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Un nuevo campo de golf en Nueva York

11 de marzo de 2015 2 comentarios

El 1 de abril se inaugura en Nueva York el primer campo de golf en 52 años. Desde hoy pueden ustedes hacer sus reservas por internet. El campo es público y se llama Trump Golf Links at Ferry Point. El diseñador: Jack Nicklaus. El promotor: Donald Trump. 0W8A0174 El campo está localizado en el Bronx, sobre un antiguo vertedero. Reconvertirlo en campo de golf ha costado la friolera de 269 millones de dólares. Esto hace que sea el campo público más caro de la historia de Estados Unidos. Donald Trump se está creando una colección de campos impresionante, muchos sedes futuras (o pasadas) de Grandes: Trump National Bedminster en New Jersey (sede del PGA de 2022), Doral en Miami (sede del Cadillac Championship), Trump International Golf Links en Aberdeen… Su penúltima adquisición: Turnberry en Escocia (4 Opens). Trump significa lujo y calidad golfística. Pronto veremos un torneo del PGA Tour en este nuevo campo neoyorkino. 0W8A0115 Disfrutar de las vistas del skyline de Manhattan no será excesivamente caro, para lo que es el golf en Estados Unidos: lo más barato será 141 dólares para residentes entre semana. Para no residentes en fin de semana, habrá que pagar 215 dólares.

Miami Beach Golf Club (Miami, USA)

21 de noviembre de 2014 2 comentarios

Ya había jugado en Miami en el magnífico campo de Crandon Golf, en Key Biscayne. Aprovechando otro viaje a Miami pregunté a través de Twitter a un residente en la zona, Gonzalo Fernández Castaño, una recomendación de campo público. El Blue Monster de Doral sigue fuera del alcance de mi bolsillo, con vueltas por encima de 400 dólares (sin incluir el caddie obligatorio). Comento hoy el campo que Gonzalo recomendó, un precioso campo plano y tropical, con hierba bermuda, relativamente barato (100 dólares el greenfee). Y según mucha gente que ha jugado ambos, no es un campo sensiblemente inferior.

Obra del arquitecto americano Arthur Hills (un profesional prestigioso que ha firmado más de 180 campos en Estados Unidos), Miami Beach Golf Club es un campo histórico, y por eso y por fortuna no muy largo, con greenes muy amplios y generosos y de caídas poco dramáticas. Con un mantenimiento impecable, la hierba bermuda casi resulta amable, y los greenes ruedan con una calidad espectacular. Casi diría que es fácil si después de 9 hoyos sin fallo hubiera continuado la racha. Pero no hay duda que los segundos nueve hoyos (lo mejor del campo) le ponen a uno en su sitio. Estamos en un campo tipo veneciano, en el sentido de que uno siente que las calles son los puentes que surcan los canales de agua, pantanos, lagos, ríos y charcas que rodean por todas partes. El negocio de las bolas de lago se alimenta claramente de estos campos.

El hoyo 1 es un par 5 de salida aparentemente plácida, pero con sorpresa. No se percibe desde el tee de salida pero la parte derecha de la calle está protegida por un obstáculo de agua perfectamente alcanzable. Un hoyo 1 un tanto sádico.

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El hoyo continúa en dogleg hacia la parte derecha. La calle serpentea hacia un green algo más elevado que la calle y protegido por bunkers en su parte derecha.

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La salida del hoyo 2 sólo puede ser perturbada por la contemplación de una iguana enorme. Al parecer estas iguanas tienen una carne suculenta, por lo que en muchos campos han desaparecido de sus calles. En éste las iguanas campan a sus anchas.

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Se trata de un par 4 cortito y con bunkers en la parte izquierda. Toda la derecha de la calle está con agua, aunque realmente no parece una salida compleja. Como se puede ver el mantenimiento es de primera.

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Un precioso par 3 continúa, a un green casi en isla y con forma de flan. Hay que apuntar a la izquierda de la bandera. Es un tiro corto, de no más de 125 metros.

