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Arbitrar desde el sofá
Comento la descalificación de Simon Dyson en el BMW Masters de China, que ganó la semana pasada Gonzalo Fernández Castaño. Fijáos en lo que hace Dyson con su bola después de cogerla con la mano. Aplasta una pequeña interferencia en la línea de su putt. Ups.
La regla 16-1a dice que no se puede tocar la línea del putt. Al no apuntarse dos golpes de penalidad en su tarjeta, y haberla entregado firmada, fue descalificado del torneo. Lo curioso del caso es que nuevamente fue un televidente quien advirtió la falta, llamó al European Tour, y produjo la descalificación de Dyson, que ya no podía modificar su resultado.
En el caso de Dyson, no es la primera violación de reglas en la temporada, con lo que se expone a una descalificación por 3 meses en el Circuito Europeo.
No hay duda de que la penalidad de dos golpes debió anotarse porque Dyson claramente arregla la línea de su putt (aunque él confiesa no ser consciente de haber hecho esto). Pero los jugadores están indefensos ante los árbitros de sofá una vez han firmado la tarjeta. Algo parecido pasó con Harrington en Abu Dhabi hace algunos años por rozar con el dedo su bola: a casa después de que un espectador le denunciara por esto:
No es porque sea Tiger Woods, pero me parece más justa la sanción que sufrió en el Masters de Augusta (dos golpes de penalidad añadidos a su tarjeta a posteriori) que la descalificación del torneo.
Juego de Honor, o el mejor partido de la historia
Hoy vamos al cine. El golf tiene la tendencia en la gran pantalla, cuando no explora la comedia algo idiota (como en Caddyshack), a derivar hacia discursos sobre paz interior, equilibrio mental y filosofías pseudo-orientales que suelen oscilar entre lo profundo y lo ridículo. Ya comenté el estrepitoso fracaso de Siete días en Utopía, una adaptación de la clásica historia del joven impulsivo que se encuentra a sí mismo gracias al viejo y experimentado entrenador, tan manida en westerns y películas de Disney. Otra película de golf, La leyenda de Bagger Dance, también flirtea con la educación del alma, aunque con bastante más éxito.
Por eso ver Juego de Honor, una película producida por Disney, es una enorme sorpresa. Estamos ante una gran película sobre el golf porque aborda uno de sus aspectos más atractivos: la competición.
Literalmente la traducción del título debería haber sido “El mejor partido de la historia”, y hace referencia a la increíble edición del US Open de 1913 en Brookline, Boston. Un amateur local, Francis Ouimet, junto con un caddie-niño con 10 años de edad, Eddie Lowry, batía en un play off a las dos grandes figuras del momento: Harry Vardon y Ted Ray. Harry Vardon ganó 6 Open Championships y es quizá el jugador inglés más exitoso de la historia. Su perfil adorna el logotipo del European Tour. Lo que hizo Ouimet es, simplemente, estratosférico. Aquí le vemos junto a sus dos contendientes:
Como buen Disney, la película cuenta con los ingredientes clásicos de esta factoría: una historia de sueños cumplidos, un héroe joven e inexperto, un villano, un niño y la princesa. Es difícil retratar a Harry Vardon o a cualquier otro oponente como villano en un juego de honor como el golf. Así que el malo es Lord Northcliffe, una especie de magnate de los medios de la época, al que el film muestra como un clasista despiadado que desprecia a Francis Ouimet (y a sus contrincantes) por no ser un caballero. La realidad es que en esa época los amateurs que jugaban al golf eran todos caballeros, y los profesionales estaban en un escalón inferior. Pero los esterotipos de clase funcionan perfectamente bien, y uno no puede sino emocionarse ante el irresistible triunfo de un pobre amateur, ayudado por un caddie con 10 años de edad y mucho carácter, ante las más grandes glorias del momento.
