Erin Hills: el sueño de Bob Lang
Semana de US Open. Por primera vez el torneo más sádico del circuito se juega en Wisconsin, un estado interior rural, muy frío en invierno y con escaso pedigree golfístico. (No es el primer major: Whisting Straits ha acogido 3 torneos del PGA; es ese campo tan salvaje donde Dustin Johnson perdió un PGA ante Martin Kaymer en 2010.)
La historia más curiosa que he leído estos días es sobre un individuo llamado Bob Lang. Un empresario local dueño de una empresa de calendarios (relativamente pequeña, llego a facturar 65 millones al año) y con una cartera de propiedades inmobiliarias que se enamoró de una finca rural en Wisconsin y soñó con transformarla en un campo de golf sede del US Open.
Atraer el US Open no es tarea sencilla. Muchos millonarios han comprado y gestionado campos de golf sin conseguirlo, entre ellos un tal Donald Trump. Pero la USGA prefiere campos públicos clásicos con historia, tipo Pebble Beach o Pinehurst. Se requieren campos con capacidad para acoger una infraestructura fuerte: tiendas, hospitalidad…
Lang compró la mayor parte del terreno en 2001 por 2,7 millones de dólares. En 2004 le mostró el terreno a Mike Davis, director del US Open. Davis se maravilló con la finca y le transmitió su entusiasmo. Y Lang pidió un préstamo de 11 millones de dólares para comenzar las obras. En 2006 se abrió al público, con greenfees a 150 dólares. Se gastó 5 millones adicionales en comprar fincas adyacentes, para que nadie construyera en los límites y estropeara las vistas.
En 2008 la USGA le premió con el US Amateur. Lang decidió gastar 2 millones adicionales para construir nuevos bunkers.
Después de gastarse 26 millones de dólares en su campo, Lang se arruinó: tuvo que venderlo todo para pagar sus deudas, incluso el propio campo en 2009, a un tal Andy Ziegler, por 10 millones. Lang hoy vive de la Seguridad Social y de la generosidad de Ziegler, que le empleó como «consultor del campo».
Los arquitectos de Erin Hills, por cierto, son Michael Hurdzan, Dana Fry y Ron Whitten. Hurdzan es el quinto arquitecto de la historia, con Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Byron Nelson y Robert Trent Jones, Sr. en haber ganado el «gran slam» de los diseñadores de campos: el Donald Ross Award (otorgado por la Asociación Americana de Arquitectos de campos de golf), el Old Tom Morris Award (de la Asociación de Superintendentes Americana) y el Don A. Rossi Award (de los Constructores americanos). Dana Fry trabajó con Tom Fazio antes de establecerse por su cuenta, y ha trabajado mucho en Estados Unidos sobre todo. Ron Whitten ha sido editor de Golf Digest desde 1985.
The Rolls of Monmouth, Gales
En 1906 Charles Stewart Rolls y Sir Frederick Henry Royce fundan la compañía de motores para aviación Rolls Royce, el paradigma de la ingeniería inglesa a principios del siglo XX. En la foto, Charles Ryder, conduciendo, junto a su familia y en presencia del futuro rey Jorge V, en la mansión familiar de la que hablamos más adelante. La foto es de 1900.
La familia Rolls poseía en Monmouth, en Gales, una mansión ancestral propiedad de su familia desde 1767. Los jardines de la casa acogen el campo de Rolls of Monmoutch que comentamos en este post.
El trazado discurre por un bosque suntuoso, enorme y precioso, lleno de árboles centenarios, con grandes praderas y con tanto espacio que cabrían varios campos en la finca. Uno de los parklands más agradables que se pueden dar por la campiña británica, mejorado con los palos al hombro. Robles enormes, arroyos serpenteantes, greenes ondulados. Una delicia de vuelta.
Un trágico destino aguardaba a Charles Stewart Rolls, ya que falleció a los 32 años en un accidente de avión en 1910. Al igual que el joven Charles Stewart Rolls, el campo de golf destaca más por lo que podía haber sido que por lo que es. El campo es un ejercicio correcto de diseño pero que no deja el poso que dejan los grandes arquitectos a sus creaciones golfísticas. Uno se queda con la sensación de que en este terreno tan impresionante hay algo que no se ha aprovechado al 100%. ¿Qué hubiera hecho en esta finca Harry Colt o Robert T. Jones? Hoyos memorables, retos golfísticos al jugador, estrategias de diseño. Quizá se abusen de tiros ciegos, que nunca son agradables.
Dos primeros hoyos muy blanditos que permiten al jugador no meterse en muchos líos. El hoyo 1 es un par 4 en ligero dogleg hacia la derecha. Una salida muy ancha a una calle sin peligros, salvo los inmensos robles que marcan la calle.
Toda la pradera de la parte derecha es el campo de prácticas, donde uno puede practicar con sus propias bolas. El green está al final de una suave bajada hacia la derecha. Un solitario bunker hace las veces de escolta.
El hoyo 2 cuenta con una calle en ascenso desde el tee. Un par 4 recto, donde un gran árbol al borde de green actúa como búnker de aire, acompañando a los búnkers terrestres.
El hoyo 3 es un dogleg de derecha a izquierda. Pero no hay nada desde el tee que delate la condición genial del diseñador.
El green se ubica junto a una casa de piedra abandonada y pintoresca.
A la espalda del tee del hoyo 5 vemos la mansión en todo su esplendor.