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El hoyo 4 es un par 4 largo y en dogleg hacia la derecha. Los árboles son el único obstáculo a lidiar, y también los bunkers de la parte izquierda.

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El siguiente hoyo 5 es un par 5 facilito. Sólo unos bunkers pueden molestar nuestro trayecto hacia el green por una calle ancha y recta. El green es pequeño y complicado.

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Aquí los bosques son de palmeras, así que si se nos ocurre visitar alguna zona boscosa podremos intentar el tiro a green sorteando árboles. Esta es la salida del hoyo 7, un par 4 corto y recto con unos contornos suaves que llevarán la bola al agua si uno apura por la izquierda del green.

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La segunda vuelta me pareció mucho más complicada y dura que la primera. comienza con otro hoyo complicado con una salida tensa por el agua. De un perfil y orientación muy similar al hoyo 1, comparte sus innumerables peligros.

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Agua por la derecha, agua por la izquierda… estamos en Venecia o en un campo de golf? Si no vamos muy rectos el festival de bolas al agua puede ser dramático.

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Cuando no es el agua, pueden ser los bunkers o waste areas los que nos hacen dudar, como esta preciosa salida del par 5 hoyo 12 donde la calle recibe ligeramente en diagonal.

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El acceso al green del hoyo 12 es una preciosidad. Con un green que cae fuertemente hacia el agua, la tentanción de ir a bandera tiene que ir bien acompañada de un tiro de precisión.

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Con otra iguana enorme como testigo el tiro a green del hoyo 13 sólo está obstaculizado por el calor, las iguanas o los bunkers que rodean al green.

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Espectacular par 3 el del hoyo 14, un green protegido por agua y con un tiro de 18o metros.

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El hoyo 15 es un gran par 5, quizá el mejor hoyo del recorrido. La salida es franca pero aparece amenazada por un obstáculo de agua por la parte derecha, de nuevo un obstáculo invisible. Hay que apuntar a una palmera alta seguramente plantada para indicar la línea óptima de tiro.

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El segundo tiro debe sobrevolar un lago para acercarse a un green elevado y protegido por una serie de bunkers. La parte izquierda es un fuera de límites

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El 16 es un par 4 corto y alcanzable aunque de carry uno tiene que pegar 230 metros de vuelo, porque entre el tee y el green hay un lago enorme.

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El 17 es un par 3 con green elevado y piano. El green está abrazado por un enorme bunker y detrás por el lago del 16.

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Para terminar, el hoyo 18 es un par 4 recto, plano, sin mayor complicación, un respiro tras los hoyos anteriores y una oportunidad para terminar una vuelta sin sobresaltos finales.

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Robert Von Hagge, arquitecto y artista

20 de septiembre de 2013 4 comentarios

von Hagge

He comentado ya muchos campos de Robert von Hagge, y cada campo que conoces es mejor que el anterior. Así que he investigado un poco este gran diseñador americano, fallecido en Septiembre de 2010 y que nos dejó más de 250 campos por todo el mundo. Para nuesta fortuna, el estudio de Robert von Hagge, Mike Smelek y Rick Baril (que colaboraban con von Hagge desde 1980 y asociados desde 1995) ha trabajado mucho en España. En este blog ya he comentado los magníficos recorridos del Empordá Links y Forest, los dos recorridos de la Real Sociedad Hípica Española Club de Campo – Norte y Sur o el excesivo y divertido campo de El Encín (en la foto), además de su campo en Miami, Crandon Golf.

Quizá su campo más famoso sea Les Bordes, en Francia, un campo consistentemente votado como top 3 de toda Europa continental y famoso por su dificultad (el record del campo es 71, en manos de Jacquelin). Su huella también está en Le Golf National, junto al diseñador francés Hubert Chesneau. También destacan White Witch en Jamaica, en un resort de Ritz Carlton, el Blue Moster de Doral en Miami, El Conquistador en Puerto Rico o tres joyas mexicanas: El Tigre en Puerto Vallarta, Isla Navidad cerca de Manzanillo y Bosque Real en México DF.

