Teeth of the Dog, Casa de Campo (República Dominicana)
El complejo de Casa de Campo en la Romana es el destino golfístico más premiado del Caribe, votado como mejor hotel de golf del mundo, en el que se pueden jugar tres campos (y medio) firmados por el arquitecto Pete Dye, la leyenda viva más famosa del mundo hoy. Hoy comento el «Diente», el más famoso del complejo, incluido en el top 50 del mundo en casi todos los rankings, que tuve la fortuna de jugar recientemente.
Estamos en un campo preparado para americanos: mantenimiento perfecto, distancias en yardas, cinco tees de salida con los colores habituales en Estados Unidos, coche obligatorio (aunque es un campo delicioso para caminar, con un routing espectacular donde cada tee está pegado al green anterior), caddie obligatorio; hasta el nombre del campo está en inglés: los Dientes de Perro se refirieren a la forma de los arrecifes coralinos que bordean sus calles.
Aunque hay gente que dice que es un links, evidentemente es un «campo tropical con vistas». El juego con caddie es obligatorio aunque, en mi caso, el caddie se limitó a conducir el buggie mientras mi compañero y yo disfrutamos de un paseo glorioso. Porque es difícil concentrarse en el juego con tantas distracciones: el campo es una belleza caribeña y los hoyos de costa son seguramente los mejores hoyos con mar del mundo (en la foto, el green del hoyo 7)
Pete Dye no complica sus campos desde el tee de salida: las calles son anchas como praderas, y no están preparadas para perder bolas. El rough es casi inexistente. Destacan los búnkers: abundantes, ubicados de una manera aparentemente aleatoria y natural, pero no demasiado profundos, y los hay a cientos, de formas curiosas, algunos pequeños como una mesa camilla, otros grandes como desiertos. Pero donde están las defensas es en los greenes elevados, en sus falsos frentes, contornos, ondulaciones, caídas, escalofriantes escapatorias y bunkers cercanos. La foto, abajo, es el green del 10, uno de los más difíciles. Además, con el viento constante el campo no deja escapar muchos birdies. Es un campo del que uno sale con la sensación de haber se dejado muchos golpes tontos.
El campo fue inaugurado en 1969. Algún enemigo de Pete Dye le ha hecho una estatua que da la bienvenida al visitante al llegar al Caddie Master. En una placa nos explica que los hoyos de mar los diseñó «el de arriba». «Yo creé 11 hoyos, y Dios creo 7».
El hoyo 1 es un par cuatro en ligero dogleg de izquierda a derecha, aunque realmente la calle es anchísima: lo único que nos puede inquietar los los bunkers que están a la izquierda.
El mejor ángulo entrada está por la parte izquierda de la calle porque el green recibe en diagonal sobre una plataforma elevada. El enorme green cuenta con un falso frente y varias escapatorias y badenes sutiles.
El hoyo dos es un par 4 recto con la salida más intimidatoria: por toda su parte izquierda discurre un obstáculo formado por una especie de waste-area de piedras que asusta desde la salida. Aunque no lo parezca, por la parte derecha tenemos bastante espacio para jugar sin peligro.
El hoyo 3 es un par 5 bastante recto y no demasiado largo. Otra vez vemos muchos bunkers, sin orden, sin estructura, con una fuerte sensación de naturalidad. Normalmente la salida es contra el viento.
El green es el problema del hoyo: un green elevado en un flan. Y estrecho. Será difícil cazarlo de dos golpes. Hay que ser preciso con el pitch.
Desde un tee ligeramente en alto un gran bunker marca el centro de la calle del hoyo 4. La calle vuelve a ser generosa por la izquierda. Ya adivinamos la costa. Para proteger el acceso al green hay cuatro bunkers delanteros y dos traseros que protegen la parte izquierda de la calle.
El approach al green es francamente bonito: el green parece colgar sobre el océano.
Llegamos al hoyo 5, quizá el par 3 más bonito que he jugado nunca. He jugado muchos hoyos junto al mar, pero no tan cerca del nivel del mar. Sobre el papel parece un hoyo muy fácil, un tiro corto y fácil. Después de calmar las pulsaciones, uno se enfrenta a un tiro de 130 metros con viento fuerte a favor y a un green que parece un sello de correos. Una bola cerrada se bañará. Un suave fade nos puede llevar a los árboles de la derecha. Sólo hay un sitio donde tirar: a la bandera.
El hoyo 6 es el handicap 1 del campo. Un dogleg de izquierda a derecha con viento a favor y desde un tee a nivel del mar. La calle recibe ascendente: es el momento de cerrar bien la bola con un buen draw: con viento nos quedarán pocos metros al green.
