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Karsten Solheim, el inventor del palo de golf moderno

Hablar de Karsten Solheim (1911-2000) es hablar de Ping y de la Solheim Cup, la Ryder Cup femenina. Un torneo que proyectó y patrocinó desde 1990. Pero Solheim, miembro del Salón de la Fama de Golf, llegó hasta ahí porque fue un inventor y emprendedor absolutamente decisivo en la historia de los palos de golf. Le debemos todos muchos birdies. Leí sobre él en un libro de David Owen, «My Usual Game». Su historia es fascinante.

En esta foto vemos a Karsten Solheim en su almacén de putters de oro. Cada vez que un jugador gana un torneo profesional importante con un putt de Ping, se fabrican dos putters bañados en oro: uno se lo mandan al jugador y otro lo guardan en este almacén. Si uno gana un major con un Ping, los putters son de oro macizo.  Llama la atención su barba de chivo: ha sido llamada la «octava maravilla de Arizona». Solheim se la puso en los 70 despues de un accidente de trafico en India y ya se convirtió en su seña de identidad.

Solheim era noruego aunque su familia emigró a Estados Unidos cuando Karsten tenía 2 años, en 1913. Empezó trabajando como zapatero en el taller de su padre. Después de graduarse como ingeniero, consiguió un empleo como vendedor de bobinas de aluminio. Luego trabajó en una fábrica naval y en Ryan Aeronautica, donde colaboró en el diseño del primer jet. También pasó por General Electric donde participó en el diseño de los primeros televisores portables. Y no tocó un palo de golf hasta que tenía 42 años.

En 1954 unos amigos suyos de General Electric le propusieron jugar al golf, y se enganchó en seguida. Solheim jugaba de manera aceptable pero siempre estaba muy frustrado porque no metía un putt. Como buen ingeniero, se dio cuenta de que los putters de aquella época tenían el peso totalmente repartido sobre la superficie del putter y eso tendía a complicar su estabilidad. Decía que patear así era como jugar al tenis con una raqueta de ping pong. En lugar de quejarse, se embarcó en el diseño de un putter diferente.

Solheim añadió unos pesos a su putter en las puntas y pronto empezó a enchufar muchos más putts. Jugando un partido en su club con un pro, éste le sugirió que explotara su idea y sacara al mercado un nuevo putter. Esa misma noche trazó el diseño de un putter y lo llevó a un soldador, que le fabricó el primer putter más o menos serio de su vida. Cuando puso una bola en el green y pateó, escuchó un sonido agudo, nítido y diferente: PING. El putter ya tenía nombre. Mucho más comercial que «Karsten Manufacturing». Lo llamó «Ping Anser»; él quería «Answer» pero no cabía en el putt así que su mujer le quitó una W.

El primer putter que desarrolló fue en 1959. Durante los primeros ocho años de su vida como empresa, la sede de la empresa fue el garaje de su casa de Phoenix, Arizona. No tuvo mucho éxito comercial hasta que Julius Boros lo metió en su bolsa y gano el Phoenix Open en 1967. Otros profesionales como Gary Player o Jack Nicklaus empezaron a usar putters de Ping y a ganar torneos. Ping history

Solheim diseñó en 1961 su primera línea de hierros y en 1969 empezo a fabricarlos. Eran palos feos y caros pero tiraban la bola mas recta y con mejor control. En tres años capturó un 40% de cuota de mercado. Sus ideas y su perseverancia le llevaron desde un garaje a convertirse en una de las marcas más vendidas del circuito.

Se habla mucho de los emprendedores de Sillicon Valley y sus garajes. Pues también en el golf tenemos emprendedores de éxito: genios que desde un garaje han revolucionado una industria y han construido un imperio a base de curiosidad, innovación, trabajo y mucha persistencia.

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