El hoyo 5, un par 5 recto, termina con un green en alto bien escoltado por árboles y búnkers.
El hoyo 6 es un par 4 en ascenso, con un green complicado de coger y más complicado de puttear.
También es interesante el hoyo 7, un magnífico par 5 en descenso hacia un green protegido por agua. Un buen driver nos deja la oportunidad de llegar de dos, pero la recompensa está amenazada por el castigo del agua.
El hoyo 8 es un par 3 donde las posiciones de bandera al fondo y a la derecha están bien protegidas. Un green muy divertido.
Por último la primera vuelta termina con un par 4 corto y alcanzable desde el tee de salida (por los pegadores). La calle es anchísima y no tiene problema alguno, salvo el río que cruza por su inicio y que discurre por la derecha. El peligro está en un green donde la parte frontal escupirá la bola hacia la calle.
La segunda vuelta sigue discurriendo por la enormidad de la finca disponible con hoyos relativamente sencillos. El hoyo 13 destaca por el lago que protege (bastante mal, por su lejanía) a este par 3 tan bonito.
Después de un duro par 4, el hoyo 15 es un par 4 en dogleg precioso a un green en alto.
Los dos hoyos finales ofrecen un final francamente bueno. El hoyo 17 es un par 5 largo en descenso que ataa a un green muy bien protegido. El 18 es un par 3 que se aprovecha de la presencia de la casa para enmarcar el tiro a un green a 180 metros.
Parador de Málaga Golf
Dos Paradores de Turismo en España cuentan con campo de golf propio. El mejor, sin duda, es el de El Saler, un campo descomunal de Javier Arana en las dunas de Valencia, de los mejores recorridos de Europa. El golf del Parador de Málaga, pese a ocupar un terreno privilegiado junto al mar, no alcanza ni de lejos estos niveles de excelencia.
El Parador de Málaga Golf es el campo decano de Andalucía, luce la firma de dos insignes diseñadores de campos: Harry S. Colt, el padre de la arquitectura de campos de golf, y el afamado Tom Simpson, también un prolífico diseñador de campos por todo el mundo, autor de Chiberta, entre otros. Colt empezó a trabajar en 1929 en un diseño de 9 hoyos sobre 44 hectáreas, pero tras la guerra, y sobre un campo arrasado, el Patronato Nacional de Turismo expropió 30 hectáreas más y encargó a Simpson la reconstrucción completa del campo hasta 18 hoyos y par 72. La Tom Simpson Society no menciona este campo entre sus haberes. Tampoco sé si queda algo de Colt en el nuevo diseño, inaugurado a finales de los 50. También he leído en Wikipedia que Robert Trent Jones participó en su remodelación, pero la web del campo no lo menciona. Ha sido sede de torneos del European Tour, la última vez en 2011 en el Open de Andalucía que ganó Paul Lawrie.
Como se puede ver en el plano que recibe al jugador en el hoyo 1, estamos ante un campo con mayoría de hoyos muy rectos, varios paralelos a la línea de costa y otros perpendiculares a la misma. Prácticamente todos los hoyos son planos. El routing, perfecto, ajusta muy bien los hoyos para reducir la distancia entre green y el siguiente tee.
Es un campo muy cómodo de andar y jugar, con calles bastante anchas y un arbolado bien desarrollado. Pares 3 notables en su recorrido. Un recorrido sin casas alrededor, con la excepción del parador. Aún así creo que los hoyos no cuentan con elementos de diseño que marquen bien su singularidad y el recorrido puede resultar algo repetitivo. Tengo que reconocer que esperaba más de este diseño denominado como clásico pero que más diría que resulta antiguo; un diseño un tanto plano al que le faltan elementos (escapatorias en los greenes, greenes más movidos con contornos más atrevidos, más salidas en alto, bunkers profundos o diagonales, etc.) que aporten un poco de emoción, vistosidad y aprovechamiento de un entorno privilegiado. Y barato no es, con greenfees por encima de 60 euros. En la foto, uno de los hoyos más espectaculares, el par 3 hoyo 6. El mantenimiento es regular, aunque los greenes no estén mal cuidados. Un campo entre dunas (muy planas), y con palmeras, eucaliptos y pinos junto al mar (viento ocasional) y en la línea de despegue del aeropuerto (ruido ocasional).
El hoyo 1 es un muy buen par 5, fácil, ancho, no muy largo y en un ligero dogleg a la izquierda. El mejor hoyo para empezar una vuelta con rapidez y sin dramas. Varios árboles amenazan el primer drive de salida. Un slice fuerte te lleva a la calle del 18.
El dogleg termina en un green ancho con caída de fondo a frente y protegido por bunkers escalonados.
El hoyo 2 es un par 4 recto, y que se va estrechando según nos acercamos al green. Hay muchos árboles por la parte derecha de la calle. El green recibe ligeramente elevado y protegido por un bunker en su parte izquierda.
El hoyo 3 es un par 4 corto (de 260 metros) pero con agua en la parte derecha. Desde el tee este obstáculo de agua no resulta evidente. Varios bunkers en la izquierda protegen el tiro conservador. Merece la pena un hierro corto y un pitch a green. A centro de green: tirar a bandera te puede llevar al agua (donde fui yo).
Otro par 4 largo y recto continúa. Lo más destacable es una gran depresión en la parte derecha de la calle en la caída del driver, y que nos dará un tiro ciego al green.
