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Posts Tagged ‘Sergio Garcia’

La chaqueta verde

12 de abril de 2017 Deja un comentario

Semana de Masters… tiempo para rescatar este post.

Leo en Golf Illustrated un artículo sobre la chaqueta verde. ¿Cómo conseguir una? Además del improbable suceso de que te nombren socio, o el más improbable aún de que seas capaz de ganar el Masters, puedes ir a la Hamilton Tailoring Company de Cincinatti y comprarla por $250 dólares. O más bien robarla, porque sólo las fabrican para Augusta National.

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Es posible que sea la prenda más deseada por cualquier golfista. Los miembros del Augusta National y los ganadores del Masters pueden llevarla. Pero sólo en el club. A los campeones hoy les dejan tener una réplica, aunque antes durante máximo un año. Seve se negó a devolver la suya.

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La idea se le ocurrió a Bobby Jones cuando, después de ganar el Open en Royal Liverpool en 1927, quedó impresionado con las chaquetas rojas que llevaban los antiguos capitanes del club. Les hacían parecer venerables y elegantes. Así que cuando abrió Augusta National en 1933, le planteó la idea a su socio Clifford Roberts.

El único problema era el color. Al parecer se plantearon que la chaqueta fuera amarilla, roja e incluso naranja, el color melocotón de Georgia. Hasta que en un paseo conjunto, Roberts hizo un comentario sobre el precioso color verde de los arbustos de azaleas. Así nació la leyenda. El verde, para los técnicos, es el Pantone 342.

El artículo cuenta más historias sobre la chaqueta. Por ejemplo, la que tuvo Bobby Jones en 1937 se subastó recientemente por 310,00o dólares. Y las 6 de Jack Nicklaus… pues no se subastaron, porque el Oso Dorado no ha tenido una hasta 1998.

Desde el 2012 por fin, hay un modelo para mujer.

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Y desde 2017 Sergio García luce la suya…

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Las consecuencias de fallar un golpe

26 de julio de 2016 Deja un comentario

A todos nos pasa: fallamos golpes y putts continuamente. A los amateurs y a los profesionales.

Sin embargo si algo nos diferencia, además de fallar muchos más, es que los jugadores amateurs carecemos del entrenamiento mental necesario para asumir los fallos. La serenidad a la hora de afrontar un error. Los años de preparación psicológica requeridos para superar una situación adversa. El autocontrol, la paz interior, la paciencia.

Woody Austin, un ejemplo clásico de ello: y si no vean lo que hace cuando comete un error. Putt que por cierto deja de servirle a no estar homologado por las reglas, según la regla 4-3b.

Por lo visto no es el único que ha perdido la cabeza tras un mal golpe: el reciente ganador del Open Championship Henrik Stenson y nuestro Sergio García también tuvieron épocas más oscuras.

Rory McIlroy también tuvo su momento en el Cadillac Championship del 2015.

 

 

Ballybunion (Old Course), Irlanda

29 de May de 2015 5 comentarios

En esta semana del Irish Open en Royal County Down, parece idóneo comentar otro campo mítico sede del torneo. Requiere una enorme determinación llegar hasta este icónico links en el suroeste de Irlanda. Las carreteras son estrechas y peligrosas, diseñadas para acoger un coche y medio en los dos sentidos. Y el campo, totalmente abierto al viento del océano, puede convertir la vuelta en un infierno. Pero merece realmente la pena el esfuerzo para jugar este campo y su hermano menos conocido, el Cashen Course. Si el tiempo acompaña, disfrutaremos un enorme día de dunas gigantes, viento huracanado, naturaleza salvaje y golf. En la panorámica, la calle y el green del 17 y del 18, con la casa club al fondo.

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El campo, siendo un links espectacular, data de 1893, aunque inicialmente fue considerado como «una madriguera de conejos bajo el pueblo, donde un golfista requiere de paciencia infinita y de un innumerable conjunto de bolas de golf». El routing actual data de 1982, cuando se construyó la casa club y el nuevo campo Cashen, diseño de Robert Trent Jones. El Old Course exhibe hoy una primera parte más floja, en especial los dos pares 5 seguidos hoyos 4 y 5 que se juegan al costado de unas horribles casas prefabricadas de veraneantes. (Palabra curiosa aquí, donde los veranos duran 5 minutos y van seguidos de fuertes inviernos, lluviosos otoños y siempre ventosas primaveras.) Pero el campo va mejorando hoyo a hoyo  y en cuanto entramos en las enormes dunas y los greenes contorneados empiezan a castigarnos, conseguiremos gozar de un espectáculo inigualable de links puro, con unos greenes excelsos ubidados en los lugares más insospechados entre dunas enormes. Un ejemplo: el green del 11, encajonado entre un pasillo de dunas.