Esta es una de las grandezas del golf y esto lo vemos casi cada fin de semana: un deporte que en la alta competición es abierto como pocos, y donde cada año cualquier jugador puede dar la gran sorpresa e imponerse en cualquier torneo, por grande que éste sea.
La película se puede ver íntegra en este link.
PGA Catalunya Resort (Tour Course), Gerona
En muchos rankings se considera al Stadium Course del PGA Catalunya como el mejor campo de España, y esto pesa sobre los hombros del Tour Course, su hermano pequeño. Pero ojo: estamos ante quizá un campo mucho más satisfactorio que su afamado vecino: mucho más corto y ancho, el amateur sufrirá menos (con una preparación benigna), visitará menos el rough, se mojará menos en el agua y conseguirá mejor resultado, en condiciones similares a las del Stadium. Pero esto no quiere decir que sea un campo fácil. Tal y como estaba preparado en el Major de la OMCat, y viendo los resultados de los participantes, se demuestra como un rough denso, greenes de mármol y posiciones de bandera complicadas pueden generar verdaderos estragos hasta en el diseño más generoso.
En cualquier caso el campo comparte todas y cada una de las virtudes de todo el resort: una casa club moderna y modélica, instalaciones de prácticas de primer nivel, un entorno privilegiado en Caldes de Malavella y un mantenimiento extraordinario. Diseño de Neils Cole y de Angel Gallardo, estamos ante un campo de 5.550 metros desde amarillas (5.900 desde blancas), por lo que podremos disfrutar de tiros a green con hierros cortos. Calles bien aisladas de las demás calles. Los greenes, enormes, con muchas caídas y a velocidad de vértigo. Todos los pares 3 son de distancias cómodas, ninguno por encima de 155 metros. Pese a estar en una zona con abundantes colinas, no hay grandes ascensiones. Un campo precioso, con abundancia de hoyos rectos, muchas salidas desde lo alto y todos los peligros a la vista, entre pinares preciosos. Un campo que exige prudencia y rectitud con el driver. Antes de empezar, el cartel ya anuncia que estamos ante un campo de categoría. Obsérvese la variable “longitud del rough” que provocaba un festival de bolas perdidas (y encontradas).
El hoyo 1 te enfrenta a una calle ligeramente en diagonal y ascendente a un green enorme. Calle ancha, y ojo con querer acortar por la izquierda: el rough es selvático.
Este es el precioso tiro a green desde la calle, un green como se ve plano pero cuyo acceso está bien protegido por varios bunkers.
El hoyo 2 es el primer par 3 del recorrido. Son 140 metros a bandera en un green enorme. Quizá los árboles puedan impedir sentir la dirección del viento, que actuará con libertad en las alturas. Bunkers a los lados para castigar tiros poco precisos.
Seguimos hacia un par 4 muy bonito: un ligero dogleg hacia la derecha, que desemboca en un green en bajada y protegido por un arroyo embalsado. En la salida hay que evitar los bunkers de la derecha.
Nuestro siguiente reto es un par 4, handicap 2, porque son 400 metros desde amarillas y en subida. Hay que zumbar bien a la bola para tener oportunidad de tiro a green con un hierro corto. En la esquina de la foto uno de los numerosos aviones de Ryanair que surcan el cielo gerundense. Protegiendo el green por su parte frontal izquierda encontraremos uno de los bunkers de hierba del recorrido.
El siguiente hoyo es el primer par 5: nuevamente calle en bajada desde salida en alto, y green en plataforma elevada. Al fondo se ve la hilera de bunkers que salpican la ascensión hasta el green.
Este green es una demostración de la excelencia constructiva del campo. Con una bandera al fondo, y pese a no tener línea directa a bandera, es tan brutal la caída del green que la bola puede ser embocada desde el principio del mismo. Un green muy atractivo.
El hoyo 6 vuelve a ser un par 4 en subida y corto. Nuevamente el riesgo, aparte de no coger calle, o de visitar los bunkers que la protegen, está en un green diabólico que cae hacia el tee. Se puede apreciar la altura del fescue que salpica al green: uno puede perderse en esta espesura.