Les Bordes

Robert von Hagge ha sido a veces descrito como un hombre del Renacimiento. Nacido en Texas, estuvo ligado al golf desde pequeño, como caddie, como caddie master, miembro del equipo de mantenimiento y profesional de golf que jugó en el PGA Tour.  Con elevada estatura y porte aristocrático, fue una persona muy carismática. En los 50 trabajó como profesional de club en el campo de Catskill Mountains en Nueva York. Completó un curioso historial de conquistas ligadas con el mundo del golf: se casó (y divorció) dos veces con sendas hermanas que jugaban el LPGA Tour: Alice y Marlene Bauer (esta última miembro del Salón de la Fama de golf). Se convirtió en arquitecto de campos después de obtener su título en Purdue. Empezó a trabajar como aprendiz con Dick Wilson, un arquitecto notable que había trabajado en Shinnecock Hills en los años 30 y que se malogró por sus problemas con la bebida. A finales de los 60 se casó con Greta (su mujer durante el resto de su vida) y se añadió el elegante «von» en su nombre.

Establecer su negocio no fue difícil para von Hagge. Además de su carisma y conocimientos, aprovechó el tirón del mercado de vivienda en Florida en los 60 para trabajar en Boca Río, un club que le sirvió de aval al convertirse en uno de los más ricos de América. Fue de los primeros diseñadores en entender que el golf y las promociones inmobiliarias irían de la mano, y en educar a los promotores para no sobrepoblar un campo con casas.

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Los campos de von Hagge son modernos, pero tienen aspecto de ser totalmente naturales. No suele diseñar calles o greenes planos: lo normal es que el stance siempre sea difícil. Esto, además de ofrecer variedad en el juego y sensación de links, favorece el mantenimiento de las calles: el viento no azota más que determinadas zonas y permite al campo sobrevivir con menos agua. Von Hagge es un especialista en hacer campos en zonas áridas. Decía que cada campo debe contentar a tres jugadores diferentes: buenos golfistas, handicaps medios y principiantes. Cada hoyo debe examinar tácticamente a los tres jugadores. Normalmente diseña varios hoyos en los que el jugador debe mover la bola de una forma desde el tee de salida y de la contraria en el approach a green. Y como explica en esta entrevista, Von Hagge tiene también una teoría particular sobre los obstáculos (de agua y arena): no deben ser penalizadores, sino informativos: te señalan por donde (no) debes jugar. Si el jugador quiere cruzarlos es porque asume un riesgo.

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Sus campos son pintorescos; von Hagge buscaba la belleza en el diseño como objetivo fundamental. Y para ello moldea el paisaje a conciencia. Estudiaba hasta las sombras de los árboles a distintas horas del día para entender el efecto artístico que tendría sobre el jugador. Cada tiro en un campo de von Hagge es diferente. Para Von Hagge un jugador de golf juega realmente unos once minutos en una ronda: la labor del diseñador es hacer agradable el resto del tiempo que va entre golpe y golpe. El golfista debe pensar, entre golpe y golpe, «chico, qué suerte tengo de poder jugar aquí».

Crandon Golf Key Biscayne, Miami (Florida, USA)

22 de agosto de 2012 6 comentarios

¿Dónde jugar al golf en Miami?

Como cualquier ciudad americana, Miami disfruta de una amplísima oferta de campos de golf. Quizá el mas famoso sea el complejo de Doral, cerca del aeropuerto, sede del famoso Blue Monster, donde se disputa una prueba del PGA Tour, el Cadillac Championship. Es tan caro como famoso. Los hay asequibles y buenos, como Miami Beach Golf Club. Me decidí por otro campo público del que me habían hablado muy bien. Enclavado en Key Biscane, esta diseñado por Bruce Devlin y Robert Von Hagge en 1972, y fue rediseñado por el propio Von Hagge en 1993. El diseñador es autor de los dos recorridos del Empordà Golf, comentados ya (Links y Forest), además de El Encín o los campos de la Real Sociedad Española Club de Campo (Norte y Sur). Es un campo donde se han jugado torneos del Champions Tour, el circuito senior del PGA Tour.

