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El golf en Corea

4 de febrero de 2014 2 comentarios

Esta semana he estado en Seúl, capital de la República de Corea. No he podido conocer ningún campo, por falta de tiempo y porque hace un frío tremendo. Pero algunas impresiones puedo contar de este país que domina el golf femenino mundial (9 coreanas en el top 25, incluyendo la número 1 Inbee Park) y que empieza a exportar también buenos jugadores al PGA Tour.

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Los coreanos están locos por el golf. El hotel donde estoy hospedado, además de tener dos canales de golf que emiten 24 horas, cuenta con gimnasio, piscina, cancha de prácticas y un putting green. Es el primer hotel del mundo que veo con cancha para dar bolas. Abundan las canchas de prácticas por toda la ciudad. De hecho, muchos de los más de 3 millones de coreanos que juegan al golf nunca han salido al campo. Lógico si pensamos que hay pocos campos, suelen ser privados y la entrada puede costar medio millón de dólares (aunque parece que han llegado a estar por el millón). Esta es la cancha del hotel.

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También abundan las tiendas de golf. En una misma calle, he podido contar unas 20 tiendas relacionadas con el golf. La de Adidas – TaylorMade está pegada a la de Nike Golf.

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Muchas otras tiendas de moda / golf. Titleist, Mizuno, Le Coq Sportif, Lacoste, Elle Golf, Ping, etc. También veo marcas de golf insospechadas, como Playboy Golf.

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Todas abundan en ropa (una amplia selección carísima) y palos. Veo muchos palos japoneses de marcas que no conocía. La última moda, lo más de lo más, palos dorados. Son espantosos. El golf en Corea es un símbolo de status.

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Un último apunte: por si hay alguien despistado, estoy hablando de Corea del Sur. En Corea del Norte no parece que haya la misma afición al golf. El actual líder Kim Jong Un está más interesado por el baloncesto. Su padre, eso sí, era un golfista excepcional: solía hacer tres o cuatro hoyos en uno por cada vuelta que jugaba, de acuerdo con los informes oficiales de la agencia de noticias estatal. En la década de los 90 (algunas fuentes apuntan a 1991, otras a 1994) el dictador estableció un récord golfístico sin igual. El día de la inauguración del Pyongyang Golf Complex, el único campo de 18 hoyos en Corea del Norte, Kim Jong Il, con 50 años y sin haber cogido un palo de golf en su vida, hizo una ronda de 34 golpes (38 bajo par). Al parecer consiguió 11 hoyos en uno, de acuerdo a lo que declararon los 17 guardias de seguridad que le acompañaban. Esta noticia fue celebrada en medios oficiales para el gozo y disfrute del pueblo coreano.

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Los drivers blancos

7 de diciembre de 2012 Deja un comentario

Cuando salió al mercado el driver blanco, TaylorMade argumentó que el color blanco aumenta el contraste, lo que facilita una mejor alineación del jugador frente a la bola. Además, se decía, evitaremos molestos reflejos que a veces nos produce el sol.

Siempre me pareció un argumento un poco surrealista, uno de esos trucos de marketing que nos ayudan a justificar nuestro espíritu gastópata para racionalizar nuestros deseos de tener lo último.

Investigando sobre Gary Adams, encontré en la revista Golf Illustrated una explicación más interesante: Desde que TaylorMade arrebatara el liderazgo en drivers de metal a Callaway, su posición de dominio ha sido abrumadora. Al parecer, en el PGA Tour los pros que juegan drivers Taylor Made son más que los que juegan las marcas Callaway, Cleveland, Cobra, Nike y Ping juntas. Pero nadie lo sabía.

Así que los responsables de marketing tuvieron una idea genial para comunicarlo: la invención del driver blanco. Una forma efectiva de comunicar esta posición de dominio.

Karsten Solheim, el inventor del palo de golf moderno

24 de May de 2012 Deja un comentario

Hablar de Karsten Solheim (1911-2000) es hablar de Ping y de la Solheim Cup, la Ryder Cup femenina. Un torneo que proyectó y patrocinó desde 1990. Pero Solheim, miembro del Salón de la Fama de Golf, llegó hasta ahí porque fue un inventor y emprendedor absolutamente decisivo en la historia de los palos de golf. Le debemos todos muchos birdies. Leí sobre él en un libro de David Owen, «My Usual Game». Su historia es fascinante.

En esta foto vemos a Karsten Solheim en su almacén de putters de oro. Cada vez que un jugador gana un torneo profesional importante con un putt de Ping, se fabrican dos putters bañados en oro: uno se lo mandan al jugador y otro lo guardan en este almacén. Si uno gana un major con un Ping, los putters son de oro macizo.  Llama la atención su barba de chivo: ha sido llamada la «octava maravilla de Arizona». Solheim se la puso en los 70 despues de un accidente de trafico en India y ya se convirtió en su seña de identidad.

Solheim era noruego aunque su familia emigró a Estados Unidos cuando Karsten tenía 2 años, en 1913. Empezó trabajando como zapatero en el taller de su padre. Después de graduarse como ingeniero, consiguió un empleo como vendedor de bobinas de aluminio. Luego trabajó en una fábrica naval y en Ryan Aeronautica, donde colaboró en el diseño del primer jet. También pasó por General Electric donde participó en el diseño de los primeros televisores portables. Y no tocó un palo de golf hasta que tenía 42 años.

En 1954 unos amigos suyos de General Electric le propusieron jugar al golf, y se enganchó en seguida. Solheim jugaba de manera aceptable pero siempre estaba muy frustrado porque no metía un putt. Como buen ingeniero, se dio cuenta de que los putters de aquella época tenían el peso totalmente repartido sobre la superficie del putter y eso tendía a complicar su estabilidad. Decía que patear así era como jugar al tenis con una raqueta de ping pong. En lugar de quejarse, se embarcó en el diseño de un putter diferente.

Solheim añadió unos pesos a su putter en las puntas y pronto empezó a enchufar muchos más putts. Jugando un partido en su club con un pro, éste le sugirió que explotara su idea y sacara al mercado un nuevo putter. Esa misma noche trazó el diseño de un putter y lo llevó a un soldador, que le fabricó el primer putter más o menos serio de su vida. Cuando puso una bola en el green y pateó, escuchó un sonido agudo, nítido y diferente: PING. El putter ya tenía nombre. Mucho más comercial que «Karsten Manufacturing». Lo llamó «Ping Anser»; él quería «Answer» pero no cabía en el putt así que su mujer le quitó una W.

El primer putter que desarrolló fue en 1959. Durante los primeros ocho años de su vida como empresa, la sede de la empresa fue el garaje de su casa de Phoenix, Arizona. No tuvo mucho éxito comercial hasta que Julius Boros lo metió en su bolsa y gano el Phoenix Open en 1967. Otros profesionales como Gary Player o Jack Nicklaus empezaron a usar putters de Ping y a ganar torneos. Ping history

Solheim diseñó en 1961 su primera línea de hierros y en 1969 empezo a fabricarlos. Eran palos feos y caros pero tiraban la bola mas recta y con mejor control. En tres años capturó un 40% de cuota de mercado. Sus ideas y su perseverancia le llevaron desde un garaje a convertirse en una de las marcas más vendidas del circuito.

Se habla mucho de los emprendedores de Sillicon Valley y sus garajes. Pues también en el golf tenemos emprendedores de éxito: genios que desde un garaje han revolucionado una industria y han construido un imperio a base de curiosidad, innovación, trabajo y mucha persistencia.