St. Pierre Marriott Hotel & Country Club, Old Course, Gales
El Old Course de St Pierre es la atracción golfística que propone un hotel Marriott de lujo enclavado en Gales, en una mansión del siglo XIV junto a la Iglesia del siglo XI dedicada al santo. Un lugar soñado para una escapada, con dos campos: el Old Course y el Mathern Course.
El campo ha acogido pruebas del British Masters y de la Solheim Cup. Entre la lista de ganadores vemos nombres ilustres como Seve Ballesteros, José María Olazábal o Bernhard Langer. La web explica que se ha invertido dos millones de libras recientemente para mejorar sus instalaciones, obra de Ross McMurray, en el año 2008.
El campo viejo fue inaugurado en 1962 y es obra de Ken Cotton, un ilustre diseñador fallecido en 1974 y que fue pupilo de Tom Simpson y trabajó durante años con Frank Pennink y Charles Lawrie. (Ken Cotton participó en el rediseño de un links ya comentado, el Noordwijkse Golf Club en Holanda.) Estamos ante un parkland perfecto y precioso.
Resulta notable destacar que durante la construcción del campo Cotton invitó y conoció al entonces periodista Donald Steel, que más tarde se convertiría en socio y que es el único arquitecto que ha participado en el rediseño de todos los campos de la rotación del Open Championship: Prestwick, Musselburgh, St Andrews, Muirfield, Sandwich, Hoylake, Deal, Troon, Lytham & St Annes, Prince’s, Carnoustie, Portrush, Birkdale y Turnberry. Dato curioso pero esto no tienen nada que ver con un links, como se ve en la foto.
El Old Course está construido en torno a un lago precioso y jalonado de árboles centenarios y enormes, especialmente este roble gigante de más de 400 años que enmarcan la calle del hoyo 2.
Se trata de una finca relativamente plana, muy fácil de caminar y con calles anchas y bien remarcadas por árboles enormes.
En algunos hoyos el green está bien protegido por el propio desnivel de la calle.
Los últimos hoyos son los más bonitos del campo, con el lago enmarcando los tiros a green desde unas calles perfectamente cuidadas.
El hoyo 17 es un par 4 atractivo por el green bien bordeado por el lago.
El hoyo 18 es quizá el más escénico del recorrido, con el hotel al fondo, la salida en alto y el lago enmarcando la salida, sin entrar realmente en juego.
Four Seasons Golf Club Mauritius at Anahita (Mauricio)
Cuando uno tiene la suerte de elegir la isla africana de Mauricio para irse de vacaciones, no es una decisión motivada por el golf, pero una vez se está ahí se puede disfrutar de un golf de altísimos quilates. Ya he comentado el Touessrok Golf de Bernhand Langer, que para esta web que clasifica a los mejores campos del mundo es el mejor campo de la isla. Hoy describo el segundo clasificado, también según la web mencionada, que además está muy cerca del Touessrok (de hecho se ve perfectamente desde el 17). Pese a su cercanía estamos ante un recorrido de un carácter completamente diferente. El gran Ernie Els ha firmado para el Four Seasons un maravilloso campo de golf ancho, extenso y ondulante como un buen links británico, con una calidad constructiva excepcional y un mantenimiento de auténtico lujo. Nunca he jugado un campo mejor presentado que éste: calles como alfombras, greenes perfectos y rápidos, bunkers homogéneos y con contornos ondulantes. No se ve una rama caída, unas hojas amontonadas; de hecho casi ni se ven chuletas. Había oído muchas veces la expresión «campo manicurado» pero hasta que no vi a un empleado recortar minuciosamente los bordes de una boca de riego con unas tijeras pequeñas de podar no entendí lo que significa. En la foto, la calle del 7, con bunkers contorneados de bermuda adormecida.
Ya la entrada al campo de prácticas nos sumerge en unas instalaciones de primera clase. Un campo de prácticas precioso y un green para ensayar golpes de approach que roza la perfección.
Estamos en un campo donde disfrutaremos de cada minuto de juego de un diseño amable en un entorno estéticamente precioso. Donde en el Touessrok hay que sufrir en cada golpe castigos penales, aquí gozamos de un agradable paseo por anchas calles, sin vaguadas delante de los tees de salida. Aún así, los birdies no suelen salir salvo que uno esté muy inspirado con el putt o conozca donde atacar a los greenes. Greenes ondulantes de bermuda ultrarrápida y con amplias zonas de escapatoria. Estamos ante un campo duro con envoltorio de seda.
Jugamos en un día nublado. Una ventaja para no sufrir el calor y para poder andar el campo. Los empleados no daban crédito cuando rechazamos varias veces el buggie. La pega es que quizá las fotos no sean tan vistosas como merecen.
Un enorme cartel nos da la bienvenida en el tee del hoyo 1 a esta experiencia de golf de lujo. Un par 4 en ligero dogleg hacia la izquierda. Hay que evitar los bunkers de la parte derecha, que son profundos.