Nuevo par 5 en el hoyo 7, un dogleg precioso hacia la derecha. La salida correcta siempre debe ir por la parte izquierda de la calle, para poder tener tiro a green. Por la derecha, además de una pequeña riera, podemos encontrarnos con árboles obstaculizando el acceso al green. Hay que negociar los búnkers de la calle.
El acceso al green no debe visitar los bunkers que lo protegen.
El hoyo 8 es un par tres con un green elevado, enorme y alargado que recibe en diagonal y cuenta con una serie de bunker frontal. No es muy largo, pero si uno no para la bola junto a la bandera le puede quedar un putt complicadísimo.
Para terminar un hoyo 9 muy notable: salida en alto, calle ancha y green elevado. Nos tocó jugarlo con una bandera surrealista, situada en su parte frontal izquierda. Cualquier putt desde detrás que no fuese embocado acababa cayendo al rough o al bunker frontal del green. Una bandera que provocó abultados resultados, airados exhabruptos y muchas lágrimas.
El hoyo 10 es otro par 5 de similar tipología que los anteriores: salida en alto semiciega, calle bastante ancha en descenso y green elevado, ubicado por la parte izquierda. Un árbol obstaculiza (poco) la entrada desde la parte derecha.
Nuevo par 3 corto y nuevo green generoso con superficies de mármol.
El hoyo 12 es, posiblemente, el más icónico del campo, y es el primero que se ve al entrar en el complejo del PGA Catalunya. Es un dogleg brutal hacia la derecha en el que hay que gestionar un lago. Multitud de bunkers en la ladera frontal. Los más pegadores (y los más valientes) pueden intentar llegar a green desde el tee.
El hoyo 13 es el handicap 1 del campo. Nuevamente tendremos agua en juego en este hoyo con la calle en forma de S. La mejor salida debe ir por la parte izquierda de la calle.
El hoyo 14 es un par 3 también corto y donde el green está protegido por multitud de bunkers de hierba. Después afrontamos el penúltimo par 5 del recorrido: un hoyo precioso, donde un lago acompaña a una calle bastante ancha por su parte derecha. El green estará protegido por este lago en esta parte derecha.
Pese a no ser un green en isla, la sensación desde la calle es similar.
El 16 nos enfrenta a otro par 3 corto, que debe superar el lago para acercase al green. El rough da auténtico miedo.
El hoyo 17 es un hueso duro para terminar: un par 4 largo y en ascenso, en ligero dogleg hacia la derecha. Hay que conseguir distancia con el driver para poder tirar a green con garantías. El árbol del centro de la calle se supera sin problemas.
Y para terminar otro par 5 recto, con salida en alto y green elevado. Lo más característico son la hilera de bunkers de la izquierda que despiden al jugador de este gran campo de golf.
La humanidad de Tiger Woods
El golf es un deporte condenadamente difícil.
La semana pasada nos hacíamos eco del nuevo spot de Rory McIlroy con Tiger Woods en Nike. En el spot ambos rivalizan a precisión.
Ambas estrellas, números 1 y 2 del mundo, se estrenaron en el circuito Europeo en el Abu Dhabi HSBC Golf Championship. Ninguno de los dos pasaron el corte del torneo.
Tiger nos dejó esta inusual salida con driver, donde golpea al suelo antes que la bola y no llega a alcanzar ni 100 metros.
Club de golf La Graiera (Calafell, Tarragona)
Comento hoy un campo tarraconense que he jugado muchas veces, y que goza del aprecio de muchos aficionados al golf de la zona. La Graiera es un campo andable pero montañoso, que ofrece una vuelta físicamente exigente. Me parece un campo muy difícil y bastante truquero. El diseño, firmado por Alfonso Vidaor, Magí Sardà y Enrique Saenger (los últimos 9), penaliza mortalmente cualquier escapada de calle a su irregular rough (o a fuera de límites), de forma a veces tremendamente injusta (aunque el golf no tiene porqué ser justo). No es corto y exige precisión milimétrica para evitar sus múltiples trampas: muchos bunkers esperan al jugador, algunos con taludes poco razonables, y los greenes cuentan con numerosos pianos. Y además cuando el viento sopla, el jugador sufre.