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La casa club no impresiona por su aspecto tradicional: estamos ante un inmenso edificio de hormigón que más parece un ministerio del este. Eso sí, bien equipada y repleta de fotos icónicas y de recuerdos que dan fe de su historia. Tom Watson aparece como el gran referente de estos links. El hoyo 1 no puede ser más funesto: un ligero dogleg hacia la izquierda que debe apuntar a la derecha de los pot bunkers de la calle para no visitar un cementerio, que es (obviamente) fuera de límites.

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Un letrero nos indica que uno no debe entrar en el camposanto a buscar bolas perdidas. Un incentivo para los locales para visitar a sus parientes…

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El hoyo 2 nos entrega de lleno en el terreno de la excelencia más absoluta. Un enorme par 4 en dogleg hacia la izquierda y con un green simplemente impresionante, en las alturas de una duna espectacular. Desde el tee se intuye el green elevado en los cielos; aterroriza su lejanía. Hay que conseguir un gran drive para tener opciones de tiro a green razonables. El par es un gran resultado.

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El par 3 que continua es largo (más de 200 metros) y precioso. El green parece un flan desde las alturas de la duna, un l por lo que plantea muchas opciones de ataque. La parte derecha es la opción más segura. Una placa en el tee recuerda un hoyo en uno de Payne Stewart.

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Los dos pares 5 que continúan tienen la particularidad de volar los greenes anteriores desde el tiro de salida. Una decisión muy inteligente para ahorrar metros en el diseño del campo. El fuera de límites de la derecha no puede ser más feo. En la foto, la salida del 5 sobre el green del 4. Ojo con un bunker escondido en medio de la calle.

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El hoyo 6 es un dogleg precioso y descendente hacia un green junto al mar. El green recibe alargado y con forma de flan. Como casi todos los greenes, está en un plano distinto del de la calle. Esto hace que los approaches con viento sean complejos y que sea necesario ser creativo en los approaches. O estar muy fino con el putter. A derecha e izquierda de green no es muy recomendable ir.

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El tee del 7, otro gran par 4, está totalmente expuesto al huracán del mar. La línea más agresiva va por encima de la playa para aterrizar en calle. El green es alargado y estrecho. Para dar una idea del infierno meteorológico que puede ser este campo, hay un green de invierno para cuando hay tanto viento que se hace imposible patear en el green.

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El hoyo 8 es un par 3 muy corto, de menos de 120 metros. Pero el viento azota por la espalda y el green tiene más curvas que una silla de montar, con escapatorias terroríficas a la derecha. Varios pot bunkers cavernosos amenazan. Un grandísimo par 3, que da idea de la excelencia en aprovechar unas dunas salvajes.

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El hoyo 9 es un reto infernal. Es un hoyo largo, con una salida en alto, un agujero extraño en medio de la calle y un green elevado y estrecho que resulta infernal. Sufrí un auténtico partido de tenis entre los dos lados de la calle. Algo parecido le pasó a Sergio García en el Irish Open del 2000, donde se hizo 9 golpes.

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La salida del hoyo 10 es semiciega, hacia una plataforma en una duna cercana. La calle girará ligeramente hacia la izquierda.

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Desde ahi un wedge bastará para un green también movido.

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El hoyo 11 es un impresionante par 4. Paralelo al mar, azotado por el viento, con una calle escalonada y serpenteante que vas descendiendo hacia un valle natural. La vista desde el tee de salida es gloriosa.

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El green está elevado y oculto entre dunas, una preciosidad natural.

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El par 3 hoyo 12 nos vuelve a enfrentar a un green enclavado en una duna elevada.

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Otro gran hoyo continúa, un par 5 espectacular. El río Kitty cruza por delante del green planteando la duda de si tirar a green o quedarse corto. Otro green elevado respecto de la calle recibe con mucha superficie. La foto está desde una duna gigantesca que tapa parcialmente la calle.

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Dos pares tres seguidos continúan. El primero no es muy largo, pero tiene un green con fuertes pendientes en ambos lados.

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El siguiente es mucho más largo y serio y además se hace casi contra el viento del mar. El green cuenta con dos partes muy diferenciadas.

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Y para terminar tres hoyos memorables. El primero es un par 5 en dogleg tremendo hacia la izquierda desde una salida en alto. Una colina-duna marca el borde de la calle.

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El segundo tiro se juega en un valle precioso entre dunas, y con el viento soplando con fuerza de cola.