El mapa del campo enseña sus armas: mucha, mucha agua. Yo perdí una bola (en el lago del hoyo 3) pero un compañero de partido que no estaba en su mejor día se dejó la escalofriante cifra de 15 bolas por el campo.

El club tiene una casa club bastante funcional con vestuarios, restaurante y tienda. Hay un campo de prácticas cortito, sólo válido para hierros. Nos alquilaron unos palos Nike con varilla de acero que no están nada mal. Eso sí, a precio de oro: 55 dólares el juego. El greenfee cuesta 85 dólares, una ganga comparada con los precios de Doral. Como en todos los campos americanos, incluyen los buggies: aunque uno sea un purista del golf, jugar andando es casi suicida con el calor que aprieta en Miami en verano.

Me gustó mucho el diseño. Aunque hacía un calor brutal, siempre he pensado que más vale una vuelta de golf con calor que ninguna vuelta de golf.

El hoyo 1 ya intimida con una salida al draw donde hay agua y una calle que serpentea como una culebra hasta un green bien protegido. Esta es la salida del 1, que pide un draw para dejarla al fondo de la calle:

Una constante de este campo es que te cruzas con infinidad de especímenes de la fauna local. La foto muestra dos visitantes paseando por el green del uno. Es un espectáculo jugar junto a garzas, patos, ibis, cocodrilos, iguanas, caimanes, libélulas gigantes… Y sobre todo mosquitos. El starter guarda un spray antimosquitos con el que hay que embadurnarse si no quieres acabar devorado. Aún así alguna picadura te llevas.

Los primeros nueve hoyos son mucho más difíciles que la segunda vuelta. El hoyo 2 es un dogleg de derecha a izquierda enmarcado en una hilera de palmeras. Otro tiro que pide un draw, aunque el hoyo es francamente largo y no hay peligro de irse al bosque.

El segundo tiro desde la calle del 2 tiene dos problemas: un tiro muy largo y un green en alto protegido por bunkers. Si no recuerdo mal todos los greenes del campo son de este tipo, elevado tipo flan. Muy típicos de Von Hagge.

Todos los greenes del campo son enormes, como éste del par 3 hoyo 3. Permiten muchas banderas y pueden llegar a complicar los hoyos. Tienen bastante movimiento, aunque sin excesos.

El campo regresa hacia la salida del 1 por el 7, cuyo tee está muy cerca del starter. El hoyo 7 es un maravilloso dogleg hacia la derecha a un green invisible y bien protegido por agua.

Este es el green del 7. El tiro para cruzar el lago tiene la dificultad de la distancia. Un disparo tenso y precioso.

La segunda vuelta comienza con un hoyo cuyo plano intimida: tenemos agua a derecha e izquierda. Extraordinario diseño, aprovechando al máximo las condiciones del terreno, y permitiendo acortar el hoyo a los valientes (riesgo / recompensa). Otra cosa curiosa es la cantidad de tees diferentes desde los que podemos jugar, lo que permite atacar al campo al nivel de cada jugador.

Este es el tee de salida del 10, un tee tipo «aeropuerto», innovación de Robert Trent Jones que ya comenté en este post.

El campo lo jugamos con algo de viento, que se agradece para combatir el calor y la humedad, y que añade algo de diversión a los tiros a calle y green.

Otro de los largos tees de salida, en este caso del hoyo 11, otro dogleg precioso hacia la derecha. Al fondo a la izquierda hay un bunker enorme.

Este es el tiro que queda desde la calle del 11, el agua entra en juego para los que se acercen a la orilla para acortar metros. El green está en alto y varios bunkers protegen su ataque.

La calle está protegida por este curioso bunker, típico del campo. Enorme, con muchos contornos y con alguna isla de hierba.

Un buen ejemplo de un campo americano cuasi tropical y muy cerca del centro de Miami. Y para probar la bermuda, una hierba espesa apta para estos climas, y cuya principal diferencia se nota en los greenes: aquí las bolas regatean.