El hoyo 6 es un par 3 fantástico, por un enorme y notable búnker frontal que protege a un green que desde el tee parece mucho más estrecho de lo que es.
El hoyo más difícil del campo es el 7, un par 4 en dogleg hacia la izquierda. Bordeamos la parte trasera del parador, por lo que tendremos vistas a todo el feo complejo de instalaciones de tuberías y máquinas. A la altura del green vemos los apartamentos del parador, que piden a gritos una reforma urgente. Quizá para mitigar este efecto, los diseñadores han colocado un lago con cascada en la parte derecha del green, un añadido nada natural, pintado de un azul extravagante y que resulta horroroso.
El hoyo 8 es un par 4, otra vez recto, que discurre paralelo a la línea de costa, y con el parador a la izquierda. No hay que pasarse de green para no meterse en líos, en forma de arbustos. Pese a su cercanía al mar no se aprovecha este emplazamiento para dotar de algo más de alegría visual al hoyo.
El 9 es un par 3 largo de 180 m, donde recibe un green alargado y con piano. Dos estrechos bunkers guardan los laterales del green. El parador, al fondo.
El hoyo 10, que nace casi en el mismo punto del hoyo 1, es otro par 4 recto. Solamente una palmera interrumpe el rumbo de una calle muy ancha aunque también hay dos bunkers en la parte izquierda. El green se se accede superando hasta cuatro bunkers que protegen su frontal de sus laterales. Hay un obstáculo de agua en la izquierda que no entra en juego.
El 11 es otro par 3 muy largo de 190 metros. Muchos bunkers cerca del green, y supongo que el viento, pueden añadir problemas. Otro hoyo próximo al mar pero que no se aprovecha para ofrecer una salida en alto algo más espectacular.
El 12 es un par cinco precioso que discurre perpendicular al mar y que se adentra entre bosques saliendo de la zona de dunas costeras. El hoyo discurre completamente recto y en subida hacia el green en alto. Muchos árboles en la caída del drive pueden arruinar la salida. Al fondo, la pista de despegue del aeropuerto, que ofrece un flujo constante de aviones muy cercanos. Una vaguada antes de green ofrece un tiro estupendo al mismo.
El 13 es un par 3 con green protegiendo derecha e izquierda del tiro. Como casi siempre ocurre, los responsables de los campos suelen ubicar las barras más adelantadas de lo que ofrece la tarjeta, y en este caso las barras estaban puestas directamente en la línea de tiro del par 3, un error incomprensible que lo único que hace es angustiar al jugador y retrasar el campo. El green se ve a la izquierda del tee de salida del 14, un par cinco de salida bastante angosta. La calle desciende suavemente hasta el mar. Un obstáculo de agua por la parte izquierda del green puede ofrecer peligro.
El hoyo 15 es un par cuatro muy largo y recto con una calle muy ancha que asciende hasta el green. Varios árboles rodean a la calle por todas partes. Nuevamente el movimiento se aporta con otra vaguada antes del green elevado.
El hoyo 16 es un par 5 recto casi hacia el mar. Hoyo sencillo, sólo dificultado por el agua a la derecha que no debería entrar en juego.
El 17 es un par cuatro cortito y recto de unos 310 metros. Como dificultad, un green pequeño que cae desde atrás hacia delante. Tom Simpson, ¿donde estás?
Para terminar el 18 es un par 4 muy serio, de casi 400 metros, con un ligero dogleg hacia la derecha. Una calle muy movida, con ligeras vaguadas y lomas, que recuerda a las de los links británicos y que puede dar un stance difícil.
Adare Manor Hotel and Golf Resort, Irlanda
Empezamos con una aclaración necesaria: hay dos campos que se llaman Adare: el de Adare Manor, municipal (en la foto, uno de sus tees de salida, con castillo en ruinas al fondo), y el Adare Golf Club, que es el que comentamos hoy. Ambos campos, de hecho, se tocan en un punto, en el hoyo 15.
Para entrar en el lujosísimo Adare Golf atravesamos una valla señorial custodiada por un guarda uniformado, accediendo a un jardín manicurado. Estamos en uno de esos castillos góticos y espectaculares propiedad de una familia inglesa milenaria y millonaria, y que cuenta con un vergel idílico que ha sido transformado, con la firma de Robert Trent Jones, en un campo de golf majestuoso, un jardín que representa el ideal de la perfección, el triunfo de la civilización sobre la naturaleza salvaje. El hotel y sus 700 acres han sido comprados recientemente por el millonario irlandés JP McManus por una cantidad cercana a los 30 millones de euros.
El campo es un parkland que destaca por su estética, precioso, muy ancho, abierto, perfectamente manicurado, y cuajado de elementos encantadores: unas ruinas medievales, un caudaloso río de truchas, unos árboles majestuosos, impresionantes; hasta un cementerio para mascotas. No es extraño que haya sido votado el mejor parkland de Irlanda por Golf Digest 7 años seguidos, superando a joyas como Druids Glen, Carton House, Kileen Castle o el mismísimo K-Club (para mi, el K-Club está en un nivel golfístico superior). En la foto, el green del hoyo 13, el más bonito del campo
Trent Jones, en lo que es su último gran campo, diseña un recorrido con mucho dogleg, calles muy anchas, y greenes muy grandes y movidos. Muchos tees de salida para endurecer el recorrido. Un campo relativamente plano y cómodo de caminar, precioso y que mejora hoyo a hoyo. La segunda vuelta es un espectáculo natural. El servicio es impecable, el starter, atento y amable, no dejará de aparecer para evitar juego lento.