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El 17 es un par 4 con una salida espectacular. La calle desciende majestuosa y natural hacia la izquierda. Las dunas son de un tamaño increíble.

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El green entre dunas es bastante plano y cuenta con los contornos en barranco de este campo. También destaca un pot bunker frontal temible.

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El 18 se suele despreciar como hoyo final, pero a mi me pareció un gran final de golf. La calle gira hacia la derecha desde un tee que casi sobrevuela el green del 17. Un gran bunker espera al jugador al final de la calle. El green está tras la dunas en la línea del bunker y es alargado y estrecho. Otro hoyo muy especial para terminar.

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La segunda vuelta de Sergio en el Bridgestone

2 de agosto de 2014 Deja un comentario

27 golpes, ocho birdies, 11 greenes seguidos a un putt. Es la segunda vuelta mejor de la historia en el PGA Tour. Un video para atesorar. Y aunque al final no se haga con el torneo, es una hazaña colosal.

Y luego dice que Sergio no patea bien.

 

El hierro de Sergio García desde la madera

25 de marzo de 2013 1 comentario

«Juegue la bola donde repose», dice la norma. Y así hizo Sergio ayer en el hoyo 10 de la última jornada del Arnold Palmer Invitational. Brillante.

La Ryder 2012, el mejor evento deportivo del siglo XXI

1 de octubre de 2012 5 comentarios

Existen pocas dudas de que la Ryder Cup 2012 ha sido el acontecimiento deportivo más apasionante de lo que llevamos de siglo. La Ryder Cup es una competición donde se juega algo tan importante como el honor de dos continentes. No hay dinero para el ganador. No hay publicidad en las camisetas ni en las gorras. Una batalla golfística y honorable, donde dos equipos luchan hasta la extenuación y, al final, un equipo derrotado felicita al ganador con un amistoso apretón de manos. En un juego tan técnico como el golf es un espectáculo inigualable ver luchar a veinticuatro deportistas de élite por el honor de la victoria, con un arsenal de fe, garra y corazón.

La increíble remontada del equipo europeo liderado por José María Olazábal nos mantuvo pegados al televisor muchas horas, jugó con nuestra tensión y arrancó gritos y lágrimas con el putt decisivo de Martin Kaymer. Fue un evento único y raro de los que se dan cada 100 años, uno de esos momentos deportivos que desafían la lógica y donde lo imposible se hace real.

Hay muchos instantes memorables para gozar de este Medinahzo:

La remontada brutal de Ian Poulter, con 5 birdies en los cinco hoyos finales de la jornada del sábado, y con la mirada de Poulter, una mirada que arruga hasta el acero. Poulter, durante una semana cada dos años, es el número 1 del mundo.

La vuelta impresionante del debutante Nicola Colsaerts del viernes, con 8 birdies y un eagle contra dos huesos como Tiger Woods y Steve Striker, y con Lee Westwood de privilegiado acompañante.

El paseo militar de Paul Lawrie, Chippie, que masacró a Brant Snedeker, quizá el americano más en forma en Medinah, como quien da un paseo. En la foto, el chip que embocó y que fue considerado mejor golpe de la jornada.

El partidazo de un criticado Luke Donald ante Bubba Watson, un primer punto que nos empujó a todos a creer más en la victoria.

El alucinante putt de Justin Rose en el 17 para batir a un durísimo Phil Mickelson, el mejor Mickelson que se ha visto jamás en una Ryder. Rose venía de embocar otro putt estratosférico.

Los desgraciados dos hoyos finales de Jim Furyk, al que se le aparecieron de nuevo los fantasmas del US Open y del Firestone y que vio cómo su partido ganado frente a Sergio García se tornaba en una amarga derrota con dos bogeys seguidos. Otro veterano ilustre que se marchó a casa con un rosco fue Steve Striker.

El putt de Martin Kaymer, que restituía el honor de los alemanes en la Ryder, haciendo olvidar por fin el putt de Langer en 1999.

Un diario deportivo catalán, Sport, recogía en portada el resultado de la Ryder con un titular que sobrepasa el ridículo para adentrarse en el terreno de la estulticia. Acompañado de una fotografía del ex-entrenador con sus tres hijos, la noticia es: Guardiola vibró en la Ryder.

Druids Glen, Irlanda

28 de marzo de 2012 2 comentarios

Ahora que se acerca el Masters, comento un campo irlandés que recibe el sobrenombre de «Augusta de Europa»: Druids Glen. Un campo abierto en 1995 y diseñado por Pat Ruddy y Tom Craddock, y cuya principal virtud es que es estéticamente precioso. Está situado a unos 50 kilómetros al sur de Dublín. El complejo tiene dos campos, Druids Glen y Druids Heath, aunque este primero es el más famoso. Este es el plano de Druids Glen: se ve un routing que aprovecha el terreno, aunque el campo de prácticas está bastante lejos de la casa club.

