitir de su cargo) y solía practicar el golf en su casa de Son Vida, en Mallorca, donde pasó largas temporadas. Solía jugar en Santa Ponsa y en Arabella Golf (Son Vida y Son Muntaner).
José María Aznar y su familia recibieron 203 horas de clase de golf en el Club de Campo Villa de Madrid, inicialmente cortesía del club pero, tras el escándalo, pagadas por la familia. Hoy la familia disfruta de una residencia en Marbella muy cerca de un campo de golf.
Esperanza Aguirre exhibe un magnífico handicap 5,9. Y además, cuando gobernó, impulsó sin complejos este deporte, con la promoción del extraordinario campo del Encín (de hecho he coincidido con ella en este campo, y me aseguró que la instalación se hizo sin un euro de dinero público) y la candidatura de Madrid a la Ryder Cup.
No se puede decir lo mismo de nuestro más longevo golfista político. Francisco Franco, en sus 40 años de gobernante en España, practicó asiduamente el golf, pero hizo bastante poco por él. Sus biógrafos cuentan que dio su primer swing de golf en 1932. En 1936 Franco fue destinado a la jefatura militar de las islas Canarias como Capitán General, donde disfrutó de un puesto relativamente tranquilo que le permitió disponer de prácticamente todas las tardes libres. Franco las dedicó a disfrutar su nueva afición. El golf le relajaba, le ponía en buen ánimo e incluso pensó en pasar sus vacaciones en Escocia. Sin embargo los acontecimientos le llevaron a otros bunkers diferentes de los escoceses.
Incluso el día del alzamiento nacional el gobierno de la república intentó ponerse en contacto con él. La respuesta del ayudante fue: «El general está jugando al golf en este momento. No hay nada que temer. Todo está tranquilo». Esto fue a las 7.30. A las ocho y media, una hora más tarde, Franco dejaba sus palos de golf y salía de Canarias camino de Africa.
Después de la guerra Franco retomó su afición al golf y solía jugar los fines de semana en su campo de golf particular del palacio del Pardo, un recorrido cuyos biógrafos hablan que tenía 9 hoyos. Solía dar bolas con frecuencia pero cuando tenía más tiempo le gustaba disfrutar de 18 hoyos. Después de su muerte, el campo dejó de utilizarse. En 1994 el diario El País publicó que los funcionarios de Patrimonio Nacional seguían cuidándolo, más bien como un jardín que como campo de golf.
Estuve hace poco visitando el Palacio Real de El Pardo, ansioso por conocer este misterioso recorrido. ¿En qué estado estará este recorrido fantasma? ¿Sería cierto que El Pardo alberga un campo de golf de 9 hoyos, aún mantenido en memoria del dictador? El recorrido del arquitecto Diego Méndez ¿tendrá algún valor golfístico?
«De nueve hoyos, nada», me aseguró un veterano guarda. «Aquí nunca ha habido un campo largo. Había dos hoyos de golf, y Franco se escapaba para pasear un rato a la hora de la siesta.» El guarda me indicó su localización aproximada, a la izquierda de la Pista del Cristo de El Pardo y lo que encontré desde luego que no es un campo de golf cuidado.
También en sus veranos en el Pazo de Meirás Franco disfrutaba del golf en el campo de la Zapateira, un campo que hoy omite este dato en su historia (ya se sabe que hay que borrar a Franco hasta de lo más trivial). Incluso los medios nos informan que en verano de 1975 jugó al golf con el entonces príncipe Juan Carlos en el campo, documentado con una fotografía histórica. No parece que hicieran partido: en primer lugar el príncipe no viste como para jugar al golf. En segundo lugar, Franco, aunque espartano y amante de la disciplina estricta y las reglas, supongo que sería un jugador que se creería mejor de lo que era; a ver quien era el guapo que le ganaba. La foto resulta bastante chocante considerando su edad, lo avanzado de su Parkinson y su inefable planta de golfista.