El hoyo 1 es un par 4 franco, ancho, en ligero dogleg hacia la derecha. El driver tiene que ir por la izquierda para tener opción de alcanzar un green con mucha caída y protegido por un pequeño arroyo.
Ballybunion (Cashen Course), Irlanda
«Cuando vi por primera vez el terreno par el nuevo campo de Ballybunion, me quedé sin palabras. Creo que el mejor terreno links que había visto nunca, y quizá la mejor finca de links del mundo. Con el océano a un lado y el río al otro, este terreno ondulado, movido y fluído es pura e indescriptible belleza.» – Robert Trent Jones.
El Cashen Course, el segundo campo de Ballybunion, se suele despreciar como un campo menor. Mucho más moderno, y diseñado por Robert Trent Jones a principios de los 80, uno espera un links vulgar. Nada de eso. Estamos ante una versión extrema y salvaje del Old Course, un campo mucho más difícil, escarpado, surrealista. Un campo que parece haber estado ahí durante siglos. En la foto la calle y green del 9, con la casa club al fondo.
Campo polémico, en dunas más altas, más escarpadas que las del Old Course. Trent Jones ha dejado intactas las dunas y ha construido un campo asombroso, una sucesión de hoyos imposibles entre dunas alucinantes. Alguno dijo que este diseño es de un «RTJ drogado». Parece un campo diseñado para la PlayStation. Calles duras como el mármol, greenes salvajes de todos los colores, rough de links, viento brutal. Es un campo fantástico, surreal y extraordinariamente divertido. En la foto, la preciosa salida del 17.
El hoyo 1 es un par 5 largo y en ligero dogleg hacia la derecha. La calle está ondulada y arrugada como es típico en links. Bunkers naturales, pot bunkers cerca de green, un buen aperitivo para empezar.
El hoyo 2 es un par 4 donde desde el tee en alto se ve toda la calle descendente y el green en alto. El viento tenderá a llevarse la bola al rough de la izquierda. Un hoyo con aspecto de haber sido restaurado completamente hace poco.
El hoyo 3 es un par 3 contra el viento. Dos o tres palos más pueden ser aconsejables. El green entre dunas no tiene nada de vulgar: una montaña rusa.
Entramos en el corazón del campo donde se irán sucediendo hoyos memorables. El hoyo 4 es un enorme par 4, que parece mucho más largo de lo que es. Desde una gloriosa salida en alto uno tiene el estuario en la izquierda, el océano a la derecha y todo el campo a sus pies. Es momento de descoser la bola.
El hoyo 5 es un par 4 muy corto (275 metros). Tendremos un wedge a un green ciego realmente glorioso. Un green colgado en una duna, muy ancho y ridículamente estrecho y rodeado de un rough selvático.
El hoyo 6 es un par 3 con salida en alto.
El siguiente hoyo es un par 4 corto pero con salida ciega y junto al mar. El viento azota con fuerza. El espectáculo de las dunas es sensacional.
El hoyo 8 es un par 5 de más de 550 metros y cuenta con una salida semiciega en dogleg hacia la izquierda. Una piedra blanca marca la línea a seguir.
Desde el borde de esta duna se extiende la calle como un tobogán gigante. El green vuelve a estar elevado y tiene más contornos y curvas que una pin-up.
El hoyo 9 es un par 5 con salida en alto y alcanzable para pegadores en dos golpes. El problema es un green con tres plataformas donde no existe la superficie plana.
La segunda vuelta es mucho más escarpada y surrealista. El 10 es un dogleg a la derecha con una calle estrecha entre unas dunas alucinantes.
Dos pares 3 únicos continúan. El 11 cuenta con una salida preciosa junto al océano. Un par 3 con el green colgado de una duna.
El 12 es otro par 3 largo y muy curioso. No es fácil haber visto un hoyo de golf en este terreno. El green vuelve a estar colgado de una cornisa. El viento sopla con fuerza a favor.
El 13 es el más difícil del campo: un par 4 con salida semiciega. La calle gira ligeramente a la izquierda. El green es espectacular, tras una vaguada gigantesca. Con el viento de cara, además, quedarse corto es lo normal.
El 14 es un par 4 largo y ondulado. Destaca un green con una especie de vaguada gigante en medio. Las escapatorias dan auténtico miedo.
El hoyo 15, otro enorme par 5, presenta otro tiro ciego desde el tee con la consabida piedra blanca.
La calle es un espectáculo entre dunas, una sucesión increíble de subidas, bajadas, curvas y desniveles hacia un green en alto.
El 16 es un par 3 sencillamente precioso.
El 17, otro gran par 5 corto, la calle serpentea descendiente hacia un green protegido por el mar, el viento y una vaguada. Es muy probable que el segundo tiro sea ciego; hay que ser conservador (lo que yo no hice), y jugar un hierro corto porque la calle es de mármol y desciende vertiginosa.
Para terminar un par 4 en dogleg hacia la izquierda. El green está muy elevado respecto de la calle y bien protegido por pot bunkers. Y cuenta con una superficie inclinada hacia el frente temible.