Es un parkland irlandés que podría pasar por ser un jardín botánico; sus calles manicuradas, sus arbustos recortados, sus greenes perfectos, los bunkers bien delineados, muchos arroyos idílicos y lagos de agua cristalina: lo más parecido a un paraíso perdido en la tierra, a un Jardín del Edén, a uno de esos cuadros perfectos de artistas ingleses que ilustran paisajes ideales (como éste de Constable).

Es un golf totalmente diferente al de los links; el alma del golfista no lucha contra los elementos en un entorno abierto sino que disfruta de un paseo precioso en un campo estratégico, aunque cuando lo jugamos también soplaba fuerte el viento, lo cual complicó mucho la ronda. Para los amantes de los parklands es un lugar de peregrinación. Y creo que un viaje a Irlanda este campo puede combinar bien con los links: son la noche y el día en cuanto a golf. El campo ha sido sede de varios Opens de Irlanda, y en este campo Sergio García consiguió su primera victoria en el European Tour en 1999, el año que debutó como profesional, consiguiendo un 64 en la última jornada.

La emoción estética disfraza el hecho de que no es un campo fácil: a unos primeros 9 hoyos relativamente benignos se pasa a una segunda vuelta más dura, donde encontramos una especie de «Amen Corner» desde el 12 al 14, tres hoyos fantásticos. El hoyo 17 es un par 3 en isla intimidante, donde tiré tres bolas al agua. Y un 18 brutal, capaz de destruir buenas rondas: un hoyo fantástico para terminar.

El día que fuimos a jugar tuvimos la «mala suerte» de tener delante un torneo que retrasó nuestra salida (sin mayores explicaciones) casi una hora y media. No se juega lento sólo en España: en Irlanda también sufren de esta abominable lacra que asola nuestros campos. Esto nos impidió terminar nuestra ronda en condiciones razonables: el 18 lo tuvimos que jugar casi de noche, a la luz de la luna. Queda muy romántico pero no es muy recomendable.

Desde la terraza de la casa club – hotel, donde degustamos una buena comida, se puede admirar el hoyo 18, bien protegido por agua, y el mar al fondo.

El hoyo 1 es un par 4 relativamente sencillo, con una calle ancha que da acceso a un green bien protegido por bunkers. Cruzamos un bosque y pasamos a un par tres de unos 160 metros, donde conseguí un buen birdie, el único de mi recorrido.  Aquí se ve mi bola dada.

Cruzamos un murete y nos acercamos a un par 4, dogleg en subida hacia la izquierda. Cada calle está enmarcada por multitud de árboles imponentes y arbustos diferentes: un ejemplo del magnífico ejemplar del hoyo 3:

Continúan los hoyos con mucho movimiento, con suaves subidas y bajadas y árboles de todos los colores. A partir del hoyo 8 nos encontramos con agua, que nos acompaña prácticamente hasta el final en todos los hoyos. Este es el par 3 hoyo 8, un par tres idílico protegido por un lago.

El hoyo 12 es otro par 3 con un arroyo que también entra en juego en el par 4 del 13. Son dos hoyos maravillosos, de cómo aprovechar un río para construir sendas obras de arte. Sobre todo el hoyo 13, un par cuatro con una salida en dogleg de izquierda a derecha, donde el agua entra en juego en todos los golpes.

Una foto más estilizada que he encontrado en internet del hoyo doce, con su famosa cruz, una foto retocada con photoshop pero que explica bien lo que es este campo.

El 13 es un par 4 donde cruzamos el río dos veces para atacar un green en isla. El hoyo hace un dogleg muy interesante al fade, y es larguísimo, por lo que obliga a apurar mucho la salida para intentar llegar de dos a green.

Después de otro hoyo con agua duro (el 15) y de un hoyo 16 en subida, el hoyo 17 es un par 3 nada corto a un green en isla y protegido por bunkers que te sonríen mientras ven tu bola bañarse. Jugarlo es complicado, pero tiene la ventaja que cuando lo juegas con poca luz, no hay más que escuchar si tu bola va al agua o no.

Y lo comentado: un 18 durísimo en subida, con agua. Grandioso hoyo para terminar. Par cuatro largo en subida y tiro a un green elevado y bien protegido por un arroyo de agua. Al fondo, la casa club – hotel.