Nos vamos a un green que cae de izquierda a derecha y que es suave como una alfombra persa. Una gozada los contornos de los greenes y las escapatorias del green. Me recordaron mucho a los contornos clásicos de Harry Colt, como en Royal Portrush.
El hoyo dos nos enfrenta a un par 5 maravilloso. Sorprende mucho ver que la salida está enmarcada en dos muros de piedra, con aspecto centenario pero construidos para el campo. Cualquier tiro mínimamente desviado tendrá que sortear estos muros. Si quieres un birdie hay que superarlos con una salida recta.
Cerca del green hay un enorme mango en medio de la calle y un bunker a su altura que protege el lado derecho del green. Un green con escapatorias amplísimas.
El hoyo 3 es un par 4 recto. Bunkers en la calle y bunkers profundos protegiendo las curvas del green.
El hoyo 4 es el segundo par 5 del recorrido. Desde lo alto disfrutamos de una preciosidad de salida, con toda la calle enfrente nuestro, el green al fondo enmarcado por el mar. Al viento de cara se le suma los tres bunkers en la parte izquierda como posibles peligros. Más a la izquierda, las residencias del Four Seasons.
El green en alto está bien resguardado por una vista paradisíaca.
El par tres siguiente tampoco facilita las cosas para conseguir un birdie. Els hace que la bola deba sobrevolar un entrante del mar para alcanzar un green estrecho y alargado. Por la derecha el tiro será más seguro. El tiro largo se enfrentará a un putt cuesta abajo.
El hoyo 6 es un par 4 muy largo y complicado, aunque la brisa a favor puede favorecer la salida. Si nuestro drive de salida descansa por la parte derecha, tendremos que sobrevolar en el segundo tiro un obstáculo de agua y dos bunkers temibles.
Nuevo par 4 donde hay que poner bien la bola en calle para tener opciones de green. Els juega al despiste con una serie de bunkers escalonados pero que dan la sensación de bloquear completamente la salida.
El green es una auténtica silla de montar, aunque con la posición de bandera que nos tocó jugar las bolas caían hacia el hoyo.
Otro par 4 hacia el mar y con el tee y el green más alto que la calle. El hoyo es largo y está excepcionalmente bien resguardado por tres bunkers profundos.
Para terminar la primera vuelta, Els diseña un par 4 corto y alcanzable (por los muy pegadores, son 265 metros de drive). Un canal de agua parte en dos la calle y protege la parte frontal del green. Buena oportunidad de birdie si no nos bañamos.
La segunda vuelta es menos espectacular que la primera, aunque cuenta con hoyos finales realmente buenos. El 10 es un par 4 también corto, ascendente y escoltado por decenas de palmeras. Un green en alto muy movido y protegido por un bunker frontal.
El hoyo 11 cuenta con hasta 5 bunkers pequeños en la caída del driver que hay que sortear. El green también está guardado por dos pequeños bunkers profundos y complicados que hay que evitar.
Un buen par 3 continúa. Con la fuerte brisa del océano desde la derecha, el green se protege por sus amplias escapatorias. Una buena oportunidad para replicar los clásicos chips de approach al hoyo al más puro estilo de los links.
Continúa el recorrido con un largo par 5 en ascenso continuo. El green no se verá desde el segundo tiro por lo que habrá que ser preciso para evitar los bunkers que lo rodean. Oportunidad de birdie si no visitamos cualquiera de los bunkers de calle.
Gran hoyo 14 el que continúa. El clásico hoyo de golf con un muro de piedra que divide la calle en dos y provoca que haya que pensar estratégicamente. Si queremos arriesgar, buscamos una línea más agresiva pero habrá que superar el muro más cerca del green. A veces hay que ser humilde y seguir el camino más fácil (para asegurar el bogey…)
Un largo par 4 continúa, con buenas vistas de toda la bahía y un estanque. Dogleg hacia la derecha y con el green en alto, habrá que jugar un palo largo o híbrido para tener oportunidad de birdie. Otro ejemplo de excelencia en el diseño de greenes.
Con vistas a la Ile aux Cerfs y la bahía, el hoyo ofrece una calle descendiente hacia el green, nuevamente elevado. Hay que evitar los bunkers de la derecha y sobre todo el fuera de límites de la izquierda. En primer plano, el tee de negras («Ernie Els Tee») del hoyo 11.
El glorioso paseo desde el green del 16 hasta el tee del 17 es simplemente espectacular. Estamos ante el hoyo más corto del recorrido, un par 3 bien bunkereado.
Por último el hoyo 18, según el propio Els uno de los mejores hoyos finales que existen en el mundo. Un par 5 en dogleg hacia la derecha. La salida es espectacular.
No es fácil llegar de dos a green, aunque tengamos distancia. Muchos bunkers que sortear por el camino. El green es pequeño y está bordeado por un waste area enorme por la izquierda. Literalmente la playa del beach club del Four Seasons.