Ballybunion (Old Course), Irlanda
En esta semana del Irish Open en Royal County Down, parece idóneo comentar otro campo mítico sede del torneo. Requiere una enorme determinación llegar hasta este icónico links en el suroeste de Irlanda. Las carreteras son estrechas y peligrosas, diseñadas para acoger un coche y medio en los dos sentidos. Y el campo, totalmente abierto al viento del océano, puede convertir la vuelta en un infierno. Pero merece realmente la pena el esfuerzo para jugar este campo y su hermano menos conocido, el Cashen Course. Si el tiempo acompaña, disfrutaremos un enorme día de dunas gigantes, viento huracanado, naturaleza salvaje y golf. En la panorámica, la calle y el green del 17 y del 18, con la casa club al fondo.
El campo, siendo un links espectacular, data de 1893, aunque inicialmente fue considerado como «una madriguera de conejos bajo el pueblo, donde un golfista requiere de paciencia infinita y de un innumerable conjunto de bolas de golf». El routing actual data de 1982, cuando se construyó la casa club y el nuevo campo Cashen, diseño de Robert Trent Jones. El Old Course exhibe hoy una primera parte más floja, en especial los dos pares 5 seguidos hoyos 4 y 5 que se juegan al costado de unas horribles casas prefabricadas de veraneantes. (Palabra curiosa aquí, donde los veranos duran 5 minutos y van seguidos de fuertes inviernos, lluviosos otoños y siempre ventosas primaveras.) Pero el campo va mejorando hoyo a hoyo y en cuanto entramos en las enormes dunas y los greenes contorneados empiezan a castigarnos, conseguiremos gozar de un espectáculo inigualable de links puro, con unos greenes excelsos ubidados en los lugares más insospechados entre dunas enormes. Un ejemplo: el green del 11, encajonado entre un pasillo de dunas.
La casa club no impresiona por su aspecto tradicional: estamos ante un inmenso edificio de hormigón que más parece un ministerio del este. Eso sí, bien equipada y repleta de fotos icónicas y de recuerdos que dan fe de su historia. Tom Watson aparece como el gran referente de estos links. El hoyo 1 no puede ser más funesto: un ligero dogleg hacia la izquierda que debe apuntar a la derecha de los pot bunkers de la calle para no visitar un cementerio, que es (obviamente) fuera de límites.
Un letrero nos indica que uno no debe entrar en el camposanto a buscar bolas perdidas. Un incentivo para los locales para visitar a sus parientes…
El hoyo 2 nos entrega de lleno en el terreno de la excelencia más absoluta. Un enorme par 4 en dogleg hacia la izquierda y con un green simplemente impresionante, en las alturas de una duna espectacular. Desde el tee se intuye el green elevado en los cielos; aterroriza su lejanía. Hay que conseguir un gran drive para tener opciones de tiro a green razonables. El par es un gran resultado.
El par 3 que continua es largo (más de 200 metros) y precioso. El green parece un flan desde las alturas de la duna, un l por lo que plantea muchas opciones de ataque. La parte derecha es la opción más segura. Una placa en el tee recuerda un hoyo en uno de Payne Stewart.
Los dos pares 5 que continúan tienen la particularidad de volar los greenes anteriores desde el tiro de salida. Una decisión muy inteligente para ahorrar metros en el diseño del campo. El fuera de límites de la derecha no puede ser más feo. En la foto, la salida del 5 sobre el green del 4. Ojo con un bunker escondido en medio de la calle.
El hoyo 6 es un dogleg precioso y descendente hacia un green junto al mar. El green recibe alargado y con forma de flan. Como casi todos los greenes, está en un plano distinto del de la calle. Esto hace que los approaches con viento sean complejos y que sea necesario ser creativo en los approaches. O estar muy fino con el putter. A derecha e izquierda de green no es muy recomendable ir.
El tee del 7, otro gran par 4, está totalmente expuesto al huracán del mar. La línea más agresiva va por encima de la playa para aterrizar en calle. El green es alargado y estrecho. Para dar una idea del infierno meteorológico que puede ser este campo, hay un green de invierno para cuando hay tanto viento que se hace imposible patear en el green.
El hoyo 8 es un par 3 muy corto, de menos de 120 metros. Pero el viento azota por la espalda y el green tiene más curvas que una silla de montar, con escapatorias terroríficas a la derecha. Varios pot bunkers cavernosos amenazan. Un grandísimo par 3, que da idea de la excelencia en aprovechar unas dunas salvajes.
El hoyo 9 es un reto infernal. Es un hoyo largo, con una salida en alto, un agujero extraño en medio de la calle y un green elevado y estrecho que resulta infernal. Sufrí un auténtico partido de tenis entre los dos lados de la calle. Algo parecido le pasó a Sergio García en el Irish Open del 2000, donde se hizo 9 golpes.
La salida del hoyo 10 es semiciega, hacia una plataforma en una duna cercana. La calle girará ligeramente hacia la izquierda.
Desde ahi un wedge bastará para un green también movido.
El hoyo 11 es un impresionante par 4. Paralelo al mar, azotado por el viento, con una calle escalonada y serpenteante que vas descendiendo hacia un valle natural. La vista desde el tee de salida es gloriosa.
El green está elevado y oculto entre dunas, una preciosidad natural.
El par 3 hoyo 12 nos vuelve a enfrentar a un green enclavado en una duna elevada.
Otro gran hoyo continúa, un par 5 espectacular. El río Kitty cruza por delante del green planteando la duda de si tirar a green o quedarse corto. Otro green elevado respecto de la calle recibe con mucha superficie. La foto está desde una duna gigantesca que tapa parcialmente la calle.