Carnoustie Championship Course, Escocia

15 de febrero de 2012 12 comentarios

Carnoustie tiene varios apodos. Lo llaman «El Poderoso», «La Bestia», o «Car-nasty», ya que es un links absurdamente difícil sobre todo con viento. Dicen que es uno de los campos más duros del mundo. El campo más difícil de la rotación del Open Championship.

Su fama está avalada por el colapso épico de Van de Velde en el Open del 99. En esa edición, con 19 años Sergio García firmó un 89 en su primera vuelta, y un 83 en la segunda, y acabó llorando amargamente sobre el hombro de su madre. Ese mismo año quedó segundo en el PGA (le ganó Tiger); recuerdo el famoso golpe desde el árbol. Pero lo que todo el mundo recuerda en Carnoustie sucedió el domingo, el hundimiento de Jean van de Velde, la mayor tragedia deportiva en la historia de un Major (con permiso de Roberto de Vicenzo o de Mickelson). Le hacía falta un doble-bogey para ganar el torneo y el francés se cascó un triple bogey tras una sucesión de absurdas decisiones y de visitar el Barry Burn. Aquí tenéis un video dramático de lo ocurrido.

En el playoff Paul Lawrie aprovechó el regalo y se hizo con la jarra de clarete, con dos birdies en los cuatro hoyos de playoff. Por cierto que el campeón hizo 290 golpes, seis sobre par. Claramente se les fue la mano con el rough. Cuando el Open volvió a Carnoustie en el 2007, el campo estaba más benigno. Todavía duele recordar el putt que tuvo Sergio para ganar… al final se lo llevó Harrington con un total de -7.

Jugué el campo en junio de 2010. El primer reto fue encontrarlo, porque los Carnoustiesianos lo tienen bien escondido. Otro inconveniente es que no tiene campo de prácticas. Hay que salir a pelo. El complejo tiene dos campos, aunque aqui siempre hablamos del Championship Course.

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Mi caddie me fue contando historias del campo mientras jugábamos. En el 12 me señaló un bunker de calle que se conoce como el «Jack’s Bunker». Al parecer Jack Nicklaus, en uno de los Opens, deslizó un comentario sobre este hoyo diciendo que le parecía una salida cómoda. Cuando regresó al siguiente Open en Carnoustie unos años más tarde, mandó sus cuatro salidas a este nuevo bunker que construyeron «en su honor».

También tuve la oportunidad de jugar el famoso Hogan’s Alley. Una salida estrecha en el hoyo 6 con un bunker en el centro de la calle y un fuera de limites a la izquierda. Todo el mundo jugaba por la derecha hasta que llegó Ben Hogan, en el unico Open que jugo (y ganó) que jugó sus cuatro salidas con precisión de cirujano y puso la pelota por el pasillo entre el bunker y el fuera de limites. Luego leí que hay como 4 diferentes Hogan’s Alley en diferentes campos de golf del mundo, incluyendo el campo de Riviera. En 2006 añadieron un bunker adicional para que el Hogan’s Alley entrara en juego de nuevo: los pros se volaban los bunkers de calle con facilidad.

Era nuestro primer campo en nuestro periplo por Escocia. Mi primer drive fue un rabazo horripilante que visitó el arroyo serpenteante que lo cruza en varios hoyos. Mis compañeros de partido guardaron un respetuoso silencio, aunque las risas iban por dentro. La maldición del hoyo 1. Terminé con un cuádruple bogey. El hoyo dos fue algo mejor: triple bogey y primer tripateo. En el hoyo 3 me hice 9 golpes después de coger calle, tres de ellos desde la arena. Etcétera. Terminé la primera vuelta con un vergonzante 61.

A partir de aquí pensé que si jugaba de zurdas lo haría mejor. Me relajé un poco más. La segunda vuelta fue más aceptable y cumplí mi handicap: hice 44 golpes (+8), con tres pares a los hoyos 12, 14 y 15, y cuatro bogeys a los hoyos 11, 13, 16 y 18. Me acordé de Van de Velde con mi bogey al 18. En total 105 golpes, +11 con mi handicap.

Este año vuelvo a visitar Carnoustie en junio. Ya contaré más cosas del campo. A ver si consigo bajar de 100.

ACTUALIZACION. Jugué el campo por segunda vez en Junio de 2012. Un día infernal: lluvia intensa, viento, frío. Los zapatos encharcados desde el hoyo 3. Hice 104 golpes en unas condiciones durísimas. Y me pareció un campo sencillamente maravilloso. No tiene hoyo malo. Un primera división, de los mejores campos del mundo. ¡Espero poder volver!