Royal Portrush Golf Club (Valley Course), Irlanda del Norte
Ya he comentado en un post anterior el extraordinario Dunluce Course de Royal Portrush, obra maestra de Harry Colt. Pues ese gran campo tiene otro aliciente semioculto para ir a jugarlo: podemos aprovechar la tarde para jugar el otro campo del complejo: el Valley Course, por 25 libras. Desde el tee del Calamity Corner podemos ver parte del trazado. La verdad es que sufriendo los rigores y las dunas del Dunluce, el campo parece un links más soso, plano y fácil.
Pero en cuanto entras en el Valley te das cuenta de que estás en un links de extraordinaria categoría, al mismo nivel o superior de otros links más renombrados. Claramente los locales no lo promocionan para jugarlo ellos solos. El recorrido, como su nombre indica, está metido en una especie de valle entre las dunas del Dunluce y las que separan al campo de la playa. No tendremos vistas al mar, pero tampoco sufriremos con tanta intensidad los rigores del viento. Se trata de un recorrido de Harry Colt de algo más de 6000 yardas, par 69 (par 71 desde las barras de pro, en las que dos pares 4 se transforman en pares 4). Esta es la salida del 1:
El green del hoyo 2 está pegado al tee del 17 del Dunluce. De hecho ambas calles se cruzan.
Las calles son más o menos rectas, aunque algún dogleg encontramos, y lucen la misma superficie rugosa de los links, el rough penalizador, los greenes duros y algún búnker (aunque bastantes menos que en su hermano mayor). Y todo en un puro entorno links de dunas.
Otra protección habitual es la de los bosques de arbustos que se tragan las bolas atrevidas. Este es el green del hoyo 4, el único par 5, cuya calle se puede ver en la primera foto del post.
Los dos mejores hoyos del campo son los 5 y 6, los más cercanos a la playa. El 5 es un par 4 corto de algo menos de 300 metros, con salida en alto y dos pot bunkers bien visibles desde el tee. Un green también con mucho movimiento. Es difícil encontrar hoyos con un aspecto más natural.
El hoyo 6 es un serio par 3 de 205 metros y en alto. El green es semiciego y está tapado por la duna natural, que actúa de anfiteatro del mismo. Un gran par 3.
El hoyo 7 es el handicap 1 del campo, un par 4 de 400 metros bastante recto. La calle se estrecha mucho por lo que si no tenemos la bola en calle tendremos un tiro ciego a green.
Este es el green del hoyo 9, que goza de la protección de una calle moldeada y de un buen bosque de arbustos al fondo.
Este es otro hoyo extraordinario el 12, que cuenta con una calle ondulante como una montaña rusa y en dogleg. El poste ayuda a apuntar a este buen green.
Greenes y bunkers que serían muy famosos en otros lugares.
El hoyo 18 es un precioso par 3 de 155 metros desde alto a un green movido protegido por varios pot bunkers. Al lado está el campo pequeño de pares 3 entre dunas, un pitch and putt links con una pinta preciosa.
Royal County Down (Championship Links), Irlanda del Norte
En mi último viaje de golf por Irlanda he podido conocer dos campos excepcionales: Royal Portrush y Royal County Down. Ríos de tinta derramados y miles de pintas de cerveza testigos de cómo miles de golfistas debaten hasta la extenuación y durante décadas una cuestión golfística fundamental: cuál es mejor de los dos. Para muchos, incluido Golf Digest, Royal County Down es el mejor campo del mundo fuera de Estados Unidos. Un links salvaje, la mejor combinación de belleza estética y brutalidad golfística. No es casualidad ver la misma firma en ambos campos: Old Tom Morris y Harry Colt.
Leo que el primer trazado de 18 hoyos lo realizó Old Tom Morris (1890), aunque el campo es prácticamente obra del capitán del campo George Combe (a principios de siglo) y posteriormente por Harry Vardon (en dos visitas, 1908 y 1919) y por Harry Colt (1925). La huella de Colt es reconocible en los pares 3 del recorrido. Donald Steel hizo algunos cambios a los hoyos 16 y 18 en 1997. Pese a la intervención de los diseñadores, la sensación predominante es que estamos en un links absolutamente natural, una reliquia victoriana perfecta. Quizá el links más salvaje que he jugado. El triunfo de la civilización sobre la selva. En un emplazamiento privilegiado, con vistas a las montañas de Mourne, el campo luce una orografía muy accidentada entre dunas, lo cual obliga a ir muy recto desde el tee de salida. Además muchos tiros son ciegos, por lo que si no estamos finos podremos perder muchas bolas. Muy aconsejable jugar con caddie o con alguien que conozca el campo, o en su defecto con un stroke saver. Encontraremos en este paseo entre dunas muchos bunkers con barbas, infinidad de arbustos de todos los colores, vistas increíbles y unos greenes fantásticos, muy duros como es norma en links. Aunque para un campo con esta fama y con este precio, la velocidad de los greenes que jugamos fue muy lenta e impropia de su categoría. Esta es la vista desde la calle del 1, que está prácticamente pegada a la playa de la bahía de Dundrum.