Dos pares tres seguidos continúan. El primero no es muy largo, pero tiene un green con fuertes pendientes en ambos lados.
El siguiente es mucho más largo y serio y además se hace casi contra el viento del mar. El green cuenta con dos partes muy diferenciadas.
Y para terminar tres hoyos memorables. El primero es un par 5 en dogleg tremendo hacia la izquierda desde una salida en alto. Una colina-duna marca el borde de la calle.
El segundo tiro se juega en un valle precioso entre dunas, y con el viento soplando con fuerza de cola.
El 17 es un par 4 con una salida espectacular. La calle desciende majestuosa y natural hacia la izquierda. Las dunas son de un tamaño increíble.
El green entre dunas es bastante plano y cuenta con los contornos en barranco de este campo. También destaca un pot bunker frontal temible.
El 18 se suele despreciar como hoyo final, pero a mi me pareció un gran final de golf. La calle gira hacia la derecha desde un tee que casi sobrevuela el green del 17. Un gran bunker espera al jugador al final de la calle. El green está tras la dunas en la línea del bunker y es alargado y estrecho. Otro hoyo muy especial para terminar.
Valle Romano Golf, Estepona (Málaga)
Valle Romano es un campo adosado a una promoción urbanística atroz en una zona montañosa de Estepona, relativamente cerca de Finca Cortesín. En las fotos siempre se ve el mar aunque estemos bastante lejos. La promoción ha sido ampliamente publicitada y todavía quedan muchas casas por vender a precios más que asequibles. El campo que actúa como gancho es un campo diseñado por Cabel B. Robinson, diseñador que trabajó en España con Robert Trent Jones. El resultado es un recorrido muy montañoso, no muy bonito (por la urbanización) y aunque tenga un buen servicio, es bastante caro. Jugar con buggie es aconsejable, por los desniveles y las distancias entre green y tee de algunos hoyos. Además, y esta es una costumbre en demasiados campos de España, las barras amarillas (el día que jugué) estaban muy adelantadas por lo que se juega mucho más corto de lo que debería.
El hoyo 1 es un dogleg hacia la izquierda y con un desnivel espectacular. El reto es escoger una línea adecuada que nos lleve la bola a una calle más bien estrecha. El jugador valiente debería volar los bunkers de la parte izquierda.
El green recibe en algo y en diagonal, enmarcado por la autopista.
El hoyo 2 es un par tres con un green en alto protegido por dos bunkers en la izquierda. Detrás la urbanización de Valle Romano; más bien uno de los enormes bloques que van orillando el campo de golf. El green tiene dos pianos.
Los bloques acompañan, como si de un crucero se tratara, toda la calle del hoyo 3. Este hoyo, el hándicap 1 del campo, cuenta con un bunker en la parte central-derecha que resulta difícil volar. Además el diseño de la calle hace que las bolas ligeramente por la izquierda vayan a ir rodando rápidamente hacia el camino y un barranco. Así que no es nada fácil salir con éxito. Otros tres bunkers con forma de ameba rodean al hoyo.
El hoyo 4 es un par 4 mucho más corto, de 278 metros desde blancas. Es un hoyo completamente recto. Hay bunkers en la parte derecha y sobre todo mucho viento. El green se asoma al mar de manera espectacular.
Un muy bonito par 4 continúa. El problema del hoyo 5 es el lago. También un par 4 corto, de 306 metros desde amarillas, tenemos bunkers-amebas por la izquierda y el agua por el centro derecha, aunque está mucho más lejos de lo que parece. Tendremos un emocionante tiro a green desde la calle.
Otro buen par 4 discurre por una calle muy ondulada, un dogleg hacia la izquierda y ligeramente ascendente. La calle está bastante más lejos del tee de salida de lo que aparenta. Y naturalmente el lago impone respeto.
El 7 es un par tres muy largo. Tendremos viento a favor. Varios bunkers por la derecha del green enmarcan el tiro.
El hoyo 8 es un par 5 en continuo ascenso hacia la casa club. El bloque de apartamentos que vimos en el hoyo 2 queda ahora a nuestra derecha. Tres tiros fuertes y rectos y a green. Un hoyo un tanto soso.
El hoyo 9 que cierra la primera vuelta es un par 3 muy bien protegido por bunkers a derecha e izquierda del green. La enorme casa club cuenta con una terraza espectacular desde la que se puede disfrutar perfectamente de este hoyo.
El hoyo 10 es un par 5 bastante estrecho, en ligero dog leg hacia la izquierda. El viento a favor apoya en la salida. Varios bunkers por la izquierda protegen el green, un green muy estrecho y muy inclinado con posiciones de bandera durísimas.
11 es un par 3 muy agreste, junto a la montaña, muy natural. Lo curioso es que hay que recorrerlo entero andando para jugarlo, es decir, el green del 11 está pegado al green del 10.
El hoyo 12 es un par 4 tipo Himalaya, uno de esos tiros que parecen desde un rascacielos con un desnivel brutal. La calle está muy ondulada. El lago de la izquierda de green parece más cerca de lo que está en realidad. Es uno de esos hoyos imposibles de circo que, personalmente, detesto.
Después de un par 3, el hoyo 14 es un par 4 muy largo y muy recto, con tee en alto. El hoyo es bastante feo por la presencia desordenada de muchas casas.
Seguimos con un par 5 en subida y encajonado entre bloques blancos.