El tiro no es excesivamente complicado a un green protegido por un bunker lateral izquierdo. El green es enorme y algo movido. Detrás una mansión en obras se construye sobre la antigua casa de Pete Dye.
El hoyo 7 vuelve a ser un par 3 glorioso, mucho más largo que el hoyo 5. El green es más grande y está rodeado por un bunker también de mayores dimensiones, pero tenemos casi 160 metros con viento a favor. El green tiene varios pianos que empañarán los putts de lágrimas.
El siguiente hoyo también cuenta con una salida espectacular, y repite el esquema de dogleg hacia la izquierda.
No hace falta poner bunkers para complicar un hoyo. El green del 8 es una maravilla estratégica de Dye: un green elevado en forma de boomerang se eleva entre dos grandísimas depresiones. No es fácil parar un hierro largo con el viento a favor en un green así. Si queremos ir a bandera nos podemos pasar de green. Si vamos por la derecha nos meteremos en un agujero que parece un volcán, y tendremos un approach complicadísimo. Jugar corto tampoco es aconsejable. Este es el approach desde el frente.
Y desde la vaguada a la derecha del hoyo, el approach es dramático.
Dejamos la costa para ascender hacia la casa club con un par 5. ¿Cómo conseguir que un bunker lateral de calle entre juego para todos los niveles de juego? Dye lo hace de 100 metros de largo. El viento se llevará todas las bolas hacia este bunker. Desde ahí la calle asciende hacia un green en alto y bien protegido por bunkers.
El 10 está cruzado por un canal de piedra pequeñito que ofrece dos niveles de calle. Es un dogleg hacia la izquierda con un inmenso waste bunker en toda la parte izquierda. Otra vez riesgo recompensa: si queremos ganar metros hay que apurar la esquina del waste area. Si queremos asegurar, hacia las casas del fondo.
Un gran green aguarda, bien cargado de bunkers rodeando sus contornos y caídas, sinuosos como una caribeña explosiva.
El hoyo 11 es un par cinco espléndido marcado por un arbolaje espectacular. Vemos hasta cuatro bunkers jalonando la calle en la parte derecha y un gran bunker de la parte izquierda elevado sobre un pequeño montículo, que si superamos haremos muchos metros. Cerca del green veremos uno de los bunkers más pequeños del campo.
Nuevamente un green elevado, movido, precioso y bien contorneado.
El hoyo 12 es un par 4 complicado. No veremos desde el tee de salida el green, que estará a la izquierda de la calle. Un green muy difícil de ver y con muchos bunkers protegiendo su acceso.
El 13 es un par 3 en isla, pero rodeado de arena. El green está bastante elevado, por lo que hay que cazarlo de vuelo. Es el clásico green en forma de flan, donde el centro del green es el punto más alto.
Volvemos hacia la costa y contra el viento con un par 5 tipo «Cape«. El obstáculo de agua de la parte derecha está bien rodeado de un enorme bunker. Tres bunkers en la izquierda marcan el tiro.
Otro detalle divertido: cuanto más apuremos cerca del agua, peor stance tendremos, ya que Dye ha colocado un montón de pequeños montículos en esta parte de la calle para dificultar el stance.
Volvemos a la costa para los hoyos 15, 16 y 17. El 15 es un Cape, par 4 relativamente corto y con una salida preciosa. Hay que apuntar bien hacia la izquierda para no visitar el obstáculo de agua.
Esta es la vista espectacular del hoyo desde atrás. Nada es vulgar en los contornos de los greenes de este campo.
El hoyo 16 es un hueso tremendo. Un par 3 contra el viento y con mucho riesgo de visitar el agua. Hay que agarrar el hierro largo (o híbrido), apretar los dientes y lanzar la bola muy recta.
El 17 es también un hoyo complicadísimo, porque es un par 4 muy largo contra el viento y nuevamente con el mar pegado a nuestra calle. El último día tuve un momento «Tin Cup» intentando cazar el green desde 190 metros y con viento en contra. 3 bolas al océano. Ojo con el falso frente en en green.
Para terminar, el 18 resulta un buen hoyo de cierre, pese a alejarse de la costa. Delante del tee de salida hay un enorme trozo asfaltado. Es el resto que queda de la pista de aterrizaje que había aquí hasta hace pocos años, y así preservada para las generaciones venideras. Tenía que ser curioso dejar de jugar para ver aterrizar a los aviones.
Tenemos un par 4 con obstáculo de agua en la izquierda, hacia donde sopla el viento. Es el hoyo que se disfruta cada mañana desde el desayuno tropical del hotel. Podemos ir por la derecha de la calle (más distancia) o ir por la parte más recta hacia el green (aunque nos podemos ir al bunker). Desde ahí a green para terminar con una enorme sonrisa en la boca.
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