Los primeros nueve hoyos son caviar puro, 9 joyas durísimas. El hoyo 1 es un par 5 franco, recto y sin demasiados problemas atacando a un green alargado. Es básico empezar bien porque estamos en uno de los hoyos más sencillos del recorrido.
El hoyo 2 discurre recto y paralelo a la playa. Primer drive ciego aunque a una calle ancha. La gracia está en que si no estamos en el centro de la calle no veremos el green, que queda tapado por dunas. Un enorme bunker también aterroriza al golfista pusilánime. La foto es mala porque en cada hoyo tuvimos una estación diferente: aquí pasamos del verano al otoño-invierno. Hay que tener mucha paciencia y ropa cómoda para todas las condiciones posibles.
El green del 2, además de varios bunkers cercanos que lo escoltan, está bien elevado en un área con abundantes caídas y escapatorias. No me quiero imaginar lo que es este campo con greenes rápidos: una masacre.
Esta maravilla es el grandioso hoyo 3, par 4 natural donde los haya, con al menos 10 bunkers totalmente naturales. Como siempre la calle es el sitio donde hay que estar. Es un hoyo fantástico porque tienes miles de formas para llegar al green, pero sólo con la bola larga en la izquierda uno tiene visión del green en su segundo tiro.
Si hasta ahora hemos tenido el viento a favor, el hoyo 4 lo jugamos con viento en contra. Un espectacular par 3 de 180 metros, con el sello de Harry Colt, que sobrevuela desde un tee elevado un mar de jaras y arbustos y con las montañas al fondo.
El green del 4 es largo y estrecho. Está escoltado por 9 bunkers en su parte frontal y derecha. El Stroke Saver dice que como todos los greenes en este campo, los putts que caen del frente hacia el fondo tienen a caer hacia el mar.
El hoyo 5 nos enfrenta a otro drive ciego en el que hay que apuntar a una piedra blanca y rezar. Aquí el problema no es sólo que el tiro sea ciego, sino que la calle va en diagonal. Nuevamente la ondulada calle parece bombardeada de bunkers por todas partes.
Otro par 4 sigue con salida semiciega. El green es quizá el más pequeño del campo. No hay que pasarse nunca del green porque la duna se tragará la bola.
El hoyo 7 es el par 3 más corto del recorrido. El green está elevado por lo que el viento azotará bien. Hay que tirar la bola a la parte frontal del green por la derecha, porque si no se marchará por las escapatorias que tiene a la izquierda o al fondo y el par será muy complicado.
Otro hoyazo sigue: el 8 es un par 4 ascendente muy largo, con bunkers protegiendo la salida tanto con viento a favor como en contra. Un green estrecho y elevado y con muchas caídas.
Y para terminar, el hoyo quizá más famoso del campo, no por su salida que es ciega, sino por lo que se ve al llegar a la cima. Una salida muy curiosa, única; hoy no se diseñan hoyos así. Un poste marca la línea a seguir: hay que pegarle duro y por esa línea para tener esperanzas de llegar a la calle.
Desde la cima se extiende la calle ligeramente hacia la izquierda. Podemos admirar la casa club enmarcada en las montañas. Dos bunkers y una duna protegen la entrada del green a unos 40 metros del mismo, aunque parezcan mucho más cercanos al green. Una primera vuelta gloriosa y que me castigó con dureza.
Comento algunos hoyos de la segunda vuelta. El hoyo 11 es otra salida completamente ciega y donde un poste marca la línea para superar una duna y llegar a una calle que gira ligeramente a la derecha. Lo que no contamos es que las barras no estaban en su sitio teórico: 4 drives perfectos y 4 bolas a un rough denso y complicadísimo.
Seguimos hacia el segundo par 5 del recorrido. La calle hay que visitarla para tener opciones. Desde el segundo tiro vemos el green y varios bunkers escalonados hacia el, recibiendo las bolas que no vayan muy rectas. Hay que pensárselo dos veces para atacar este green desde lejos.
Para mi, el hoyo 13 es el mejor del campo. Un dogleg de izquierda a derecha maravillosamente estratégico. Ante nosotros una calle ancha y alcanzable con madera. Podemos intentar ganar metros y visibilidad del green por la izquierda, pero si cerramos la bola en exceso nos espera un rough selvático. Si decidimos tirar por la derecha en dirección al bunker de calle, nos quedará un tiro ciego y muy largo al green.
Desde la esquina del dolgeg avistamos el green, protegido por la izquierda por un bunker (hay otro en la derecha que no vemos). Podemos ver las barbas de los búnkers, que penalizan de verdad. Este green, metido en un anfieteatro de dunas, es diabólico y hacer tres putts es la norma. El arco iris apareció para enmarcar este prodigioso hoyo.
Esta es la vista del hoyo 13 desde detrás del green, donde se puede ver lo amplia que es la zona derecha del green, y por la derecha elevada, la calle del hoyo 15.