Paralelo al mismo discurre el hoyo 16, un gran par 5 en dogleg hacia la derecha. Se puede y se debe descoser la bola desde el tee.
Los dos últimos hoyos son sendos pares 4 en ascenso hacia el green. Del 17 me parecieron muy penalizadores, aparte de los bunkers ameba del recorrido, varios grupos de arbustos que ocupan parte de la calle.
Todos los hoyos llevan el nombre de un golfista profesional. El 18 es el de Gonzalo Fernández Castaño, quizá porque fue la principal imagen del campo en su promoción. Estamos ante un par 4 en subida.
Destaca un green en anfiteatro rodeado rutinariamente de bunkers. Me da la sensación de que son más estéticos que penalizadores.
Mijas Golf Los Lagos, Mijas (Málaga)
Con sus casi 6.400 metros, el campo de Mijas Golf Los Lagos es uno de los más largos de Andalucía. Fue diseñado en 1975 por el gran arquitecto Robert Trent Jones, y ha sido recientemente remodelado a conciencia, recuperando algunas de las ideas de RTJ. Estamos ante un campo cómodo de andar, bastante plano, con calles anchas, muy planas, casi autopistas, y pocos árboles. En apariencia un diseño sencillo, hasta que descubres que, como en todo campo de Trent Jones, los birdies son caros: un diseñador no necesita poner rough espeso o bosques frondosos para complicar un hoyo. Hay abundantes obstáculos de agua en la primera vuelta (lagos y ríos) y muchos bunkers bien puestos. Y los greenes son enormes y bastante planos, pero con caídas sutiles. Un gran campo para disfrutar, para apretar bien el driver y un buen reto de golf. Comento los hoyos del campo (con fotos de un día nublado en Mijas, una rareza):
El hoyo 1 es excepcional. Un par 5 con una salida ancha y cómoda, aunque el tiro bueno es por la parte izquierda para tratar de acortar (pero no demasiado para no irse fuera de límites).
El segundo tiro te enfrenta al primer dilema: ¿debo intentar cruzar el canal y tener un tiro más cómodo a green o me quedo corto del río y busco el green con un hierro más largo? Varios bunkers de calle para los valientes que crucen el canal. Después un tiro a un green grande y algo más elevado, de forma que no se distingue bien su forma y contorno.
Pasamos a un par 3 también precioso. Cuatro bunkers guardan un green que recibe en diagonal. La parte izquierda del green ofrece una vía más segura de ataque.
El siguiente hoyo 3 es un par 4 recto como una vela, con salida en alto y una calle ancha para llegar a un green protegido por dos bunkers frontales y un lago detrás. El green tiene un tamaño suficiente como para no sufrir por el agua. Ahora bien, con viento y banderas traseras, seguro que más que uno se moja.
El hoyo 4 nos enfrenta a un dogleg hacia la derecha. Como suele hacer RTJ, un bunker en el punto exacto donde acortamos el dogleg, para tentar al pegador. Posteriormente, el 5 es un par 5 muy emocionante. Nos enfrentamos a un auténtico pasillo estrecho: por la izquierda fuera de límites, por la derecha, el agua.
Este es el tiro desde la calle del hoyo 5 a un green enorme, con un bunker por la parte izquierda para recoger el tiro conservador.
El hoyo 6 es el handicap 1 del campo. Una salida algo tensa por el agua que hay que volar, aunque si se quiere ser conservador, por la izquierda tendremos menos peligro.
El segundo golpe ha de ser espectacular para llegar al green. Hay que descubrirse ante la maestría en el diseño de los bunkers de entrada al green: pese a que ópticamente parecen cercanos al green, los dos primeros está a bastantes metros de su entrada.
A estas alturas estaremos algo aturdidos: pese a ser un diseño franco, sacar birdies no es sencillo. El siguiente par 4, hoyo 7, es un ligero dogleg de derecha a izquierda. Hay un lago que acompaña la calle por la izquierda, pero la calle es ancha. Un gran bunker de calle por la derecha y un green con bunker frontal cuyo peligro está también por detrás: otro lago más.
El hoyo 8 es un par 3 monstruoso de más de 200 metros. Por la izquierda, agua. Por la derecha, bunkers. Sólo queda una: ir recto.
La primera vuelta se cierra con un par 4 ascendente en dogleg hacia la izquierda. Muchos bunkers, los de la foto, de nuevo en la caída ideal del drive. El green cuenta con tres plataformas diferentes, una novedad.
El hoyo 10 es el handicap 2 por su longitud, los bunkers que cercan el green y el lago que lo bordea por la derecha. Es un par 4 con salida en alto, lo cual suele aumentar los efectos devastadores de una línea no precisa. Todos los peligros a la vista desde el tee.
El tiro a green debe evitar el agua de la derecha.
El hoyo 11 nos pide cruzar un puente que es seña de identidad del campo (parece una bola de golf gigante) y que a mi me parece muy feo. Un par tres con agua por la derecha.
El siguiente hoyo 12 es un par 4 recto con muchos bunkers de calle. La mejor opción por la derecha a tirar a un green bien protegido por bunkers, por delante y por detrás.
El hoyo 13 es un par 5 exigente. La salida, en alto, es franca hacia una calle descendente y protegida por un bunker en la parte derecha. Más adelante, el green está bien guardado por un lago (en esta ocasión, seco) que tiene un imán. También hay agua por la parte izquierda de la calle.