Inicialmente un recorrido de 9 hoyos, hace unos 5 años se abrieron otros 9 hoyos nuevos. En el 2011 el club dio un salto de calidad sustituyendo unos barracones por una casa club moderna y modificó el routing para que el 1 estuviese cerca de la misma: ahora se empieza por el antiguo hoyo 8. También se modificaron algunos elementos del campo. Recientemente se ha disputado en el campo un torneo importante, perteneciente al Challenge Tour del Circuíto Europeo. Esto ha incidido favorablemente en un mejor estado de los greenes y los bunkers, aunque las calles estaban bastante castigadas. Sin embargo el precio que los rectores exigen para jugar el campo el fin de semana (70 euros) es desorbitado para la experiencia golfística a la que nos enfrentamos.
El hoyo 1 es un buen par 4 de inicio, franco, recto y sin demasiados problemas, siempre y cuando no comentamos el error de no descansar en calle. El green es amplio y está bien protegido por bunkers, cuyo aspecto y arena han mejorado sensiblemente en este último año.
El hoyo 2 ofrece un tiro ciego de salida, aunque es recto. Un bunker espera al jugador por la parte derecha, y por la izquierda la bola caerá en un pequeño barranco entre un bosque. Aún así lo que intimida es el lago que protege la parte izquierda del green. Un green muy movido donde podemos tener putts muy rápidos. Este es el tiro desde la parte izquierda de la calle.
El hoyo 3 inicia la serie de los 9 hoyos más recientes. Nos enfrentamos a un par 4 también recto en bajada continua hasta un green plano. Hay que apretar bien el driver para dejarnos un tiro a una distancia razonable a un green bastante plano. Como en cualquier hoyo el problema estará en las bolas que no reposen en calle. Además el stance puede quedarse inclinado con facilidad.
El hoyo 4 es un par 4 bastante largo y difícil. El hoyo sube recto hacia un green elevado y plano, aunque un piano puede añadir tensión al putt. Varios bunkers esperan a los tiros erráticos. Hay que pegarle fuerte y recto.
Cruzamos una carretera que no lleva a ninguna parte (a una urbanización inexistente) y jugamos el hoyo 5, el hoyo más notable del campo. Un dogleg de derecha a izquierda donde el tee y el green están más elevados que la calle. La salida es espectacular para el jugador de draw.
El diseñador ha encajado en la montaña un green precioso, con tres pianos, cuyo ataque demanda inspiración y buenas manos. Como no alcancemos el green tendremos abundantes problemas.
El siguiente hoyo 6 es un par 5 complicadísimo, un tanto sádico, rozando el terreno de lo absurdo. La salida es más o menos franca y debe ir por la derecha, para abrir el ángulo correcto a la calle para el segundo tiro. El problema es que hay bunkers a derecha e izquierda de la calle.
El segundo tiro debe superar un arroyo y aterrizar en una calle casi invisible, curvaday bastante estrecha. Desde ahí disparamos a un green grande, entre árboles, y protegido por dos bunkers. Los árboles pueden llegar a entrar en juego, en función del ángulo de ataque al green.
El hoyo 7 es un par 3 que dispara a un green grande desde las alturas, y su fuerte desnivel nos provocará dudas sobre qué palo jugar.
Un buen hoyo 8 par 4 continúa la vuelta. El hoyo desciende ligeramente hasta el green; un hoyo recto que exige distancia y precisión porque la izquierda es un bosque temible. Cerca del hoyo toda la parte izquierda acoge un arroyo. El rough es salvaje.