Después de un hoyo así uno se quedaría a jugarlo de nuevo, pero nos toca otro extraordinario par 3, desde un tee elevado. Un bosque de pinos encuadra el golpe de un green muy difícil de puttear (otra vez). Los tres hoyos finales retornan en dirección a las montañas. El hoyo 15 tiene un tiro precioso a una calle ascendente que luego gira hacia la derecha. Hay que hacer volar la bola y conseguir avanzar para tener oportunidad de llegar al green de dos golpes.
El hoyo 16 es un par 4 corto y llegable por los muy pegadores (no es mi caso). Mucho ojo con los arbustos de la derecha o izquierda porque perdemos bola seguro.
El hoyo 17 nos enfrenta a un par 4 ligeramente ascendente. Si pegamos la bola bien podemos acabar en un pequeño obstáculo de agua en medio de la calle (que no se ve desde el tee de salida).
Para terminar, un par 5 exigente donde hemos de negociar desde el tee de salida 18 bunkers que acompañan a la calle. Curiosamente el green no necesita bunkers, le basta con las caídas tremendas que tiene y por un arbusto que lo protege en su parte izquierda. Un final duro para este gran campo de golf.
Royal Portrush Golf Club (Dunluce Course), Irlanda del Norte
El primer arquitecto cuya figura glosé en este blog fue Harry S. Colt, el patriarca de los arquitectos. Su obra maestra, el campo del que se sentía más orgulloso, es el Dunluce Course del Royal Portrush Golf Club. No le faltaban motivos: Colt construyó su Capilla Sixtina, un campo que debería ser Patrimonio de la Humanidad. Colt rediseñó en la década de los 20-30 el trazado original de Old Tom Morris. Ya la llegada en coche por la carretera de la costa te presenta el campo junto a unos acantilados en una ubicación privilegiada. En las dos fotos siguientes, la vista desde el green del hoyo 5.
El links discurre por una amplia área ondulada de dunas alucinantes. El genio de Colt no sólo es admirable por un trazado lleno de doglegs, subidas, tiros en alto, tiros ciegos o maravillosos pares 3. La excelencia está en en unos greenes elevados fantásticos, muchos de ellos continuación de las calles y con aterradoras escapatorias hacia unos bunkers retadores, contorneados de forma deliciosa y tremendamente penalizadores. Incluso los dos hoyos finales, fuera de la zona de dunas, aún de carácter diferente, tienen ese algo especial que los haría imprescindibles en cualquier campo.
Normalmente los primeros hoyos suelen ser amables, para permitir una entrada simpática al jugador en el campo. El de Portrush es posiblemente el mejor primer hoyo que recuerdo en un campo de golf. El tee, elevado, permite admirar una calle ancha donde tirar nuestro primer drive (aunque el libro de yardas hable de hierro, frente al viento nos tocó jugar un par 4 larguísimo). Colt diseñó una calle ancha pero hoy la parte derecha es un fuera de límites. (Esto hace que el búnker de green de la izquierda no entre tanto en juego). El segundo tiro ya pone a prueba nuestros nervios con un tiro, contra viento, a un green elevado, que cuenta con amplio piano y un desnivel tremendo hacia la calle.
Aunque el peligro no es este, sino un búnker estrecho y terrorífico en la parte izquierda de la calle que causa auténtico pavor. Si la bandera está al fondo del green tendremos una salida de 40 metros francamente interesante, por no decir otra cosa. Y ojo porque detrás del green hay un bosque temible. Salir del hoyo con un par es un enorme éxito.
El hoyo 2 es un par 5 en dogleg de derecha a izquierda, con una calle con más montículos y pianos que una montaña rusa. También tendremos bunkers con contornos de ombligo y un green que quita el hipo. Si uno es pegador, los bunkers de calle a 50 metros de green entran en juego. Aún así los efectos ópticos hacen parecer que los bunkers están más cerca del green de lo que están. Los campos de Colt siempre son campos estratégicos.
El hoyo 3 es un par tres corto, con una enorme escapatoria en la parte izquierda del green. Estamos en el punto más alto del campo y más expuesto al viento. Si no ponemos la bola en el lugar preciso tendremos un approach que huele a bogey.
Después jugaremos un hoyo 4 estratosférico, un par 4,5. El green está protegido por dos enormes dunas que hacen que la bandera pueda estar totalmente oculta. Una entrada de green fantástica.
Tanto hoyo bueno va llenando el alma del golfista hasta que llega al hoyo 5, un par 4 absolutamente sensacional. El tiro, a favor de viento, negocia un enorme dogleg hasta un green en la parte derecha. Una piedra blanca marca la línea a seguir, y si se superan los montículos la bola reposará en una calle muy movida a escasos metros del green.
La forma del green hace que se recorte la bandera con el mar, y el fuera de límites del fondo pueda entrar en juego con viento a favor. Un green con una depresión brutal en su entrada y con la playa al fondo no hacen sencillo el tiro a bandera. Una vez embocada la bola nos deleitamos con la vista de la playa y acantilados. Hoyazo.
El hoyo 6 lleva el nombre del arquitecto Harry Colt: cómo no un par 3 excelente. 150 metros hacia un green elevado contra el viento. La madera puede trabajar. El hoyo es tan bueno que luce ausente de bunkers.