El hoyo 14 es un ligero dogleg hacia la izquierda, aunque no conviene acortar por este lado.
La calle asciende inicialmente, y el segundo tiro es descendente hacia el green.
El hoyo 15, antes un par 3, ha sido transformado en un par 5, al parecer siguiendo el diseño original del campo, fusionando los antiguos hoyos 15 y 16. Es un par 5 no demasiado largo y con una calle ancha y plana. Los únicos obstáculos son los bunkers que protegen a un enorme green.
El hoyo 16 es ahora un par 3 corto de 140 metros. Hay agua en abundancia por la izquierda y al principio del green.
Un par 4 ascendiente y francamente bonito continúa. La calle aparece recortada por varios bunkers por la parte derecha, por lo que hay que apoyarse por la parte izquierda. Mucho ojo con el bunker de entrada al green, que es de los más profundos del campo.
Por último terminamos la vuelta con un par 4 no excesivamente complicado. Hay un fuera de límites por toda la parte derecha y un bosque por la izquierda, por lo que hay que ser preciso con la calle. El segundo tiro se hace a un green cuya superficie es ciega, por lo que conviene jugar un palo más para no quedarse corto en ninguno de los bunkers que protegen su entrada
Dónde jugar al golf en Atlanta
Jugar al golf en Estados Unidos puede ser una cosa muy fácil o muy frustrante, según se mire.
Fácil porque hay millones de campos de golf a precios muy asequibles repartidos por todos los estados. La oferta es abrumadora, y en los rankings de los mejores campos del mundo siempre más de la mitad están en suelo americano. Frustrante porque prácticamente todos los buenos y famosos, esos que figuran en las listas de mejores campos de golf del mundo, muchos de los que vemos albergar torneos o majors, son campos privados. Uno puede jugar en todas las sedes del Open Championship, pero en America los campos privados son del tipo «cerrado a cal y canto para visitantes»: sólo admiten a socios o a amigos de socios. Así que para jugar en Augusta National (en la foto) tienes que ser periodista deportivo, conocer a algún chaqueta verde o jugarlo en la PlayStation. También hay campos en los que se puede jugar muy conocidos (Pebble Beach, Bethpage Black, etc) pero o son muy caros (Pebble Beach, por ejemplo) o para jugar hay que, literalmente, dormir en el parking del campo para coger sitio (es lo que hay que hacer para jugar en Bethpage Black, en Nueva York).
Estando por trabajo algunos días en Atlanta, estuve buscando en qué campo jugar. El primero de la lista es un campo que está en la ciudad: East Lake, la sede del Tour Championship, el campo de Bobby Jones, uno de los mejores campos del país. Escribí un correo para reservar un tee time. No hubo respuesta. Escribí otro más. Nada. Al final, gracias a mi insistencia, conseguí una respuesta: «No.» Campo sólo para socios o amigos de socios.
Un jugador local me aconsejó acercarme a las instalaciones del club, para explicar mi caso. No me dejaron ni entrar en las instalaciones. Esta verja sólo la cruzan los socios, amigo.
Fui a un campo de 9 hoyos adyacente a East Lake para matar dos horas. El campo es obra de Rees Jones. Jugué con un caddie de East Lake, y me contó que el acceso al campo es prácticamente imposible. Ni siquiera admiten a nuevos socios. La gran mayoría de los socios son empresas, ejecutivos de las grandes corporaciones de Atlanta (CNN, UPS, Coca Cola, Delta…) y muchos despachos de abogados, consultores, etc. La verdad es que desde fuera, East Lake no parece gran cosa.
Bueno, pues quizá podamos probar en Peach Tree, otro mítico campo de la ciudad, obra de Bobby Jones y Robert Trent Jones. También privado. Cerrado.
Lo intenté con Hawks Ridge, un ejemplo de arquitectura clásica obra de Bob Cupp. Muy amablemente me dijeron que no. Y así con varios de los campos de la ciudad privados.
Así que uno se desanima porque piensa que no poder jugar estos campos con tanto nombre. Craso error. La oferta de campos, incluso públicos, es más que apetecible. Este fue el resultado de mi investigación:
- Cuscowilla. Un diseño espectacular de Ben Crenshaw y Bill Core. Enclavado en un hotel de lujo, lo malo es que está a 1 hora y 20 minutos de la ciudad.
- Bear’s Best: Una colección de los mejores hoyos diseñados por el Oso Dorado, Jack Nicklaus, en más de 200 campos por todo el mundo. Este sí es un campo público, relativamente barato (80 dólares) y situado a 45 minutos de la ciudad. Cuando llamé estaba completo.
- The Frog at the Georgian, diseño de Tom Fazio, uno de los diseñadores más importantes de la ciudad. A 45 minutos.
- Cobblestone: Considerado como uno de los mejores campos para jugar por la revista Golf Digest en la zona. A 35 minutos de la ciudad.
- Stone Mountain: Muy cerca del centro, el complejo cuenta con dos campos de golf: El Stonemont (obra de Robert Trent Jones) y el Lakemont. Ambos son dos campos preciosos, con esos altísimos pinos georgianos tan característicos de la zona (y que podemos ver en Augusta).
- Rivermont: Otro campo precioso cerca de la ciudad
Al final me decidí por un campo diseño del rey, Arnold Palmer: Cherokee Run, situado a 40 minutos de Atlanta. Pero eso será en otro post.