Posteriormente nos toca pelear con el 9, otro brutal par 5 en dogleg ascendente. Cualquier mínimo fallo nos asoma al bogey o peor. La salida puede acortar por la izquierda pero si apuramos demasiado perderemos la bola. Por la derecha de calle un bunker espera el tiro. La calle baja ligeramente y luego nos ofrece un segundo tiro a una ladera ascendente que oculta el green.
El segundo tiro debe quedarse en calle para poder tener tiro a un green guardado por un lago. El problema es que si no conseguimos distancia no tendremos el tiro claro. Es un hoyo en el que el par es un gran resultado.
Desde la derecha del green tenemos el siguiente reto, el hoyo 10: un par 3 bastante largo a un green pequeño, en subida y bien guardado. Otro hoyo complicado.
Después de un hoyo 11 par 4 en subida fuerte que exige distancia, el 12 (el antiguo hoyo 1) es un par 5 que serpentea de derecha a izquierda. La salida no ofrece un tiro claro a calle, en la linea de los bunkers.
El hoyo 13 es otro hoyo complicadísimo y sádico. La salida nos muestra una breve porción de la calle, partida por un árbol y que cae de derecha a izquierda. Si la bola cierra demasiado nos iremos hacia el barranco de la izquierda (aunque un par de nuevos bunkers minimizan el daño). Hay que apuntar a la derecha del árbol para tener tiro a green. El segundo tiro nos obliga a atravesar una vaguada para atacar a un green muy movido y con dos bunkers a la izquierda. Cualquier cosa que no sea dos tiros perfectos nos llevará de cabeza al bogey.
El 14 es un par 3 a un green grande pero con caídas brutales desde el fondo del green. La derecha del green nos lleva a la calle del 13, o al barranco que la delimita. Desde la foto se ve el green del 14 y al fondo el green del 13.
El hoyo 15 es un par 4 en dogleg de derecha a izquierda. El peligro está, nuevamente, en salirse de calle por la izquierda para acortar: nuestra bola podría salirse fuera de límites. El green es amplio y sin excesivas caídas. Un lago en la parte derecha recibirá las bolas abiertas.
El 16 es un par 3 relativamente largo. El lago antes mencionado, bastante asilvestrado, guarda la salida aunque no debe entrar en juego. La Graiera es un campo joven y le queda tiempo para madurar, y eso, unido a un mantenimiento poco detallista, hace que estéticamente no sea de los más atractivos.
El 17 es un largo par 4 con la calle cayendo fuertemente de izquierda a derecha. Los tiros con fuerte slice se irán fuera de límites. Hay que ir largo, recto y por la derecha para tener opciones de tiro a green.
Finalmente, el 18 nos enfrenta a un par 5 con un dogleg en 90 grados. El jugador debe decidir si ir por la izquierda o arriesgarse a salvar la vaguada boscosa de la derecha. Hay que ser muy pegador para tomar la línea sobre los bunkers.
El segundo tiro supera una vaguada a un green muy movido. En esta calle pudimos comprobar los efectos de las incursiones de los jabalíes.
Nunca conseguí vueltas buenas en este recorrido. Y no sé si lo conseguiré dominar alguna vez: con estos precios hay campos más bonitos y agradecidos por la zona.
Cuatro hazañas golfísticas dignas del libro Guinness
Varios vídeos que ilustran hazañas relacionadas con el golf dignas del libro Guinness de los Récords.
En el primero, David Coulthart intenta capturar una bola de golf al vuelo en un Mercedes SLS AMG.
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Los tres restantes son videos promocionales del European Tour.
En el segundo un grupo de pros intentan acertar a un gong de 9 pulgadas situado a 200 yardas en medio de un lago irlandés.
El tercero sigue con otro grupo de pros del European Tour intentando volar un barco pirata en las costas de Escocia.
El cuarto, unos cuantos jugadores practicando el tiro al plato con bolas de golf en Dubai.
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Como dijo Alfonso Ussía, el Libro Guinnes de los Records debería llamarse el Libro Guinnes de los Tontos.