Sigue un par 4 en subida, muy largo, con una salida peligrosa que hay que tirar hacia una torre de comunicaciones que se ve en la lejanía. El segundo tiro es precioso a un green protegido por bunkers en la parte frontal y por árboles al fondo.
El hoyo 8 es una salida ciega donde una piedra blanca marca la línea a seguir. La calle discurre en un valle entre dunas (el hoyo se llama Himalayas) y gira en dogleg hacia la derecha a un green alargado, elevado entre dunas. Los contornos del green son admirables.
Para terminar esta estratosférica primera vuelta un par 5 en dogleg. Un buen drive pone a tiro el green elevado. Sólo un bunker en la parte izquierda del green.
El hoyo 10 es otro par 5 similar pero de diferente carácter. Aquí sí que hay bunkers de calle que pueden arruinarnos en la parte derecha de la calle. Y un matorral de jaras que acabó conmigo.
El hoyo 11 es un par tres en descenso a un green rodeado de bunkers. Al fondo, la calle y el green del 15, con un poste indicador de tiro.
El hoyo 12 es un par 4 más o menos recto y con dos bunkers de calle en la parte derecha. Hay que evitar, sea como sea, el bunker de la izquierda del green. Cualquier bola errante por la parte izquierda caerá al green. Eso hace que todos nos fuimos a un montículo de rough en la parte derecha.
Sigue un par 13 con salida completamente ciega. El mejor drive por la parte derecha de la calle para obtener un tiro franco a green. Otra vez un green excelente, lleno de caídas y de peligros.
El hoyo 14 es el hoyo más famoso de este campo. Su nombre presagia el destino de muchas vueltas que hundieron su suerte en sus fauces: Calamity. Un tiro que debe volar, con viento cruzado en contra, 180 metros para llegar a un green elevado. Hay que apuntar a la parte izquierda del green para no visitar el barranco.
El hoyo 15 es un par 4 donde desde el tee no vemos más que un poste blanco y negro que marca la posición del green. El green, que cuenta con dos pot bunkers en sus lados.
El hoyo 16 vuelve a jugar con la posición de los bunkers para engañar al jugador. Un dogleg hacia la derecha, con varios bunkers de calle que despistan. Otro hoyo muy movido, con abundantes montañitas, valles y con una calle muy estrecha entre dunas.
El 17 sale de la zona de dunas dejándonos una vista espectacular desde el tee de «Big Nellie», la madre de todos los bunkers. Mi drive se abrió y Big Nellie se tragó mi bola. Tuve que ejecutar la salida de bunker más insólita que he jugado: ante ti se eleva un intimidante muro de varios metros de arena.
El último hoyo quizá sea el menos especial del recorrido, por estar en una zona plana. Para dar un final digno, Colt crea un par 4 de 460 yardas, que se juega contra el viento y donde hay que negociar 11 bunkers en calle y green. Un hoyo duro para terminar un campo soberbio.
Links
(Ojo: muchos links, en este post, pero no los de internet, sino de los otros.)
Hay unos 30.000 campos de golf en el mundo. Según el libro «True Links«, de George Peper y Malcolm Campbell, sólo 246 pueden ser considerados como links. ¿Cómo se llega a semejante filtro? ¿Qué es un links?
El British Golf Museum en St Andrews define un links como un campo de golf ubicado en «una franja de terreno cerca de la costa, …caracterizada por terreno ondulado, asociado a menudo a dunas, con tierra arenosa poco fértil y plantas indígenas (fescues, bents, sea lyme, marram…) que, adecuadamente tratadas, producen el césped firme y duro que da forma a los links.»
Para los más radicales y tradicionalistas esta definición se queda corta. Un links, dicen, debe reunir 5 condiciones estrictas:
- El campo debe estar sobre el estuario de un río
- Es obligatorio que tenga vistas ocasionales al mar
- Debe tener pocos árboles
- Tiene que tener muchos bunkers
- Debe tener 9 hoyos de ida y 9 de vuelta, la ida hacia un punto lejano y la vuelta retornando a la casa club, como en el Old Course de St. Andrews.
Obviamente con criterios tan restrictivos muchos campos sedes del Open no estarían en esta lista. Carnoustie tiene muchos árboles, Royal Lytham & St Annes no tiene vistas al mar, Royal Portrush no tiene muchos bunkers (ni falta que le hacen) o el hoyo 9 de Muirfield retorna a la casa club. Y nadie discute que sean links.
Los autores del libro pasaron tiempo visitando campos y consultando a los expertos más renombrados del mundo para resolver esta cuestión fundamental. Después de sesudos y envidiados análisis, estos criterios son los que definen lo que es un links verdadero:
- El campo tiene que estar situado cerca del mar: aunque hay muchos links imitaciones en interior (Sand Hills en Nebraska, por ejemplo), no son links. Tampoco es un links la sede del US Open del 2015, Chambers Bay.
- Calles rápidas y duras, greenes también duros que favorezcan approachs tendidos.
- Terrenos abiertos y lo más naturales posibles, con invasión controlada de los arbustos.
- Debe tener casi todos sus hoyos como links. Esto excluye los campos con mucho arbolado, o los de la península de Monterrey en California (Spyglass Hill, Cypress Point, Spanish Bay…).
- Deben tener un terreno arenoso. Se excluyen los campo sobre acantilados (Pebble Beach, por ejemplo) porque están construídos sobre un suelo más arcilloso. Los links deben drenar perfectamente.
- Deben estar expuestos a los elementos, en particular al viento.
- El clima debe ser frío, porque en climas cálidos la hierba suele ser bermuda y requerir mucha agua de riego, y todo esto retiene mucho la pelota. Recientemente se están construyendo campos en climas tropicales (Bahamas, México…) con un tipo de hierba (Paspalum) regable con agua de mar y que necesita poca agua. Este tipo de hierba duerme y amarillea con el frío, y normalmente los campos son regados abundantemente para recuperar su color, por lo que no se juegan con links.
El campo más icónico de la lista de links es, obviamente, el Old Course en St Andrews. La foto de arriba corresponde a su maravilloso green del hoyo 2.
¿Donde están los links verdaderos?
- Escocia 84
- Irlanda 58
- Inglaterra 53
- Gales 15
- Nueva Zelanda 9
- Australia 7
- Estados Unidos 4
- Holanda 4
- Alemania 3
- Suecia 3
- Canadá 1
- Sudáfrica 1
- Francia 1
- Dinamarca 1
- Noruega 1
- Bélgica 1
Los autores también ofrecen una lista de los 25 links más icónicos del mundo:
- Ballybunion (Old Course) en Irlanda, cuyo hoyo 11 aparece en la primera foto.
- Brora (al norte de Escocia)
- Carnoustie Championship (Escocia)
- County Louth (Irlanda)
- Cruden Bay (Escocia)
- Lahinch (Irlanda)
- Muirfield (Escocia) – En la foto superior con una casa, los bunkers que saludan al hoyo 8
- Nairn (Escocia)
- North Berwick (West Links) en Escocia
- Portmarnock (Irlanda)
- Prestwick (Escocia)
- Royal Aberdeen (Escocia) – la segunda foto.
- Royal Birkdale (Inglaterra)
- Royal County Down (Irlanda del Norte)
- Royal Dornoch (Escocia)
- Royal Liverpool (Inglaterra)
- Royal Lytham & St Annes (Inglaterra)
- Royal Porthcawl (Gales)
- Royal Portrush (Dunluce Links) en Irlanda del Norte
- Royal St. George’s (Inglaterra)
- Royal Troon Old Course (Escocia)
- Royal West Norfolk (Inglaterra)
- Rye (Old Course) Inglaterra
- St Andrews New Course (Escocia)
- Turnberry (Ailsa Course) Escocia
Harry S. Colt, el patriarca de los arquitectos
Tengo pendiente escribir una entrada (o varias) sobre el club de golf Sant Cugat, donde soy socio (actualizo: ver post y routing original). He estado leyendo sobre su diseñador, Harry Shapland Colt, el patriarca de los arquitectos de golf británicos y posiblemente el más importante arquitecto de la historia del golf. En este cuadro de A. Wardlow de 1894 posa como miembro del R&A, es el caballero en primer plano que mira a la derecha debajo del obelisco.
He leído Creating Classics: The Golf Courses of Harry Colt. La portada corresponde al hoyo 5 del campo de Sunningdale, campo que hizo en 1922. Cuanto más leo más asombrado estoy de que nuestro club esté firmado por arquitecto tan ilustre. Este dato incluso pasó desapercibido durante bastante tiempo. En otra entrada hablaré de la historia del club y lo que queda del diseño de Colt.
Harry S. Colt, un abogado inglés nacido en 1869 y fallecido en 1951, jugador notable, desarrolló muchos campos en Inglaterra, trabajó en Europa y en América. Pasó una semana en Pine Valley durante la cual realizó contribuciones decisivas al diseño de este campo. Su contribución exacta en este campo, quizá el mejor de USA, es un tema largamente debatido, pero sin duda tuvo un rol decisivo. En Escocia trabajó el Eden Course de St Andrews. Y también contribuyó a diseñar Royal County Down en Irlanda del Norte.
Su habilidad en el diseño estratégico crearon las bases para la explosión del golf y la época dorada del mismo. Casi todos los grandes arquitectos de campos deben su influencia a su trabajo y sus libros, conferencias y cartas. Para él la prueba esencial era si un gran campo podría pasar el test del tiempo.
Colt introdujo varias innovaciones: por ejemplo fue el primero en realizar planos de trabajo, con detalles constructivos e instrucciones detalladas del proceso de construcción. Se le atribuye (aunque otros cronistas otorgan el mérito a Old Tom Morris) el haber inventado el mejor amigo del golfista: el dogleg, como una forma de retar al jugador y forzarle a elegir la mejor ruta al green. Siempre pensaba en cómo forzar al jugador a pensar en el lugar idóneo para el drive de salida, nunca una calle ancha y fácil. Fue un pionero en plantear que un buen diseño debe obligar al jugador a emplear todos los palos de la bolsa. Fue el primero en integrar casas dentro de los campos, que es como se debe hacer (ahora se suelen integrar campos dentro de urbanizaciones). También ejerció su influencia en el tipo de hierba y otras mejoras agrícolas que mejoraban el mantenimiento y la jugabilidad de los campos. Su trabajo definió una nueva profesión: la del arquitecto de campos de golf.
Cuando Colt comienza a trabajar, los campos de golf del interior de Inglaterra no estaban precisamente pensados para encajar en su entorno y padecían de escasa imaginación en su diseño: campos planos y anodinos, con greenes planos y pocos bunkers. Incluso algún iluminado hacía campos extravagantes, con greenes cuadrados o rectangulares, por ejemplo. No resistían comparación con los links de las islas británicas. Su trabajo dejó varias obras maestras como Royal Portrush (en la foto), el New Course en Sunningdale, Royal Lytham & St Annes (sede del Open Championship de 2012), Muirfield, Wentworth y Royal Worlington, un gran links en el interior.
Su lista de colaboradores es espectacular: Nombres como Hugh Alison (que trabajó en USA y sobre todo en Japón, y de diseños más sádicos que Colt), John Morrison (cuyos campos destacan en Francia) o Alister MacKenzie (diseñador que trabajó en Australia y en USA, firmando con un tal Bobby Jones un campo llamado Augusta National). Todos, en sus inicios, discípulos y aprendices de Colt.
Colt siempre buscaba que los campos se mezclaran con el paisaje, que parecieran naturales. Como si fueran producto de la naturaleza, no de la excavadora. Para mi éste es el mayor arte del diseño: como el artista que convierte una roca en una escultura, rescatar un campo de golf de un prado salvaje, como si siempre hubiera estado ahí. Instalar la civilización en la naturaleza de la manera menos agresiva. Buscaba campos movidos, con calles en dogleg, movimiento en los greenes, movimiento en las calles. Al fin y al cabo la naturaleza no dibuja calles rectas o greenes planos. Evitaba siempre primeros tiros ciegos, le parecían un fracaso del campo. Aún así a veces colocaba tiros ciegos de segundo golpe, pero no demasiados. Cuando había montañas buscaba que los tiros siempre fueran diagonales a la misma, nunca directamente hacia arriba o abajo. Este es el impresionante tiro a green del 15 de Kennemer, uno de sus diseños holandeses.
Colt buscaba que desde la casa club partieran dos hoyos: así puedes tener el campo más o menos lleno en fines de semana. Para él el hoyo 1 debe ser razonablemente largo y fácil: nada peor que un primer hoyo en que los jugadores detengan el campo buscando bolas. Y el 18 debe ser un hoyo duro. El lay out mejor con 4 hoyos cortos (pares 3). Le gustaba también dejar un hoyo llegable con drive (un par 4 corto) con un green sobre una plataforma. Y permitía campos elásticos: muchos tees para permitir alargar o acortar el campo en función del jugador o del viento.
Colt era un mago en la selección de las ubicaciones de los greenes y del trayecto general del campo. Elegía primero estas ubicaciones y luego pasaba mucho tiempo buscando el mejor diseño que se adecuara a estos greenes. Le gustaba que el green fuera lo más natural posible, y que tuviese un barranco o una colina delante para dar interés.
El espíritu de Colt también se refleja en las formas de los bunkers. Todos los hazards artificiales deben parecer naturales. Márgenes irregulares y con rough, arena irregular. También prefería un conjunto de 3 o 4 bunkers pequeños y desperdigados antes que un gran bunker. Su filosofía no era castigar un tiro malo, sino retar al buen jugador. Obliga a pensar en la mejor línea de juego de ataque al green. La profundidad de los bunkers, siempre en función del riesgo. Este es el green – ataúd del 17 de Muirfield.
Una de sus particularidades es que era un maestro de los pares 3. Algo común a todos los campos que diseñó Colt: siempre cuentan con una gran serie de pares 3. Este es el de Kennemer, en Holanda. No hace falta ningún bunker para defender el green.
En aquella época los greenes eran mucho más lentos de lo que son hoy, y el contorno de los greenes bastante más irregular de lo que se ve hoy. Sus greenes no eran pequeños: Colt siempre diseña pensando en un reto para el buen jugador, pero siempre pensando en la jugabilidad. Colt era consciente de que el jugador medio de golf era un hombre de negocios de mediana edad y handicap alto. Sus campos se disfrutan.
En España trabajó en Sant Cugat, en Puerta de Hierro y en Pedreña.
Esta es una foto fantástica del hoyo 9 de Puerta de Hierro, data de 1935 (gracias a Txomin Hospital). Se ve el green bien protegido por una huella de gato formada por multitud de bunkers irregulares que asustan.